6 de cada 10 personas recurre a la comida para sentirse mejor

El hambre emocional aumenta en momentos de incertidumbre o ansiedad

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6 de cada 10 personas recurre a la comida para sentirse mejor

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La incertidumbre o la ansiedad que generan situaciones como la guerra en Ucrania o la pandemia nos empujan a cambiar nuestra forma de comer. 6 de cada 10 personas buscamos refugio en la comida para tratar de sentirnos mejor cuando estamos tristes, dolidos angustiados o estresados. Es lo que se conoce como hambre emocional y un claro ejemplo lo tenemos en la generalización de la repostería casera durante el confinamiento.

Todos tenemos emociones y es inevitable que nos influyan en todo, también en nuestra alimentación, el problema, según los expertos consultados por COPE, es cuando la comida se convierte en el instrumento principal o en el único para gestionar esos desequilibrios.

En situaciones como la guerra en Ucrania o cualquier otra que nos suponga un desequilibrio emocional “en circunstancias en las que no sabemos cómo parar tanta injusticia, dolor o destrucción el cerebro necesita buscar algo que le calme, que le equilibre ese sufrimiento, el problema es cuando esto se convierte ya en un hábito” explica a COPE Rosa Calvo Sagardoy, doctora en Psicología Clínica y experta en trastornos de la conducta alimentaria.

Una de las características del llamado hambre emocional es que nos empuja a comer de forma más selectiva que el ese mecanismo, que nos empuja a comer de forma bastante más selectiva que el hambre fisiológica.

“La diferencia sería que el hambre real come lo que hay, el hambre emocional es mucho más caprichoso, me apetece esto, esto no…el hambre real tiene saciedad, el hambre emocional no sabe cuándo parar” señala Sagardoy quien acaba de publicar “La despensa emocional” en el que aborda el tratamiento psicológico del tratamiento y la obesidad en tiempos postpandemia con recursos cognitivos y emocionales alternativos a la comida “no nutritiva”.

Chocolate y hamburguesas para tratar de sentirnos mejor

“Chocolate y todas las guarrerías que encuentre en casa”, “pedirme una hamburguesa, es verdad que cuando me siento mal no me suele apetecer lo más sano”, “por el brocolí no me da nunca, en cambio sí puedo recurrir a una bolsa de patatas en la máquina del trabajo, son antojos que suplimos así de forma rápida y no está bien” señalan algunas de las personas preguntadas por COPE sobre sus preferencias en horas bajas o para compensar emociones y pensamientos negativos.

“Cuando nos desestabilizamos nos decantamos por alimentos que son muy palatables, que producen placer cuando los comemos y esos alimentos suelen contener altas cantidades de azúcar, de grasa, de sal, de potenciadores del sabor o combinaciones de algunos de ellos, es decir, que son casi siempre ultra procesados” afirma Griselda Herrero, doctora en Bioquímica y dietista y nutricionista.

“Las emociones las solemos paliar con alimentos que nos den placer y que nos hagan sentir llenos”, añade Marta Garaulet, catedrática de Fisiología y Bases Fisiológicas de la Nutrición en la Universidad de Murcia y nutricionista que acaba de publicar junto al académico de gastronomía Rafael Ansón “Simplicity” en el que proponen recetas saludables, satisfactorias, solidarias, sostenibles y sencillas a partir de 20 alimentos y que pueden elaborarse en menos de 15 minutos.

¿Eres comedor o comedora emocional?

“Un 65 por ciento somos comedores emocionales. Comemos porque estamos aburridos o porque estamos estresados o porque llegamos por la noche de trabajar y necesitamos una recompensa” subraya Garaulet quien lleva 15 años investigando sobre esta cuestión y ha elaborado un test de 10 preguntas que te permite sabe si tú también eres o no comedor emocional. Lo puedes saber en menos de un minuto rellenando este cuestionario.

Nuestros desequilibrios emocionales también pueden impactar en nuestra fisiología. Según Herrero: "esos cambios emocionales pueden afectar las síntesis y la liberación de ciertas hormonas relacionadas con el hambre o la saciedad, se nos cierra el estómago o tenemos más sensación de hambre".

La comida, recuerdan, es algo que tenemos siempre a mano y cuya sensación placentera tenemos grabada a fuego desde que somos bebés puesto que la lactancia que es uno de los momentos en los que más atención recibimos y mayor bienestar sentimos.

¿Qué hacer?

Si de forma frecuente recurres a la comida para sentirte mejor sabrás que no siempre el efecto que logras es precisamente ese bienestar que buscabas.

Y es que, según explica a COPE Herrero, “luego viene el sentimiento de culpa, malestar frustración, autoestima por los suelos (….) porque ya no solo sigo teniendo el problema que tenía antes, sino que además he hecho una ingesta que no quería hacer. El recurrir a la comida para llenar un vacío también genera malestar y es como una pescadilla que se muerde la cola porque ese malestar puede volver a conducirnos a buscar remedio en la comida”.

En situaciones de este tipo: “lo primero que tenemos que intentar es ser conscientes de lo que nos está ocurriendo, de por qué estamos ese alimento o ese producto, por qué estamos comiendo de esa forma o en ese momento y esa conciencia también nos va a ayudar a generar ciertos cambios” señala esta experta en nutrición.

“En caso de que la auto concienciación no sea suficiente o no seamos capaces de gestionar esa situación que puede ser muy habitual buscar ayuda profesional en dietistas, nutricionistas o psicólogos especializados para buscar y poner en práctica otros recursos, que no sean exclusivamente la comida, para gestionar esas emociones” concluye.

Herrera en COPE

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