¿Cuántos años tendrías si fueras un gato? La tabla que te revela tu 'edad felina'
La evolución de los años de un gato, en comparación con los de los humanos no es lógica ni lineal
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los gatos, junto a los perros, son las mascotas por excelencia. Sin embargo, los gatos difieren de los perros en la equivalencia de su edad, pero también lo hacen con nosotros, los humanos. Si un año de perros equivale a siete años de humanos, para determinar la edad de los gatos no es tan sencillo. Y es que la equivalencia de la edad de los gatos y de los humanos no sigue la misma línea lógica. Los felinos pasan de ser bebés a adultos en tan solo 24 meses. Después de este primer período, envejecen mucho más lentamente.
"No existe una fórmula científica válida para calcular la edad felina, pero se ha estipulado que los dos primeros años de un gato equivalen a 25 años de un ser humano", explican en la página web de alimentación de mascotas Purina. A continuación añaden: "A partir de ahí, cada año gatuno equivale a cuatro humanos. Esto significa que si un gato tiene seis años, serían 41 años humanos".
La equivalencia de los años del gato a los humanos
La evolución de los años de un gato, en comparación con los de los humanos, como ya se ha explicado, no es lógica ni lineal. Desde los dos años, el gato está completamente desarrollado. De hecho, hay quienes afirman que 24 meses de un gato son 24 años de un ser humano, y que por ello apenas hay diferencia. A partir de los siete años, podría considerarse que un felino ya ha entrado en la edad 'adulta' y a partir de quince se los puede considerar 'ancianos'.
Un gato con 10 años, por ejemplo supondría 56 años humanos, mientras que si tiene veinte, podría suponer hasta 96 humanos.
Los valores son, por supuesto, aproximados para calcular la edad de un felino. Algunos gatos pueden parecer más jóvenes en sus estapas de vida más adultas, mientras que otros con menos edad pueden parecer más mayores.
Los gatos suelen vivir entre diez y quince años de vida, pero esto puede variar en función de diversos factores, entre los que se incluyen los cuidados del gato, la alimentación o las visitas regulares al veterinario.