El ejército fantasma de Xian: 45 años de dudas y misterios sobre su descubrimiento
8.000 guerreros con sus caballos. Cargados de armas. Todos hechos de terracota a tamaño real y la historia de un descubrimiento que muy pocos conocen
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
El origen de los Guerreros de Xian sigue siendo, a día de hoy, un misterio y hay muchas teorías entorno a su construcción y descubrimiento. Hay quienes creen que el emperador Quin Shi Huang dedicó parte de su vida a construir el que iba a ser su mausoleo. Sin embargo, hay estudios que rechazan esa posibilidad y revelan que las figuras de los guerreros no estaban ahí para custodiar la tumba del emperador, sino para entrenar a guerreros de verdad.
Guerreros de Xian
Actualmente, las excavaciones arqueológicas en las que se encuentran los Guerreros de Terracota ocupan más de 16.000 metros cuadrados -el equivalente a algo más de 15 piscinas olímpicas-. Lo que muy poca gente sabe es que, en realidad, se trata de tres excavaciones únicas e independientes separadas entre ellas. Cuenta con 8.000 soldados, caballos y carros, todos ellos con miles de lanzas y armas.
La primera excavación comenzó en 1978 y finalizó en 1984, en la que se encontraron 1.087 figuras. La segunda tuvo lugar en el año 1985 pero se suspendió por razones técnicas. En mayo de 2015, un nuevo equipo de arqueólogos chinos inició una nueva excavación. Los trabajos se reanudaron el pasado 13 de junio cuando la situación del coronavirus en China lo permitió.
Los Guerreros de Terracota de Xian fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1987 y en 2010 los responsables de la excavación recibieron el Premio Príncipe de Asturias por la labor que llevaron a cabo. Sin embargo, muy poca gente conoce la verdadera historia de cómo se descubrió este ejército silencioso y escondido bajo tierra, que hasta su hallazgo, nunca había sido visto por los vivos.
El descubrimiento de un ejército de piedra
En el año 1974, un agricultor junto con sus cinco hermanos y un compañero de todos, estaban haciendo un pozo en busca de una fuente de agua. De repente, en medio de sus trabajos, se toparon con unos restos. A primera vista, no supieron lo que eran. Con sus palas, golpearon la cabeza de uno de ellos.
Una llamada. Eso puso en marcha al arqueólogo Zhao Kangmin hacia aquel descubrimiento. “Podría ser un hallazgo importante” le dijo su jefe. El arqueólogo sabía que había algo en el área cercana de la ciudad de Xian. Más concretamente cerca de la tumba del emperador, Qin Shi Huang. Lo que no sabía es que iba a encontrarse con todo un ejército de piedra, compuesto por más de 8.000 soldados, con caballos y armas.
El arqueólogo acababa de despertar a los Guerreros de Xian, que a día de hoy son considerados uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos años.
La primera impresión de Zhao fue la de encontrarse ante los restos de las estatuas del emperador Qin y pidió a los agricultores que detuvieran sus trabajos para proceder con la reconstrucción de los restos. Al ser trasladados, y tras tres días de trabajo minucioso, el arqueólogo se encontró ante dos guerreros de terracota de 1.78 metros de altura.
Por temor a que las estatuas fueras destruidas por las autoridades chinas, el arqueólogo optó por mantenerlo en secreto. Sin embargo, fue un periodista de la agencia Xinxhua, el que reportó el descubrimiento, que finalmente llegó hasta el partido Comunista. Inmediatamente se comenzó una excavación exhaustiva, en la que se descubrieron un total de 500 guerreros, que fueron colocados en formación defensiva con el objetivo de proteger a su emperador.
El arqueólogo que quedó en la sombra
Después de que comenzara la excavación y de que se abriera un museo en el lugar en el que se encontraban los restos, miles de curiosos quisieron acercarse a conocer el hallazgo. Sin embargo, el auténtico descubridor de los mismos no recibió la parte correspondiente al hallazgo: el reconocimiento. Todo lo contrario ocurrió con uno de los campesinos, Yan Zhifa, de quien se dice que fue él quien desenterró la primera pieza.
El campesino recibió un reconocimiento que no merecía. Firmó libros, contó la historia del hallazgo en su nombre -sin mencionar al arqueólogo que descubrió los primeros soldados- y recibió a grandes figuras de ámbito mundial, haciéndoles creer que aquel descubrimiento había sido obra suya.
Zhao Kangmin quedo relegado a un segundo lugar. Viendo cómo aquel agricultor, que no sabía frente a lo que se encontraba cuando se toparon con los restos y que incluso llegaron a romper algunas piezas, se estaba llevando un mérito que no merecía.
La gota que colmó el vaso fue cuando cuatro de los campesinos -después de que tres de ellos murieran-, solicitaran ser registrados como los descubridores. Fue entonces cuando el arqueólogo salió de las sombras y contó la verdad sobre aquel rechazo y desconocimiento mundial. De hecho, el director del Museo de los Guerreros de Terracota entre los años 1998 y 2007, le mostró todo su apoyo.
Zhao, tras ser reconocido por una pequeña parte de la sociedad, nunca quiso estar en el foco de atención. Permaneció en un pequeño museo, cerca de algunos guerreros que él mismo había restaurado con sus propias manos, conversando con aquellos visitantes que iban.
Zhao Kangmin murió el 16 de mayo de 2018 con 81 años. Murió sin ser reconocido a nivel mundial. Tampoco recibió una gran fortuna por ello. Sin embargo, el arqueólogo chino falleció con lo más importante; con lo que más valor tenía para él: la satisfacción personal, que el mismo había considerado “una gran contribución al país”.