La educación en familia evita adolescentes violentos

La Fundación ANAR explicaba en COPE que “los adolescentes aprenden más con la observación que con una charla”

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Maribel Sánchez Margallo

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Los expertos consultados por COPE nos dicen que el niño de 12 años en coma etílico en Murcia o la pelea con navajas entre adolescentes en Madrid son el reflejo una educación familiar y escolar sin límites ni consecuencias.

Las recomendaciones de estos expertos pasan por educar en positivo, si hay castigos que sean razonables y sobre todo y, lo más difícil, dar ejemplo. Benjamín Ballesteros es el director de programas de la Fundación ANAR y explicaba en COPE que “los adolescentes aprenden más con la observación que con una charla. Si le prohíbes a tu hijo que consuma alcohol con sus amigos, pero tu luego en la comida de Navidad o en cenas de empresa acabas bebiendo cantidades ingentes de alcohol y el ve que luego sigues una vida normal, eres su referente. Lo considerará como una típica charla sin sentido que dan los padres sin relevancia en la vida normal”.

Violencia juvenil

El 71% de los adolescentes españoles cree que los jóvenes utilizan la violencia porque está normalizada en su entorno y también la sufren. Los datos, publicados por Aldeas Infantiles SOS ha encuestado a 2.313 estudiantes de Secundaria de toda España.

Desde la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) nos cuentan en COPE que estadísticamente, los adolescentes violentos suelen ser chicos de entre 14 y 18 años, de clase media y con problemas familiares. Por eso es tan importante que su educación se complemente con formación específica en la escuela desde edades muy tempranas.

Otro estudio, el publicado por la Fundación Mapfre en 2019, demuestra que el ámbito familiar es el de mayor influencia en el desarrollo de la violencia. Una de las causas de este problema es debida a que los progenitores no han marcado límites y normas necesarios desde la infancia, y tampoco han aplicado consecuencias a determinadas actitudes o conductas inadecuadas, dejándolas impunes. Esta dejadez en la responsabilidad como padres se caracteriza por una actitud despreocupada, con tendencia a conceder y ceder ante cualquier petición de los hijos, hecho que denota un estilo educativo sin ningún tipo de autoridad, en el que todo está permitido.

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