Cosas de radio patio: Oliver, nuestro olivo

Oliver, el olivo apadrinado

Cinta Molina

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Mi abuela materna, Cinta, era aragonesa, de Caspe, pero vivió en Alcañiz, provincia de Teruel.

Teruel existe y nosotros pasamos nuestros mejores veranos de la infancia, allí. Ahora vamos, cuando podemos, a ver a grandes amigos que viven allí. Es lo más parecido a nuestro pueblo. Porque, según mi hija, necesitamos un pueblo. Somos demasiado urbanitas, así que, en Alcañiz, disfrutamos del campo, de las huertas de los amigos, y de la vida en un pueblo grande, donde parece conocerse todo el mundo. Todo lo contrario de lo que pasa en Madrid.

Pero hay pueblos en Teruel, como en el resto de España, que parecen a punto de desaparecer. El trabajo en zonas rurales es escaso, lo jóvenes se van a grandes ciudades. Y Oliete era uno de ellos.

Fenicios, iberos y romanos plantaron allí olivos, ahora milenarios, por la calidad de su tierra. Pero llevan años abandonados, sin cuidados terminarán desapareciendo por plagas, sequías ó los “chitos”, ramajes que nacen en la base del tronco, roban sus recursos e impiden que crezcan normalmente. Unos chupones.

Y de la iniciativa social, de la buena voluntad y el emprendimiento por mejorar su pueblo, surge APADRINA UN OLIVO. Con ayudas voluntarias, padrinos de cualquier rincón, recuperan el campo de Oliete, sus olivos y su pueblo vuelve a tener vida y trabajo.

Como mis suegros se conocieron recogiendo aceituna en los campos de Jaen, como nos encanta el aceite, como con Agropopular aprendo del campo todos los sábados -tengo una lista de canciones al olivo- y como necesitamos un pueblo, hemos apadrinado un olivo. Sí, el 3126, y podemos visitarlo, ayudamos a que no desaparezca y, una vez al año, nos mandan aceite de esos campos.

Y, después de un cónclave familiar, le hemos puesto nombre, Nuestro olivo se llama Oliver. Sin más vueltas ni explicaciones.

Los niños quieren organizar un viaje para conocerlo en persona, el padre dice que ya sólo me falta escribir un libro, y yo estoy encantada de haberles sorprendido con esto. Aunque ya los tengo acostumbrados, porque el año pasado, apadrinamos un pingüino de la Antártida con la Campaña Antárticase llama Vaina, y tenemos su foto y nuestro diploma de compromiso para cuidar el medio ambiente.

-“Mamá, lo siguiente, es adoptar un perrito abandonado.” Esto va a requerir mucho más que un cónclave y una sorpresa. Dos a favor y dos en contra. Niños contra padres. Mucha tela que cortar.

Ah! En el chat de mis amigas favoritas, hay paisajes que nos evocan momentos soñados, viajes en barco, conciertos para adolescentes, una estrella de la televisión, próximos cumpleaños y santos y, lo más importante de todo, una fecha. El día que vamos a juntarnos. Ya puede venir el otoño con 30 grados, que esa reunión de amigas, va a ser de lo mejor de esta nueva estación.

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