La vivienda, principal factor de exclusión social y de desigualdad en España

3 millones de familias destinan más del 60 por ciento de su renta solo a pagar la casa y la comida

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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3 millones de familias dedican más de 6 de cada 10 euros solo para afrontar los gastos de la casa y la comida. Más de 5 millones y medio de familias tienen un hogar inadecuado o viven en condiciones de hacinamiento o de insalubridad. Y casi 4 millones de personas viven en situación de pobreza material severa en España, el doble que cuando estalló la crisis económica de 2008. En estos hogares los ingresos a penas se han movido en los últimos 15 años, mientras que los gastos se han disparado un 30 por ciento.

Según refleja el informe “Ingresos y Gastos: una ecuación que condiciona nuestra calidad de vida” de Cáritas, hay un creciente número de hogares a los que no les salen las cuentas, para quienes cuadrar el presupuesto familiar es totalmente imposible y todo porque si desde 2008 los ingresos han aumentado en España un 11 por ciento, la subida se ha limitado al 0,5 por ciento en los hogares más pobres, y porque en este tiempo la vivienda se ha convertido en el principal factor de exclusión social en España y ha crecido la desigualdad entre españoles agravada en los últimos meses por la inflación.

“En Educación o Sanidad, con sus fragilidades o debilidades, el Estado de Bienestar funciona en ambas dimensiones, pero en vivienda social la intervención es casi nula”, subraya Daniel Rodríguez, del equipo de estudios de la Fundación FOESSA y uno de los autores del informe.

En los últimos cinco años el número de familias que alquilan una habitación para vivir ha aumentado más de un 6 por ciento. Hay 1,2 millones de hogares en esta situación. Más de 4 millones de hogares viven en pisos compartidos o cedidos sin contrato en vigor o en situación de desahucio y 5,6 millones en viviendas que no cumplen unas condiciones mínimas dignas para la vida cotidiana. El 30 por ciento de las familias tenían en 2021 una vivienda inadecuada, frente al 25 por ciento en 2018.

A esto se añade la carestía de los precios y es que, como recuerda Rodríguez, “ver el aceite de oliva a 10 euros nos divide en dos grupos: los que al ver el precio en el supermercado exclaman que caro está el aceite y a continuación lo meten en su cesta de la compra y los que tras exclamar lo mismo lo vuelven a dejar en la estantería”.

Ayudas de Cáritas

En el segundo grupo está Victoria Pacico de 42 años, quien recibe el apoyo de Cáritas en Castilla La Mancha, donde vive junto a su hija en una vivienda social. Lleva años sin un empleo estable. Su actual trabajo de dos horas diarias como monitora de ruta escolar de niños con necesidades especiales le parece bonito, pero no le paga las facturas. Tampoco les llega con los poco más de 400 euros al mes que reciben del Ingreso Mínimo Vital.

“Ha habido meses en los que solo pago. A fecha de hoy me quedan 20 euros para lo que me queda de mes. No estamos llegando y esto está siendo muy duro. Yo no quiero vivir de ayudas sino ser autónoma. Mi hija tenía que entrar este año en la universidad y no ha ido porque no lo podemos pagar. Mi ilusión es tener un trabajo y que sea un trabajo de verdad, pero, de momento, pinta negro y espero que mejore y que alguien haga algo”, lamenta Victoria.

A las puertas del invierno, el pago de los suministros supone una montaña infranqueable para esta familia: “en vez de usar la calefacción, he comprado una estufa, y con el agua caliente, mientras mi hija se ducha, estoy todo el rato pendiente para cortar si hace falta y evitar sustos en la factura. En mayo me llegó un recibo de 500 euros para un piso de tan solo dos habitaciones, ¿cómo es posible? Lo tuve que pagar a plazos y he estado hasta octubre. Y claro, he terminado de pagar esa factura, pero tengo muchas otras, es un bucle del que uno no termina de salir”.

Aumento de un 189% de familias que no pueden mantener su vivienda a una temperatura óptima

Según el último dato de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022, el número de familias que no pudieron mantener su vivienda a una temperatura adecuada aumentó un 189 por ciento con respecto a 2008. En concreto, el gasto en electricidad aumentó un 82 por ciento mientras que en el caso de los combustibles líquidos para el suministro de calefacciones fue del 180 por ciento.

“Esta situación se traduce en un constante equilibrio precario entre garantizar el pago de la mensualidad de la vivienda y sus suministros en los primeros días del mes, a expensas de caer por debajo del umbral de la pobreza severa y, como resultado, descuidar otras necesidades fundamentales del hogar. Esta lucha por encontrar un equilibrio entre todas las necesidades esenciales de la familia se convierte en un desafío constante, ya que, a pesar de los esfuerzos y estrategias implementadas, a menudo resulta difícil alcanzar un nivel de vida digno”, subraya Rodríguez.

Solo en 2022, Cáritas destinó 46 millones de euros a ayudar a 120.000 familias con el pago del alquiler y otros 8 millones de euros para apoyar a 100.000 hogares con el pago de los suministros.

Lejos de garantizarse el derecho a una vivienda, tener casa es algo cada vez más inaccesible para muchas personas en España. El esfuerzo que debe hacer una familia para adquirir un techo donde vivir también está al alza. Hoy son necesarios 7,7 años de renta bruta anual para comprar una vivienda contra los 2,9 años que eran necesarios en 1987: “no solo se necesitan más años, sino que, en la mayoría de los casos, las aportaciones proceden de dos sueldos”, añade.

La compra de una vivienda no es la única causa de tensión que sufren las economías domésticas. La mitad de las familias que cuentan con una casa en alquiler también sufren estrés financiero.

Según subraya la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiro “la vivienda es el elemento que más desequilibra y desajusta las cuentas familiares, especialmente en los hogares más humildes”.

Considera Peiro que solo “una colaboración y acuerdos entre los actores involucrados, llegando a algunos acuerdos y ofreciendo itinerarios alternativos a la actual situación de asfixia financiera de millones de hogares, puede reducir esta desigualdad y esta vulnerabilidad”.

Más vivienda social hasta elevar al 9 por ciento el parque de vivienda social en España en línea con la media europea, actualmente situado en el 2 por ciento en nuestro país; políticas de empleo focalizadas en los más vulnerables, además aumentar la cuantía y la cobertura del ingreso mínimo vital que solo llega al 44 por ciento de quienes lo necesitan son algunas de las propuestas de Cáritas para afrontar la creciente desigualdad entre españoles.

El estudio propone algunas consideraciones tanto en la esfera de los ingresos como en la de los gastos para mejorar el equilibrio financiero de los hogares. Para ello considera decisivo: