De la exclusión social a tener un empleo digno: 1 de cada 5 personas acompañadas por Cáritas lo lograron
Casi 4 millones de personas en edad laboral tienen serias dificultades para lograr un empleo en España
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Pasar de la exclusión social a tener un un empleo en condiciones es difícil pero no imposible. Es precisamente el objetivo de Cáritas con sus principales programas de empleo en los que participaron casi 65.000 personas en 2022, casi un 12 por ciento más que en 2021. De ellas, 1 de cada 5 lograron trabajo, después de culminar un proceso de acompañamiento y formación.
El trampolín para hacerlo posible son las 67 empresas de inserción que la ONG de la Iglesia tienen en toda España y a los 35 millones de euros invertidos en fomentar la empleabilidad de las personas que más difícil lo tienen, en su mayoría mujeres de más de 45 años y de origen extranjero no comunitario como Paula Linares.
Ha vencido miedos y dificultades y a los 49 años esta venezolana afincada en Albacete está orgullosa del camino recorrido desde su llegada a España en 2018. Tras completar su itinerario de formación desde enero tiene trabajo en la Cafetería Roldán y ha logrado dejar atrás una formación exhaustiva como ayudante de cocina y camarera.
“Cáritas me dió las herramientas y ahora yo las puedo manejar. Me siento mucho más segura. He cecido en lo personal y en lo profesional y he logrado desarrollar habilidades que no sabía ni que tenía” explica a COPE en la cafetería Romero. Aprendió entre sus mesas y productos de comercio justo es hasta lograr despegar por su cuenta.
Con una tasa de paro casi 2 puntos por encima de la media nacional y sitúada en algo más del 14 por ciento la tasa de exclusión en Castilla La Mancha es del 16,2 por ciento, la carencia material severa afecta al 4,5 por ciento y el 1,2 por ciento está en exclusión severa.
Quienes les apoyan tienen claro que dejar atrás esta situación requiere de un empleo pero no de cualquier tipo de empleo y de ahí la clara apuesta de Cáritas por la economía social y la inserción laboral muy presente en los distintos proyectos de esta región pionera en fomentar la empleabilidad de quienes más difícil lo tienen.
7 de cada 10 personas en Castilla La Mancha trabajan en la hostelería. Es uno de los sectores que más se impulsan y también el que ha escogido Alejandra Abadía que quiere ser cocinera. Con 35 años lleva dos en formación en el restaurante el Búho Letur plena Sierra del Segura con el que Cáritas busca también revitalizar las zonas rurales. Ve su futuro con bastante más esperanza que antes de iniciar el proceso.
“He aprendido muchas elaboraciones y la experiencia está siendo muy bonita. Mi futuro lo veo precisamente en la rama de la hostelería y lo que quiero es seguir capacitándome y estudiando hasta lograrlo, poco a poco, ahí voy” nos cuenta.
Apoyo técnico, social y emocional, claves para la reinserción profesional
Sin el apoyo necesario para muchas personas conseguir un empleo es una misión casi imposible, las mochilas con las que llegan a Cáritas son más o menos pesadas en función de la historia de cada uno de los participantes que, por ello, van a necesitar de un seguimiento personalizado adaptado a sus circunstancias y necesidades personales y familiares. Solo de esta manera será posible alcanzar el objetivo final que es su paso de la empresa de inserción a la empresa normalizada.
El tiempo que tarden según explica Ana Gómez de Cáritas Albacete dependerá justamente de cada persona y de la mejora de su empleabilidad. El mínimo son 6 meses y el máximo 3 años. Y debido a la precariedad laboral especialmente en los perfiles de las personas más vulnerables: “cada año tratamos de ver cómo podemos sacar más puestos de inserción laboral para que un mayor número de personas pueda tener la oportunidad de formarse y de salir adelante”.
Todo acompañamiento lleva aparejado una orientación profesional y cursos de formación hasta el acceso a la empresa primero con puestos de trabajo en espacios laborales de aprendizaje y después en el mercado laboral puro y duro. Como explica Elisa Martín que trabaja como técnico en la Fundación El Sembrador todo arranca con la acogida laboral de los participantes derivados en su mayoría de los servicios sociales en la empresa de inserción.
Se identifican las áreas de mejora de cada persona y se elabora con una hoja de ruta para mejorar su empleabilidad “sabiendo que van a irse, que van a aprender todas esas capacidades y dar el salto al mercado laboral. Les damos soporte ténico y también emocional y social. Este segundo es mi trabajo concienciar de la necesidad de formarse y apoyarles todo el tiempo evitando que se desmotiven cuando hay baches y buscando soluciones”.
Colaboración público-privada
Para facilitar la contratación de todas estas personas Cáritas está en contacto con el sector público y el privado en busca de nuevos espacios además de ofertas laborales para los participantes de sus programas de empleo.
Un ejemplo de ello es son los Viveros El Sembrador, un espacio cedido a Cáritas por el Ayuntamiento de la localidad castellanoleonesa de Hellín, en el que 14 personas se forman en proyectos de jardinería hasta lograr competir con éxito en la licitación de obras públicas.
