Dopamina, la "hormona de la felicidad": Estos son los efectos negativos que puede provocar

Aunque la dopamina es conocida por causarnos esa sensación de placer y alegría, también tiene un lado oscuro. Su ausencia o presencia excesiva puede provocar ciertos trastornos

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La dopamina es un neurotransmisor que se encarga de llevar un mensaje entre las neuronas de nuestro cerebro. Es la encargada de la recompensa (mecanismo que nos refuerza a repetir una conducta porque nos ha resultado positiva). También influye en numerosas funciones fuera del cerebro como la motilidad gastrointestinal, la liberación de hormonas, la presión arterial e incluso en la actividad de las células del sistema inmune. Sin embargo, la acción de la dopamina depende de dónde, cuándo, como y en qué cantidad se produzca. Se la conoce como la "hormona de la felicidad", ya que nos proporciona placer y felicidad.

Además, interviene en los procesos de la memoria y el aprendizaje. Es decir, decide si una información merece la pena ser almacenada durante un tiempo determinado o es necesario eliminarla directamente. En este proceso interviene la dopamina en el núcleo accumbens (región cerebral asciada con el control de las emociones). Es por este motivo que el aprendizaje contiene una carga emocional más duradera, porque aprender provoca placer y la información se retiene durante mas tiempo. A pesar de lo que mucha gente cree, el horóscopo no determina nuestra personalidad, pero la dopamina sí.

Es la "culpable" de nuestros actos

Muchos científicos determinan que la dopamina podría estar relacionada con la inseguridad, cobardía o el grado de extroversión de una persona. Por ello, este neurotransmisor en la amígdala cerebral (área relacionada con las emociones) nos permite saber si un individuo es inseguro, tranquilo o si se estresa con facilidad. Las personas con predilección por las “emociones fuertes” sufren en ciertas regiones de su cerebro una mayor cantidad de dopamina. Por ello, son más “inconscientes” en sus actos. Al contrario, bajos niveles de dopamina se han relacionado con una fobia social. Así que se puede decir que la dopamina es la "culpable" de nuestros actos, tanto buenos como malos.

Entre las malas, el consumo de drogas aumenta la cantidad de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro. Esto produce un estado de placer que refuerza que se sigan consumiendo. Además, no todas las personas responden de la misma manera ante las diferentes adicciones. Por ejemplo, no todos sentimos el mismo gusto al comer una tarta. Por ello, un estudio científico considera que se debe al número de receptores a los que se une la dopamina. Cuando se libera esta hormona, podemos convertirnos en adictos a algo, ya que nos impulsa a buscar esa continua sensación de felicidad.

El lado oscuro de la dopamina

Por otro lado, la dopamina tiene una función motivacional. Se segrega antes incluso de realizar una actividad que nos parece placentera. Así, consigue incentivarnos a encontrar situaciones o actividades agradables y evitar las negativas. La baja producción ocasiona anhedonia, uno de los síntomas de la depresión. Entonces, se puede afirmar que la dopamina no está vinculada únicamente con la alegría, ya que se relaciona con muchas enfermedades psicológicas y neurológicas. Cuando tenemos un exceso de dopamina pueden aparecer trastornos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Al contrario que si hay una ausencia de esta, que provoca un trastorno de depresión severa, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, entre otras.

No obstante, la enfermedad más conocida por el déficit de la hormona de la felicidad es el Parkinson. Lo que causa este trastorno es la muerte de las neuronas que producen dopamina en la sustancia negra (una región cerebral implicada en el control de la actividad motora). Aunque todavía no existe una cura para esta enfermedad, hay algunos tratamientos basados en la dopamina, que mejoran los síntomas y la calidad de vida de los pacientes. Si se consume por vía oral, el medicamento llega rápidamente al intestino y de este, al cerebro, donde se transforma en dopamina y mejora el control del movimiento de los enfermos. Por lo tanto, esta hormona tiene sus partes buenas y malas.

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