Los geriatras piden el traslado urgente de sus pacientes con coronavirus
En demasiados hospitales faltan respiradores y se da prioridad a los pacientes más jóvenes, señala una médica del Hospital de Getafe
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El 85 por ciento de los fallecidos hasta el momento en España con COVID-19 son mayores de 70 años. En demasiados hospitales faltan respiradores y se da prioridad a los pacientes más jóvenes mientras en otros centros sanitarios sobran camas y respiradores. En la primera semana de la crisis Marta Castro, geriatra del Hospital de Getafe, cuenta a COPE que vió morir a todos sus pacientes con coronavirus.
Hasta tal punto llega el colapso en este centro madrileño. Y no es el único de España que parte de esos pacientes mayores han llegado a renunciar a un respirador sabiendo que es lo único que podía salvarles la vida.
“Algunos me dijeron a mí y a mis compañeros que dejásemos por escrito que no les llevasen a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) si se ponían peor para dejar el sitio a alguien más joven, así que ellos mismos han renunciado”, señala con desesperación esta doctora de 45 años.
Con dos décadas de ejercicio a sus espaldas, Marta no tiene palabras para la gestión política de esta crisis. Considera que “muchas de las muertes por COVID-19 se pudieron haber evitado” si hubiésemos tenido los medios necesarios tanto de protección del personal sanitario como de atención a los pacientes. Unas carencias que, según denuncia, no han sufrido otros países como Alemania, donde la mortalidad nada tiene que ver con la de España.
En el hospital donde ella trabaja no hay un solo hueco de UCI disponible, y eso que desde que arrancó la crisis se ha triplicado el número de camas. Los respiradores que se han instalado proceden de UVI’s móviles, de las facultades de Medicina y de múltiples iniciativas siempre individuales y del ámbito privado.
Pero no dan a basto y actualmente, según explica a COPE, hay más de 20 personas aguardando en lista de espera para acceder a esa única posibilidad de sobrevivir que supone el respirador para tantas personas que ven sus pulmones inflamados hasta tal punto por el COVID-19 que necesitan esa asistencia mecánica hasta que hacen efecto los fuertes fármacos que se les administran y que, también señala, “se están agotando”.
El resultado es que que cada vez más pacientes, y no solo de 80 años, sino también de 70, 50 y hasta 40, subraya, se están quedando fuera, lo que explica que siga “aumentando el número de fallecidos a diario en nuestro país”.
Ante esta situación urge, según denuncia en COPE, que España funcione como una única UCI porque “es ridículo que no podamos acceder a una UCI en Toledo desde Getafe” y porque “todos somos españoles y tenemos derecho a tener las mismas oportunidades de que se nos salve la vida”, algo que sería posible “trasladando a los pacientes” desde las zonas más saturadas a las que aún tienen camas libres.
Capítulo aparte merecen los medios con los que trabajan, la bata que Marta lleva cada día al trabajo se la confeccionan las madres del colegio de su hija y las mascarillas se guardan bajo siete llaves y se entrega una al día por trabajador, insuficiente para minimizar los riesgos.
El resultado es que el personal sanitario se está contagiando y “pronto tampoco habrá médicos”. Otros países ya han hecho venir personal del extranjero como en Italia, pero España solo con cuentagotas.
Tampoco tienen acceso a los test, explica a COPE, “ni siquiera nos hacen la PCR a los profesionales salvo cuando ya estás arrastrado y con fiebre alta”.
“Ahora mismo en mi servicio hay un ingreso de una compañera con neumonía bilateral severa y otras dos compañeras de baja y a nadie nos ha hecho las pruebas como contactos, a nadie”, subraya.
Y es que, desde que arrancó la pesadilla en la que vive, tiene una tremenda sensación de jugarse la vida por sus pacientes sin tener el respaldo institucional que necesita.
“A ver, te estás dejando tu propia vida y arriesgándote, que yo tengo hijos, te la juegas y sin ningún respaldo detrás” subraya Marta.
Y es que, como muchos otros médicos no quiere que la ovacionen desde los balcones, solo poder hacer bien su trabajo.
“Yo no quiero ser ningún héroe. La noche pasada estaba en casa en el momento de los aplausos y no quise salir a la ventana. Lo que quiero es poder salvar el máximo número de vidas” se lamenta.
Y, de momento, es algo imposible por la falta de medios. En medio de esta cruda realidad, si hay algo que le da fuerzas, es su fe.
“Yo tengo fe y no sé de donde saco las fuerzas, pero creo que de ahí porque, si no, no me lo explico. Esto es horrible” concluye.