Después de 15 años como responsable de este proyecto y a punto de jubilarse Rafael Iniesta constata que basta un poco de dedicación y de entrega para ver cómo cambian personas que llegan en situaciones muy límite de exclusión social: “cuando salen lo hacen con alegría y con mucha experiencia y más del 60 por ciento encuentran trabajo”.
Mientras manipula esquejes junto a su equipo para luego trasladarlos a los 3 invernaderos de la hectárea y media en la que cultivan más de 70 variedades Rafa no pierde ocasión para trasladar mensajes importantes para la futura vida profesional de sus alumnos como la necesidad de ser puntuales o de seguir paso a paso cada uno de los procedimientos que aprenden tanto de él como de los compañeros que más tiempo llevan.
Uno de ellos Francisco “el Pantera” está a punto de terminar su formación en el vivero tras haber completado el tiempo máximo de 3 años. Espera poder continuar como jardinero al tiempo que hace un balance positivo de la formación recibida que recomendaría a cualquiera en su misma situación.
De aprender de chefs con estrella Michelin a convertirse en formador
Por la Escuela de Hostelería El Sembrador, también en Albacete, pasan cada año unas 50 personas. Uno de los profesores es Carlos Martínez quien a su vez es jefe de cocina en el Restaurante El Sembrador que además de ofrecer una experiencia gastronómica única y refinada tiene como objetivo la inclusión laboral en el sector de la hostelería.
“Cuando te cuentan sus problemas, hay versiones muy desgarradoras, se te encoge el corazón y lo que piensas es que no sabes si tú podría afrontar ese tipo de situación con la que ello tienen que vivir. Y luego les ves trabajar con ilusión y con ganas y es esto lo que me ha hecho venirme aquí y dejar atrás un proyecto de 15 años en una empresa y diferentes experiencias en las que he podido trabajar con chefs con 3 estrellas de la guía Michelín como Quique Dacosta. Verlos funcionar, verlos volar y que se vayan desarrollando para mí es una satisfacción muy grande” nos explica Martínez.
Admite que le gustaría quedarse con algunos de sus alumnos para siempre en el restaurante una vez que ya están formados pero sabe que no puede ser y que una vez estén maduros le tocará volver a empezar de cero pero no le importa porque, según resume, “esta experiencia merece mucho la pena”.
La economía solidaria, el motor para un cambio de modelo
Cáritas destinó 117,5 millones a todas sus iniciativas de economía solidaria en 2022 que engloban sus programas de empleo, sus 67 empresas de inserción y el comercio justo. Son proyectos que ponen a la personas por delante del lucro y que buscan transformar el modelo para, según señala la secretaria general de Cáritas Española Natalia Peiro, “promover una economía que escucha y que acompaña a las personas en sus itinerarios; una economía que cuida tanto a las personas como el medioambiente y una economía que suma a muchas empresas que quieren también contribuir al cambio”.
Por cada euro invertido subrayan el retorno es de 1,3 euros. Además de ganar en autoestima y en el reconocimiento de su dignidad, las personas dejan de ser beneficiarias de ayudas públicas y privadas y se convierten en generadoras de crecimiento económico, consumen y pagan impuestos. Solo en 2022 las empresas de inserción laboral de Cáritas generaron 2.373 puestos de trabajo para personas con graves carencias socioeconómicas y escasa experiencia laboral entre otros problemas.
En el conjunto de acciones generadoras de empleo protegido la inversión de Cáritas alcanzó los 81,6 millones de euros mientras que las acciones de comercio justo supusieron 635.000 euros con más de 21 tiendas y 45 puntos de venta en España.
Y no hay economía solidaria sin un sistema de finanzas ético que vaya más allá de la rentabilidad económica y que “garantiza a los ahorradores que su dinero se invierte en proyectos que buscan el desarrollo de las personas, favorecen la distribución de la riqueza y protegen el medioambiente” según señala Francisco Lorenzo, director del área de acción social en Cáritas.
Todos podemos contribuir al cambio, subraya Lorenzo: “las administraciones potenciando y cuidando las iniciativas de inserción; las empresas y privadas dando oportunidades y los consumidores apostando por decisiones de compra y de inversión que se conviertan en oportunidades reales para las personas que peor lo están pasando”.
Queda trabajo por hacer si tenemos en cuenta, recuerda, que hoy todavía en España el 12,5 por ciento de los trabajadores están en situación de pobreza relativa y el 16,5 por ciento de quienes trabajan están en situación de exclusión social. Son los llamados trabajadores pobres.
Hay además 4 millones de personas en edad laboral con serias dificultades para lograr un empleo en España según la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística. Equivale al 8,6 por ciento de la población que en un año trabajan menos del 20 por ciento de su potencial.
La economía solidaria genera más de dos millones de empleos directos e indirectos en España que trabajan en más de 43.000 empresas que facturan el equivalente del 10 por ciento del PIB (riqueza nacional) según el último informe “Empresas relevantes de la Economía Social” de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES).