Cada día se suicidan en España 11 personas: una escucha empática puede salvarles la vida
Son personas que solo quieren dejar de sufrir, una escucha empática, puede salvarles la vida. De todo se sale
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El año 2020 se batieron todos los récords desde que hay registros, desde 1906.: 4.000 personas se quitaron la vida. Entre ellos, 15 niños. La enfermedad mental está detrás de casi todos. Varias organizaciones se encargan de prevenir y de tratar de evitar estas muertes. Solo en el año de la pandemia, el teléfono de la esperanza atendió 440 llamadas al día. Llevan 5 décadas atendiendo a problemas que van desde la soledad al suicidio.
Casi 5.000 de esas llamadas eran de personas que planeaban quitarse la vida y cerca de 25.000 con factores de riesgo asociados: fueron llamadas que evitaron un desenlace fatal. Y si pensábamos que tras los momentos más duros de la pandemia la cosa iba a mejorar, de largo estábamos equivocados: las llamadas al teléfono de la esperanza se han incrementado un 17% y son ya más de 6.500, las relacionadas con el suicidio a estas alturas del 2021.
Los registros del INE recogidos por el Observatorio del Suicidio sitúan el 2020 como el año en el que más muertes se produjeron en nuestro país desde que hay registros: por primera vez se superaron las mil muertes de mujeres. Entre los mayores de 80 años se incrementó en un 80% y quizás lo más dramático: 14 niños de menos de 15 años se quitaron la vida.
La sociedad civil se arma para prevenir estas muertes desde hace muchos años. El teléfono de la Esperanza, por ejemplo, lleva medio siglo actuando para prevenir estas muertes innecesarias. Es el más longevo, casi tan antiguo como el propio aparato.
Funciona con voluntarios, a los que se da una formación específica muy precisa y los mecanismos necesarios. Este año, lejos de disminuir sus intervenciones, se han sumando un 17% más a fecha de hoy: 23.400 llamadas más que durante todo el 2020. Prevén que cuando termine este año, las llamadas relacionadas con el suicidio sean un 40% más que las que atendieron el año pasado.
Hemos hablado con Pilar, una voluntaria del teléfono de la Esperanza. Ella se incorporó porque entendía que es “necesario escuchar a la gente”, así que de vez en cuando, se sentaba en un banco en el parque con un cartelito ofreciendo a la gente su ayuda, hasta que cayó en la cuenta y se ofreció a la ONG. Cuando ya formaba parte de ese hermoso equipo humano, la vida le dio un golpe de esos de los que no te recuperas. Pilar sigue ahí, escuchando, con su conocimiento adquirido y su pesadísima mochila emocional. Anónima para el que llama, anónimo para ella. Pilar sabe por experiencia “lo importante que es que nos sepan escuchar, porque cuando tenemos una situación que nos puede, confiamos en amigos y familia, que con su mejor voluntad nos escuchan y nos apoyan pero a veces nos frustran, ellos nos quieren pero no es fácil, sobre todo porque no son personas que hayan trabajado esto, prevalece el amor que nos tienen”. Pilar se preparó durante un año, por requisito del teléfono de la Esperanza, “me enriqueció mucho el aprendizaje y el voluntariado”. A Pilar se le quiebra la voz cuando recuerda su propio calvario “y entiendo lo importante es que lleguen a tu corazón, porque a veces los amigos y la familia no son capaces. Yo he vivido una situación durísima e irremediable y creo que de las más fuertes…..yo recibo tanto apoyo como el que doy, el haber pasado una situación tan grave me ayuda a entender. Para mí es muy enriquecedor poder ayudar. Son personas normales como cualquiera de nosotros, de a pie las que dirigen al Teléfono de la Esperanza”.
Pilar se encuentra a diario con mucha soledad, con mucha crisis vital, “pero cuando has pasado por esas situaciones sabes lo fácil que es encontrarse en un momento en el que estás abajo y sabes que luego vas a subir, y que todos necesitamos de todos, yo solo quiero aportar un granito de arena para aliviarles el sufrimiento”. Fuera de grabación nos contaba que en las últimas 24 horas había conseguido parar dos suicidios en curso. ¡Bravo Pilar!.