Jaycee Dugard: secuestrada con 11 años, violada durante décadas y dos hijas fruto de abusos y maltrato

No hay crimen histórico como el que se alarga durante décadas, el tiempo que estuvo de cautiverio Jaycee Dugard, obligada a criar a sus hijas como si fueran hermanas

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Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Apenas días después de que se conociera un nuevo sospechoso en la búsqueda de Madeleine McCann, resurgen algunos resquicios de esperanza en encontrar en alguna ocasión al asesino de la pequeña, desaparecida en 2007, cuando tenia apenas tres años. Algunos forenses señalaban este mismo Fin de Semana en COPE que es prácticamente imposible encontrarla con vida. Pero, por contra de lo que mantienen algunos expertos, milagros más extraños se han dado, como el de la joven Jaycee Dugard, arrebatada de su familia en 1991 y localizada de la forma más inusual casi 20 años después cuando Phillip Garrido se presentó en la Universidad de Carlifornia. ¿Su objetivo? Pedir una cita para un evento relacionado con su blog de consejo espiritual.

Garrido cometió, no obstante, un error garrafal. Quiso cumplir sus tareas acompañado de dos niñas pequeñas a las que había presentado previamente como sus sobrinas. Al menos, eso es lo que recoge el informe del Departamento de Rehabilitaciones del gobierno californiano. Garrido, que se encontraba en la lista de ex convictos por violación, habia recibido ese mismo años la visita de un agente de la condicional en su domicilio. Allí encontró a una niña de 12 años. No obstante, la excusa de que era la hija de su hermano le valió para no realizar más preguntas. Sin embargo, en esta ocasión la trabajadora de la universidad sí que sintió un pálpito y comunicó a la policía que las niñas parecían “sumisas y con la mirada baja”.

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Tanto Garrido como su esposa Nancy y el resto de integrantes de la familia tuvieron que comparecer el 26 de agosto de 2009 en la oficina de la condicional, donde una joven que acompañaba a ambos, de unos 30 años, fue presentada con el nombre de “Alissa”. No tardó en reconocer que, en realidad, era la madre de las niñas, pero habló tanto de Phillip como de Nancy Garrido como de “buenas personas”. Las presiones de los agentes de policía hicieron que la historia de “Alissa” diera un vuelco: de ser la de una esposa víctima de maltrato y en huida constante a una joven que había sido raptada 18 años antes en la pequeña localidad de Meyers. Las niña, sí, eran sus hijas, pero habían sido fruto de múltiples violaciones por parte de Phillip Garrido y maltratos por parte de Nancy durante casi dos décadas.

Phillip Garrido: una vida truncada por las drogas

Según comentarían posteriormente el padre y uno de los hermanos de Phillip Garrido, siempre se había tratado de un “buen chico” hasta que sufrió un terrible accidente de moto a la edad de la adolescencia. En ese momento pasó a tomar todo tipo de drogas alucinógenas, entre las que se encontraba el LSD. Ron Garrido llegó a declarar que su hermano se “había quedado más loco que una cabra” tras engancharse a diferentes sustancias estupefacientes que vendían en su barrio.

Con apenas 21 años fue acusado de violar a una niña de 14 años, pero la víctima retiró los cargos con tal de no tener que testificar en el juicio. Menos suerte tuvo su compañera de clase en el instituto, Christine Murphy, que terminó casándose con Garrido y sufriendo abusos durante años. En una ocasión en la que decidió abandonarle, Phillip la secuestró en casa contra su voluntad, como ella misma confesó con el tiempo.

La llegada de Nancy Bocanegra

Tres años después de contraer matrimonio, Garrido secuestró a Katherine Callaway, una joven de 25 años, similar a la edad de su atacante, en 1975. La llevó a rastras desde un almacén desde una pequeña localidad de California hasta la ciudad de Reno, en Nevada. Allí la violó durante cinco horas y media, sin percatarse de que había cometido un erro fatal: había roto la cerradura de la entrada al recinto y su coche era el único aparcado a la entrada. Tal evidencia llevó a un coche patrulla de la policía a interesarse por un posible robo que terminó siendo una detención y arresto por violación, con la consiguiente condena a 50 años de cárcel.

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Fue en la prisión de Leavenworth, en Nevada, donde Garrido conoció a Nancy Bocanegra, una enfermera y fisioterapeuta que se encontraba visitando a su tío. Entró en prisión en 1977 y en 1981, cuatro años después, ya había contraído matrimonio con Nancy, siete años antes de que Phillips fuera trasladado hasta la prisión estatal de Nevada, y antes de conseguir la condicional en Contra Augusta.

El secuestro de Jaycee Dugard

Dos años después de que dieran la libertad a Garrido, la familia de Jaycee Dugard se trasladó desde el condado de Los Angeles hasta el condado de El Dorado. La pequeña, de diez años, vivía junto a su madre, su padrastro, Carl Probyn, y su medio hermana. Aunque se trataba de una familia sin ningún trauma latente, la relación de la niña con la pareja de su madre no era especialmente estrecha, así como nunca había conocido a su padre biológico, que a su vez desconocía su mera existencia. En 1991, mientras Jaycee se dirigía a tomar el autobús que le llevaría al colegio, y mientras llevaba su vestido rosa favorito y un anillo con forma de mariposa, un coche se detuvo frente a ella en la parada.

