Alexandra, de sufrir maltrato a defender a los niños en la ONU
Su acogida hace 6 años en un hogar de Aldeas Infantiles marcó para ella un antes y un después
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Alexandra es una persona fuerte y está en el mejor momento de su vida. Tiene 20 años y, por primera vez, está en Nueva York para defender una nueva revolución en los derechos de los niños en Naciones Unidas. Si quiere que las cosas cambien es porque su propia infancia fue un campo minado por el maltrato físico y psicológico que sufrió en su propia familia hasta que a los 14 años fue acogida en un hogar Aldeas Infantiles en Cuenca.
Le preocupan la pobreza, las muertes prematuras, la violencia, los menores no acompañados que llegan a países como España y, por supuesto, el acoso y el maltrato infantil del que fue víctima. Ha podido rehacer su vida gracias a la ayuda que ha recibido y también a su esfuerzo personal. Hoy explica a COPE que está orgullosa tanto de haber llegado hasta la ONU como de todos sus logros hasta el momento. “Me ha costado mucho volver a una rutina de estudios, muchísimo. Al principio tenía muchísimas pesadillas. He tenido que ir al psicólogo durante un año entero pero gracias a Dios he podido salir adelante. Otros niños en cambio no tienen problemas de salud mental, de drogas o dejan los estudios” constata Alexandra.
Vive en un piso compartido en Cuenca, acaba de terminar el bachillerato nocturno y en septiembre empieza estudios de criminología. Su futuro, nos cuenta con ilusión, pasa por sacarse las oposiciones y cumplir su sueño de ser policía nacional para “poder trabajar a pie de calle, ayudar a la gente, a alguien que ha sido maltratado, que le han pegado en la calle o robado, tratar mano a mano a las personas y ayudarlas”.
Su acogida hace 6 años en un hogar de Aldeas Infantiles marcó para ella un antes y un después. “Fue como cuando la vida te da una segunda oportunidad y naces de nuevo. Volví a aprender a ser niña, a disfrutar de las cosas, a aprender cosas nuevas. Me sentía protegida, querida, confiaba en la gente que me rodeaba”, explica. Una situación totalmente nueva para la entonces adolescente Alexandra que hoy nos cuenta su situación antes de su acogimiento residencial: “antes era como vivir con un miedo continuo y, por supuesto, no confiaba en nadie”.
Para quienes sufren maltrato, su recomendación es muy clara: “que no lo aguanten, porque nadie tiene el derecho de ponerte una mano encima ni siquiera tus padres. Que pida ayuda a la persona con la que más confianza tenga y que no aguanten”.
Su biografía le ha marcado hasta hacer de ella una firme defensora de los derechos de la infancia. Por eso la han invitado a Naciones Unidas en representación de 6 ONG's. Allí abogará por una segunda revolución de estos derechos. Si hace 30 años se hizo a los niños sujetos de derecho, ahora lo que está en juego es que se cumplan esos derechos. Algo que pasa, asegura, por escuchar más a los protagonistas, a niños y adolescentes, como parte de las soluciones.