Los colegios no están preparados: 1 de cada 10 niños necesita una atención educativa específica

Niños que tienen dislexia, déficit de atención o altas capacidades. Las familias alertan de que pocos centros educativos tienen los recursos

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Uno de cada 10 niños en edad escolar necesita una atención educativa específica

Sefi García

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Más del 9% de los alumnos requieren en nuestro país atención educativa específica, según datos del Ministerio de Educación. Un tercio de ellos, apoyo por una discapacidad o trastorno grave y 7 de cada 10 por necesidades que no están vinculadas a una discapacidad concreta.

TDA, TDH, autismo en grado 1, dislexia, discalculia, altas capacidades, son los problemas más comunes que requieren de esa atención especial. A pesar de que hay un protocolo, pocos centros educativos tienen capacidad para atenderles en todas sus necesidades. Son datos oficiales, pero los expertos calculan que son trastornos neurológicos infradiagnosticados. Los especialistas creen que solo el déficit de atención y la hiperactividad afecta casi a ese porcentaje.

El caso de Maite: comprensión cero

Maite es madre de un adolescente de 14 años con déficit de atención, diagnosticado desde los 7 años. Fue la orientadora del colegio la que la puso en alerta, pero de la forma más dura: al tiempo sancionaban a su hijo por acoso escolar “con 7 años y con un posible TDA”, nos dice.

Desde entonces han pasado 7 años de lucha y confiesa Maite que“si yo hago balance de estos años diría que del centro, ayuda, poca o ninguna”. Es más, el año pasado, cunado su hijo ya adolescente tenía 13 años “le aplicaron tres expedientes disciplinarios, le prohibieron ir a excursiones con los demás compañeros, me lo mandaron a casa 3 días y todo cosas como que se le caían las hojas, o se le destinaba el boli o se levantaba al baño sin pedir permiso, cosas que para mí no tenían relevancia”. Fue entonces cuando Maite decidió acudir a la inspección educativa. “Exigí atención a la diversidad para mi hijo a través de una denuncia”.

La denuncia a la inspección de educación

Maite pedía para su hijo que no hicieran distinciones y que le diesen apoyo sin sacarle del aula, dado que el TDA le provoca dificultades para socializar y entenderse con los demás.

El colegio se lo negó fuera de horas lectivas. Tras la denuncia las cosas han mejorado. Pero no con la dirección del centro cuya posición “sigue siendo la misma, pero el tutor que tiene es una extraordinaria persona, flexible, te entiende, cuando hay un tutor que sabe entender que está formado, que sabe que hay niños que no son un número más o que hay que tener un poco más de cintura porque son difíciles de gestionar, y cuando eso ocurre, todo va perfecto. Más allá de los resultados académicos”.

La dirección del centro, asegura, sigue igual, y nos pone un ejemplo: “están cambiando al libro digital, el niño tiene un Chromebook les ponen una herramienta de control para que no puedan acceder a páginas web, pero solo funciona en horario escolar. Yo me doy cuenta de que en casa entra en juegos y no estudia y, como tiene tendencia a engancharse, le pido al centro que me permitan poner un control parental, y me dicen que no”. Maite asegura que “cualquier mínima petición de ayuda que se sale de la norma es un no, independientemente de cuál sea la necesidad del crío”.

Buscarse la vida para ayudarles

Como muchos padres “en todo ese proceso me parecía que yo lo estaba haciendo mal porque el feedback que yo recibía del colegio siempre era malo”. Maite recurrió a un familiar que lleva el departamento de orientación en un centro público, para buscar apoyo e información. Y empezó a tomar medidas por su cuenta.

“Es un procesos en el que yo me tuve que dar cuenta sola, tirando de recursos privados. El centro no me ayudó absolutamente nada. Fui llegando a conclusiones para poder arropar al niño. Le busqué clases de apoyo y tuve la suerte de encontrar a una profesora de apoyo extraordinaria que le ayudó a salir del bache. Suspendía matemáticas y física y el año pasado empezó a sacar 7, no es cuestión de capacidad, es que no era capaz ni de concertarse en estudiar, pero yo eso no lo sabía hasta que empecé a poner medidas que ayudaron al niño. Tiene seguimiento médico y este año le he incluido en un grupo de apoyo donde le ve una psicóloga semanalmente. Llegué a ese camino porque fue una recomendación unánime de todos los orientadores con los que habló mi familiar. Le está costando porque le enseñan temas de orden y organización, que es otro de los problemas que tiene, porque hace los deberes, pero pierde la hoja, entonces le ponen negativos. Y poco a poco va yendo mejor. A eso se suma que tiene 14 años. Pero va mejor porque yo fui avanzando, porque el centro educativo no me ayudó, eso desde luego.