Gracias a una pistola eléctrica aturdidora, Garrido dejó a Jaycee inconsciente y la metió a la fuerza en el coche. Probyn, padrastro de la niña, lo vio todo desde la ventana de su casa: el coche acababa de dar un giro de 180 grados en la carretera mientras intentaba meter a la fuerza a su hijastra en el vehículo. Salió disparado detrás del coche, pero eligió el peor medio posible: una bicicleta de montaña. Según relataba años después, persiguió al sospechoso durante varias calles, hasta que finalmente le perdió de vista.

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Años de abusos

Llevaron a Jaycee hasta su casa en el condado de Contra Augusta, donde el matrimonio había vivido con la madre de Garrido, que sufría de demencia. Al llegar, Garrido le cubrió la cara con una manta, le despojó de la ropa, salvo el anillo de mariposa, y le obligó a darse una ducha con él. Un anillo que no volvería a quitarse durante los 18 años de cautiverio. Tardó hasta 5 días en violarla por primera vez, y varias semanas en presentarle a Nancy, que inmediatamente empezó a sentir celos de la niña. Durante los dos primeros ambos mantuvieron a Jaycee retenida a la cama de varias habitaciones gracias a unas esposas. A los 14 años la niña tuvo a su primera hija, y unos años después a la segunda.

Durante todos esos años Phillip alternaba con Jaycee un comportamiento errático entre la ternura y las amenazas. No le permitía ver las noticias de televisión ni leer periódicos donde pudiera descubrir los esfuerzos que estaban tomando tanto su madre como su padrastro, sospechoso en un primer momento del rapto, por encontrarle. Garrido, según contaría la niña años después, culpaba constantemente a las drogas de sus impulsos sexuales y se autoproclamaba un “enviado de Dios”, como mantenía en su blog de internet años más tarde.

Nancy era más sutil que Phillip. Mantenía una combinación de maternalismo con abusos físicos. En más de una ocasiones le llevaban a la casa pequeños gatos que “desaparecían misteriosamente” cuando la descubrían intentando leer los periódicos. Jaycee contaría con los años además que Nancy le obligaba a decirle a sus hijas que la mujer de Garrido era su madre real y que ella no era más que su hermana mayor.

Los vecinos tampoco se percataron de lo que ocurría en la casa. Uno de los hijos del domicilio contiguo recordaba saludarla entre la verja que separaba las casas. Una verja que aumentó de altura apenas unos días después. Las niñas de Jaycee crecieron en la parte de atrás de la casa, donde la joven intentaba no trasladarles la sensación de peligro que, para ella, suponían Phillip y Nancy. Mientras, aprendía técnicas para cuidar de sus hijas a través del programa de consultas de “La doctora Quinn”, a la vez que se entretenía viendo la serie de televisión de Tony Danza, “Who's the boss?” Una de las secundarias en la serie de comedia sería Alyssa Milano, de quien Jaycee tomó el alias en los años venideros: la tía Alyssa.

Mientras, la familia de Jaycee no dejaba de buscarla. Se crearon campañas mediáticos para encontrar a la pequeña, se vendió merchandising con camisetas de su cara, inclusos bandas de música locales crearon canciones dedicadas explícitamente a Jaycee. Sin embargo, la niña se mantenía ajena a todo ello ante las amenazas de sus dos captores, que prohibían categóricamente cualquier aproximación a un medio de comunicación.

El revuelto mediático

Recordaba la pequeña en una entrevista con ABC tras ser rescatada que las restricciones de su cautiverio se volvieron cada vez más laxas. Poco a poco Garrido le permitía más salidas fuera de casa, concretamente para trabajar como recepcionista y diseñadora de tarjetas en un negocio de copistería propiedad del matrimonio. “Estaba a un click de llamar a mi madre, pude hacerlo, pero nunca me atreví”. Ya en 2009 y tras el descubrimiento en la universidad de California, Joycee Dugard se volvió una sensación mediática como la 'superviviente del secuestro de California'.

Uno de los detalles más mediáticos del rescate de Dugard fue que asegurara que Garrido era “un buen hombre”. De hecho, según cuenta en diversas entrevistas en televisión, no prohíbe a sus dos hijas visitar a su padre en prisión, donde cumple una condena de 431. Tanto Phillip como Nancy se declararon culpables en 2011 de un delito de violación continuada con fuerza. Nancy podrá optar a la libertad condicional en agosto de 2034.

Las he enseñado a tomar sus propias decisiones en la vida. En ese sentido, al ser su elección me parecerá bien lo que hagan; por otra parte, no me gustaría que fueran a verlo. Sé que es su decisión, pero espero que no suceda”, confesaba Dugard hace 10 años. Fue portada de las principales revistas de sociedad en Estados Unidos, concedió entrevistas a People, el programa de Oprah Winfrey y apareció hasta en los telediarios de España. Escribió dos libros, “Stolen Life” (Vida Robada) y “Freedom: My bood of firts” (Libertad: mi libro de primeras veces).

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