¿Están los vehículos eléctricos preparados para coger el relevo en 2035?

Los coches forman parte del día a día de la mayoría de españoles. De una manera u otra, existe la costumbre de transportarse al trabajo, a ver a los amigos o a hacer una visita a algún lugar utilizando este vehículo, pero este mundo, como la gran mayoría en el mundo, está transformándose, y a una velocidad más que llamativa.

Estos automóviles han vivido una constante evolución, con varios objetivos en común: (consumo, sostenibilidad) uno de ellos es crecer en seguridad y comodidad para los pasajeros. En este aspecto, el crecimiento ha sido más que importante, de hecho hay quien cree que podría quedarse dormido en un coche de los de ahora, cosa que, las cosas como son, hace unas décadas parecía imposible hacer en nuestro Renault 19 o en el SEAT 124 de turno.

Los asientos de hoy en día alcanzan un pico de confortabilidad tal, que lo difícil es levantarse de la butaca una vez se ha llegado al destino. Movilidad, reposabrazos, calefacción… Los extras son tantos que lo más sencillo es construirse un fuerte alrededor y quedarse ahí a vivir.

Otro de los puntos fundamentales en los que se están centrando las evoluciones actualmente es el consumo. “El coche que menos combustible gaste será el mejor vendido”. Una lógica que no resulta demasiado pragmática a pesar de la lógica de la frase. Si el automóvil requiere de pocas visitas a las gasolineras, claramente tendrá un público fanático que estaría dispuesto a hacerse con él, pero cualquier persona con un mínimo conocimiento sobre el tema, sabrá que unas cifras muy bajas de consumo requieren de sacrificios en otras partes, como el motor o la estética.

¿Energía limpia?

Pero sin duda, y junto al apartado anterior, los esfuerzos de las marcas están yéndose a la eficiencia y a la sostenibilidad con el medio ambiente. Una batalla común en muchos aspectos y una pelea social vital para continuar viviendo en un clima tranquilo ecológicamente hablando.

Por ello, la electricidad se ha convertido en una fuente recurrente para utilizar en los coches, y pensar que de esta manera se realiza un cuidado más exhaustivo del medio ambiente al no utilizar recursos fósiles y no producir ningún tipo de contaminación, pero, ¿realmente se evita producir esos residuos?

Consultando fuentes expertas, hay dos puntos fundamentales que entran a ser los claros detonantes del tema en cuestión: la economía y el medio ambiente. El primero de estos puntos es fundamental, ya que los países gastan anualmente millones de euros destinados a la importación de gasolinas, a lugares en los que constantemente se repite el discurso de que los recursos fósiles se van a acabar, cuando con el paso de los años, se ve con impotencia, cómo se trata únicamente de una estrategia para ganar más dinero.

En cuanto al medio ambiente, es una de las cuestiones principales que preocupa a la hora de valorar la situación, (al menos de cara a la galería). Se habla con mucha frecuencia de la contaminación que provoca la quema de los combustibles diesel y gasolina, pero a veces olvidamos que la energía eléctrica tampoco es perfecta.

Las baterías de estos vehículos híbridos están hechas de litio, un material altamente perjudicial si se junta en forma de residuos. Al mismo tiempo, tienen la peculiariedad que son altamente inflamables, algo que en más de una ocasión ha causado un susto.

La eficiencia de la electricidad también es un punto a considerar, puesto que muchas veces los procedimientos para lograrla no son tan limpios. Por ejemplo, la Fórmula E es una competición de coches completamente eléctricos que se alimentan de una fuente de energía que proviene de generadores de gasoil.

La realidad es que para hablar de un futuro de coches eléctricos, tiene que cambiar por completo el parque automovilístico, rentabilizar la energía eléctrica y mostrar una transparencia que a día de hoy no existe.