Fin de la casa nido en caso de divorcio salvo que haya acuerdo

Antes los jueces la podían imponer en casos de custodia compartida

Casa familiar
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Carmen Labayen

Carmen Labayen, jefa de Sociedad de COPE, habla del fin de la casa nido

Carmen Labayen

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La llamada casa nido o que sean los padres los que, en caso de divorcio, se alternen para que sus hijos vivan de forma continuada en la que fuera la casa familiar, no podrá ser impuesta por los jueces, salvo que haya acuerdo entre los ex cónyuges. Así lo ha establecido el Tribunal Supremo poniendo fin a esta práctica en la custodia compartida, que no siempre es la mejor opción para niños y adolescentes.

Aunque a priori pueda parecer bueno para los menores de edad que sean los padres los que, tras el divorcio y en caso de custodia compartida, se alternen en el que fue el domicilio familiar de forma que sus hijos no tengan que moverse de la que siempre ha sido su casa, ni de su barrio, ni cambiar de colegio, amigos o de entorno; en la práctica es un sistema que, según los expertos consultados por COPE, genera conflicto entre los progenitores.

La decisión que algunos tribunales imponían -aunque no la pidieran ninguno de los ex cónyuges o cuando únicamente era uno de ellos que la solicitaba- resulta además económicamente costosa, pues obliga a mantener 3 casas: la familiar para los niños y otra por cada uno de los padres. Muchos progenitores acaban volviendo a casa de sus padres por la carestía de la vivienda y la imposibilidad de financiar este sistema.

Precisamente la repercusión negativa en los menores cuando la casa nido no es algo pactado entre las dos personas que se divorcian es lo que esgrimió el Supremo para dictaminar que no se puede imponer este tipo de alternancia entre los padres -salvo en circunstancias excepcionales de custodia compartida- al ser “imprescindible que concurra un alto nivel de entendimiento para planificar la organización” del hogar nido.

Se trata, según la sentencia, de fijar la solución que mejor garantice compaginar los periodos de estancia de los hijos con sus padres y de resolver qué pasa con la vivienda familiar en función de si pertenece a uno de los cónyuges, a los dos o a un tercero.

Para el abogado y profesor del EAE Business School Pere Soldevila, supone que los tribunales no puedan establecer esta medida de forma unilateral al requerir de un intenso nivel de colaboración y de entendimiento por parte de los padres; inexistente en muchos casos de divorcio. Pese a ello, es algo que, según subraya, se hacía, “como máximo en el 10 por ciento de los casos”.

Se trata, según señala, de una medida que no tiene carácter retroactivo, por lo que no afecta a las casas nido ya establecidas. De no estar de acuerdo los padres con esa decisión judicial pueden pedir la modificación de las medidas siempre que puedan alegar un cambio relevante de las circunstancias que llevaron a los tribunales a establecer esa solución, ya sean en la situación económica, laboral o familiar. Algo que pueda motivar que se pida un cambio de vivienda habitual, del importe de la pensión o de cualquier otro aspecto del acuerdo de divorcio.

El consenso entre los padres es la base del bienestar de los hijos

“Cuando los padres no están de acuerdo la casa nido es fuente de conflictos y lo más dañino para los hijos es precisamente esa discrepancia entre los padres también tras el divorcio. Hemos visto con el tiempo que es una fórmula que tiene poca viabilidad y que como mucho se puede utilizar a corto plazo, pero que acaba siendo imposible a medio y largo plazo”, señala Trinidad Bernal, psicóloga y experta en mediación.

A su juicio, lo más beneficioso para los hijos, en caso de divorcio con custodia compartida, es que los padres se adapten bien a su nueva situación que implica cambios tanto materiales como emocionales y que puedan ayudar a sus hijos a llevar a cabo su propia adaptación a la nueva situación. Lo que más ayuda es que la separación sea pacífica a cargo de personas que quieren buscar lo mejor para sus hijos.

“Cuando a lo emocional se une lo judicial, se complican los procesos de separación. Y es que cuando los padres no logran comunicarse ni llegar a acuerdos y acaban en los tribunales, es difícil que sean capaces de fijar cuál es la mejor forma de relacionarse con sus hijos y qué organización familiar es la mejor para ellos. Y esto es precisamente lo que más afecta a los hijos”, subraya Bernal.

En este tipo de situaciones, el llegar y encontrarse la casa nido cambiada o sucia por ejemplo al cabo de una semana o un mes o del periodo de la alternancia fijado por el juez porque ha estado conviviendo el otro, es, según recalcan los expertos, fuente de malestar y de potenciales enfrentamientos que pueden complicarse además cuando los ex cónyuges rehacen sus vidas con otras personas.

Recomiendan vender la casa común y establecerse en dos viviendas si es posible situadas cerca la una de la otra y en el mismo barrio en el que residían para facilitar el contacto estrecho con sus hijos y que puedan seguir con su colegio y con sus amigos.

Aunque según reconoce Bernal “muchas veces es inviable económicamente”, el que los dos padres tengan cada uno su casa también ayuda a estabilizar sus propias vidas, lo que acaba repercutiendo positivamente en los hijos.

Si los jueces establecieron la casa nido como solución en muchas sentencias, es, a su juicio, porque ha habido una cierta moda que llevó a algunos padres a solicitarlo como la mejor solución para los menores y los tribunales se adaptaron.

“De lo que los padres se tienen que dar cuenta es que lo mejor para sus hijos es que se impliquen en sus vidas y que se pongan de acuerdo en cómo llevar a cabo esta implicación. Esa es la clave, que hablen, lleguen a consensos y que al final vayan a una porque es lo que va a posibilitar que los menores tengan el marco estable que necesitan. Llevo 35 años trabajando en mediación y te aseguro que, independientemente de cómo se llame la custodia, lo que es necesario es que se pongan de acuerdo en cómo van a cuidar de sus hijos en un contexto diferente al que tenían. Si los padres están bien, los hijos se adaptan rápido”, zanja Bernal.

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