¿Cómo identificar a un psicópata?
Se calcula que en nuestro país hay medio millón de "psicópatas integrados", aquellos que no cometen crímenes o actos delictivos
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Aunque no hay cifras oficiales, distintos estudios señalan que entre el 15 y el 25% de los varones que están en la cárcel en nuestro país responden a un perfil psicopático. Hablamos de unos 11. 0000 reclusos como máximo. Pero la mayoría de las personas con este rasgo no son criminales, ni llegan a cometer delitos violentos. De hecho, las estimaciones más unánimes y más conservadoras, calculan que el 1,2% de la población mundial responde a ese perfil, unos 60 millones de personas, de las que medio millón estarían en España.
Son los conocidos como “psicópatas integrados”, personas generalmente con éxito social y laboral que, sin llegar a cometer delitos violentos pueden hacernos la vida imposible si nos los topamos en nuestra vida personal o laboral.
En España puede haber hasta medio millón de personas con estos rasgos de personalidad. Es una estimación extrapolando los datos de delincuentes catalogados como “psicópatas puros”. Pero no hay consenso científico para señalar un número, que puede ser incluso superior.
Hay que tener en cuenta que no se trata de un trastorno mental, ningún manual de la OMS lo recoge como tal. Si coinciden los expertos en señalar que se trata de un conjunto de rasgos de personalidad y de comportamientos con distintos grados y variables.
Egoísta
Enrique Soto Castro, director del Máster en Investigación Criminal de la Universidad Internacional de La Rioja señala a COPE que son “muy atractivos, pero en la apariencia, con un sentido de sí mismo muy elevados, muy buenos manipuladores, su objetivo siempre es el dominio, el control sobre los demás. Todo esto se acompaña de un déficit de empatía, les cuesta entender el dolor que causan y las consecuencias de sus actos sobre los demás, pero tampoco les importa porque son personas muy egoístas que tienen como objetivo la satisfacción personal, el control sobre los demás”. El criminólogo concluye que son “egoístas sin escrúpulos, es decir, son personas que quieren su objetivo a toda costa y da igual el coste para otros siempre que ellos consigan su objetivo, su beneficio”.
Socialmente aceptados
Tienen rasgos de personalidad muy apreciados en la sociedad en la que vivimos: tienen carisma, una autoconfianza grande, son capaces de influir en los demás, asumen riesgos y se orientan para conseguirlos, son capaces de tomar decisiones difíciles y de hacerlo por su cuenta “cualquier persona querría tener a una persona así en su plantilla, pero claro-puntualiza Enrique Soto- si ahora donde digo carisma el psicópata pone encanto superficial, donde digo autoconfianza el psicópata dice sentido grandioso de sí mismo, y donde yo digo capacidad de influir dice capacidad de manipulación…es lo mismo pero llevado al extremo”.
Difíciles de detectar
Su capacidad para de manipulación es tan grande que tardamos en darnos cuenta y cuando los detectamos “nos tienen ya tan atrapados y conocen tan bien nuestras debilidades” que es muy difícil librarnos de sus redes. El profesor Soto Castro asegura que se puede apreciar su presencia, pero “cuanto más separado estás de él, si lo ves desde fuera. En una empresa, por ejemplo es más fácil que se den cuenta de que hay un compañero o un jefe con estos rasgos de personalidad si están lejos de él, las que no trabajan con él, porque cuando estás cerca, lo ha hecho tan bien que cuando quieres darte cuenta de que están es un problema, estás atrapado. La distancia te da una perspectiva que te permite detectar indicios de una manera más sencilla que si tienes un vínculo con esa persona, ahí cuesta más”.
Explica el profesor que responde bastante bien a la definición de “depredador, porque se adapta muy bien a la presa y por eso es tan difícil escapar”.
La defensa
“Tolerancia cero”, nos aconseja el profesor. “en cuanto tengas un indicio que aquello es un peligro, cuando queda claro que es una relación asimétrica en las que tú tienes las de perder, esa situación ya es tóxica, ya no es simétrica, ya no es a compartir. El problema es dar con esos indicios. Normalmente, si hay un vínculo se ve tarde, cuando ya se ha producido algún daño, físico, emocional, económico. Por eso tolerancia cero, con nosotros y con nuestro entorno”·