Yibi y Abdelah, de ser acogidos a acoger a otros migrantes

“No se trata solo de migrantes” es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que se celebra este domingo

Yibi y Abdelah, de ser acogidos a acoger a otros migrantes

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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Yibi y Abdelah llegaron en su día a España, forman parte de los miles de migrantes y refugiados que hoy están instalados en nuestro territorio convertido también en el suyo. Como muchos otros de los que vienen a Europa, no vieron más posibilidad que dejar atrás la miseria y la guerra, que dejar lo conocido en busca de una oportunidad, para vivir o sobrevivir. Y con los años lo han conseguido. De ser acogidos hoy son ellos los que acogen a los recién llegados y les ayudan a integrarse en los distintos hogares que tiene la Merced Migraciones en España.

Cuando ellos pusieron un pie en nuestro país tenían solo 14 años y el viaje lo hicieron como tantos otros menores en solitario. “Yo llegué en patera hasta Canarias” asegura Yibi originario de Senegal. Y “yo en barco de manera ilegal de Tanger a Algeciras” afirma Abdelah que nació en Marruecos.

Ni naufragaron en el mar ni naufragaron en tierra y ya llevan más de 15 años en España en el caso de Abdalá y más de una década en el caso de Yibi, algo que deben por una parte al azar y por otra a que hay personas y organizaciones dedicadas a acoger, proteger, promover e integrar. Con los mercedarios se unieron sus destinos hace 7 años. Fue en uno de los hogares madrileños. Abdelah era educador y se convirtió en referente para Yibi que también hoy ejerce esa función.

Explican a COPE que lo que hacen es lo mismo que hicieron con ellos, crear confianza y actuar en cada hogar como si de una familia se tratase. Solo con una buena acogida es posible construir ya que según explica Abdelah todos esos chicos han vivido situaciones muy traumáticas. 

Actualmente y según los útimos datos del Ministerio del Interior hay más de 12.300 niños y adolescentes extranjeros no acompañados registrados en nuestro país....la mayoría quieren ser, como por otra parte muchos otros nacidos en España, como Cristiano Ronaldo o Leo Messi.

Abdelah y Yibi también quisieron ser futbolistas y hoy se ríen. No lo han logrado pero si aprender español, formarse en hostelería y en trabajo social, y encontrar un empleo. Han cambiado de mentalidad y son conscientes de haber sabido aprovechar las oportunidades que tuvieron.

Por supuesto que no todo ha sido positivo en España. Yibi no esconde que ha sentido la discriminación en la atención recibida a la hora de hacer algún trámite en la administración o tratando también de acceder a una discoteca. Algo que no ha sufrido en cambio Abdelá. Con todo y en conjunto pesa más lo bueno.

Lo que más me gusta de España es la gente, para mí es un país maravilloso. Voy a aprovechar lo máximo aquí para poder aportarlo algún día cuando vuelva a mi país”, subraya Yibi.

Abdelah piensa, en cambio, quedarse. “Yo en España porque es mi país y al final lo tengo todo aquí, me he casado, mis padres vienen a verme aquí y en Marruecos no tengo nada. Lo único que hay es corrupción y corrupción”, señala.

Abdelah tiene ahora 32 años y Yibi con 28 son dos de las personas que ponen rostro a esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Consideran que quienes llegan en este momento a España lo tienen más difícil que ellos. Los datos corroboran sus impresiones. Según el último informe del defensor del pueblo las devoluciones se han incrementado en el último año un 240 por ciento y las expulsiones por estancia irregular se han duplicado.

Ven con asombro la política migratoria europea y no entienden esa gestión que queda en evidencia por ejemplo con cada nuevo barco que efectúa un rescate en el Mediterráneo.

Una realidad que conoce bien Patricia Fernández Vicens, experta en procesos con menores en movilidad y que explica en COPE que lo primero que viven todos ellos es “el duelo de dejar a sus familias muchos de ellos siendo pequeños, se enfrentan a la tortura y el maltrato del camino, al miedo de poder morir en una patera o al cruzar la frontera. Se han enfrentado a la discriminación en la travesía y en España”.

A muchos les cerramos la puerta, por nuestro individualismo, por nuestra intolerancia, por nuestra falta de empatía y de humanidad.

 “Hay miedo a las personas en movilidad que son personas como las demás y que están solas. A quienes tienen esos temores yo les diría que busquen espacios de encuentro donde se les caigan todos esos miedos y prejuicios. Los miedos son normales y a veces incontrolables pero se pueden vencer” constata Fernández Vicens.

Solo así podemos ayudar a los demás y con ello ayudarnos a nosotros mismos, a mejorar y construir sociedades más justas, plenas y solidarias alejadas de la indiferencia imperante. Algo ineludible si nos llamamos cristianos tal y como recuerda el director del secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones José Luis Pinilla.

Acoger a un migrante es acoger a Cristo y es responsabilidad de cada cristiano. Debemos ser coherentes con nuestra fe y con la práctica de la caridad que nos exige ser creativos para dar las respuestas adecuadas. Es un egoísmo pensar solamente en nosotros” afirma José Luis Pinilla.

No ver un problema en el emigrante y el refugiado sino una oportunidad nos incumbe a todos. Ejemplos como el de Yibi y Abdelá nos demuestran que si es posible con ellos es posible con muchos más y que lejos de discursos populistas y de odio, de muros, de controles, de estigmas y de estereotipos cada persona tiene por el hecho de serlo una dignidad y unos derechos que no podemos permitirnos vulnerar.