Así cambió Amalgama7 la vida de Marta, que padecía anorexia: “Cuando llegué pesaba 34 kilos”

El bullying que sufrió en el colegio, llevaron a Marta a desarrollar anorexia y bulimia con doce años. Tras casi dos años de terapia en Valladura, hoy está recuperada

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José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Con apenas 17 años, Marta ha superado la anorexia y la bulimia que padecía desde que tenía doce años. Cuando hace menos de dos años ingresó en el centro terapéutico de Valldaura (Barcelona), que gestiona Amalgama7, pesaba tan solo 34 kilos.

Llegó hasta aquí en la Navidad de 2019, después de haber recibido otros tratamientos en centros de titularidad pública: “Yo pedí entrar en un centro cerrado y que estuviera lejos de casa. Era la única manera para recuperarme”, confiesa en declaraciones a TRECE y COPE.es.

“Tenía anorexia, bulimia, consumía, no tenía confianza en mí misma, ni me llevaba bien con mi familia. Los tenía al lado, pero era como si no estuviesen porque no les dejaba estar al lado”, relata de espaldas a la cámara, tal y como obliga la ley de protección al menor.

Un problema que tuvo su origen en el centro educativo donde estudiaba, donde sufría bullying debido al problema de salud que padecía (y padece) su madre: “Tiene esquizofrenia y toma una medicación que hace que esté gordita. En el colegio me insultaban todos los días y me decían que yo acabaría como ella. Al final dejé de comer, empecé con la anorexia, a consumir, tenía diabetes, no me cuidaba…” recuerda Marta.

Durante este tiempo, no solo ha superado su trastorno, sino que además se graduó en la ESO y ahora trabaja en un establecimiento hostelero que regenta su tío: “Tenía experiencia, porque yo veía a mi tío trabajar en el bar desde pequeña y ahora estoy allí como camarera muy contenta”.

En menos de 24 meses, la vida de Marta ha dado un giro de 180 grados gracias a su esfuerzo y a la gama de profesionales de Amalgama7, donde ofrecen a los adolescentes una atención integral (clínica, residencial y educativa): “Venir aquí me ayudó mucho porque ahora sí que confío en mí, llevo cinco años sin consumir y sin anorexia. Me han dado ese apoyo que yo misma rechazaba. Ya estoy a punto de irme a casa con mi familia”.

No solo ha conseguido dejar atrás su trastorno. Su paso por el centro de Valldaura le ha permitido estrechar sus lazos con su familia más cercana: “Ha cambiado mucho. Antes no podía decir un hola porque enseguida estábamos discutiendo. Ahora todo es diálogo, risas, comodidad… Mi vínculo con la familia ha cambiado muchísimo”, asegura.

Quien ha dado fe de este testimonio ha sido Ana Fernández, que desde hace tres años trabaja como educadora en el centro de Valldaura: “El primer día los chicos lo recuerdan muy bien, pero nosotros también. Llegan fatal. Son días complicados, porque lo primero que necesitan es un abrazo, el saber que estamos a su lado, que les viene un camino largo y difícil pero que saldrán adelante porque son unos campeones.

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