Los protocolos

Cuando se trata de una discapacidad que supera el 33%, los alumnos requieren de adaptaciones tanto curriculares como del propio centro educativo, explica el psicólogo Sergio Cook, que trabaja en un colegio para niños sordos. Son niños con “necesidades educativas especiales”. El otro 70% son alumnos a los que se les ha detectado y diagnosticado TDA, TDH, autismo leve, dislexia, discalculia o altas capacidades, por ejemplo, y que son los más difíciles de detectar.

Las comunidades autónomas tienen un plan, el “Plan Incluyo” en el que se dan nociones para ayudar a estos alumnos, recuerda la psicóloga y orientadora escolar Nuria Nuño, “por ejemplo-explica- en casos de TDA y TDH, los exámenes son más cortos, con menos preguntas, los textos largos se dividen en frases y si un colegio comunica que tiene casos, podrían darle apoyo”.

La falta de personal especializado

Pero la realidad es que en España no hay suficientes profesionales en los centros educativos para atender a estos alumnos. Así lo afirma Enrique Castillejo, el presidente de los pedagogos españoles. Aunque es imposible, confiesa determinar el número, de especialistas que están activos en los colegios, baste el dato del número de orientadores por alumno, que según Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España es de uno por cada 700 u 800 alumnos, cuando la recomendación de la Unesco es de 1 por cada 250 estudiantes.

“Ninguna comunidad autónoma tiene equipos de pedagogía terapéutica, que esa es la especialidad, preparados en número suficiente”, afirma el pedagogo. “Son alumnos que tienen derecho a un futuro profesional igual que los demás. Con lo cual van a necesitar una orientación educativa y profesional adaptada en grado máximo -explica-, pero ni tan siquiera tenemos suficientes orientadores, pedagogos y psicopedagogos en los centros educativos, ni nos acercamos a los estándares europeos. Tenemos que pensar en el sufrimiento de las familias no en el hoy, sino en el futuro de sus hijos, porque no les estamos dando garantías para que sus hijos se formen adecuadamente en el sistema educativo obligatorio. Si la pregunta es ¿los centros educativos tienen dotación adecuada para el tratamiento de este tipo de trastornos de la conducta y el aprendizaje? La respuesta es contundente: No. Y nos debería avergonzar a todos como sociedad que en el sistema educativo español todavía estemos tan deficitarios en dotación de personal tanto en pedagogía terapéutica como en orientación”.

Dislexia, discalculia, déficit de atención, hiperactividad, altas capacidades..., todos estos trastornos son reconducibles una vez diagnosticados, y cuanto antes, mejor. Entre los 3 y los seis años es el momento ideal y el centro educativo juega un papel fundamental en la detección.

No solo apoyo educativo

Pero la ayuda que necesitan no es solo educativa. “Al final acaban estigmatizados, sobre todo cuando convives con niños y niñas de tu edad que a lo mejor son muy pequeños y no lo entienden, o a lo mejor son mayores y sí que lo entienden, pero estar en una etapa en la que lo que importa es encajar, ser igual a los demás. En la adolescencia, por ejemplo, que lo que importa es tener un grupo de referencia.

En el momento en el que sales un poco de la norma, la gente tiende a rechazarte. No solo porque sean diferentes, también porque no lo entienden. Hay que trabajar mucho su autoestima, el entender que es algo que pueden hacer esfuerzo para superar el reto, pero que no es culpa suya. Entender también que no pasa nada si no sale algo bien. Hay que trabajar el área emocional y personal de estas personas que a veces se olvida un poco porque te centras en que saquen o tengan amigos, pero a veces es más importante que se valoren y que sepan que también tienen un hueco en esta sociedad”.

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