Más de la mitad de los jóvenes españoles menores de 32 años no podrán independizarse

Solo 1 de cada seis jóvenes menores de 30 años han conseguido abandonar el hogar familiar el año pasado

Más de la mitad de los jóvenes españoles menores de 32 años no podrán independizarse

Sefi García

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Tenemos el paro juvenil más alto de Europa, y hay tres millones de jóvenes menores de 25 años en riesgo de exclusión social, pero solo el 2% ha conseguido el ingreso mínimo vital. Más detalles poco alentadores: casi 4 de cada 10 menores de 30 años en edad de trabajar, no tienen ningún ingreso: son seis puntos más que antes de la pandemia. A esta tasa brutal de desempleo se suma que la mitad de los que trabajan, lo hacen con contratos temporales, la media es de tres meses, y que 1 de cada 4 tiene una jornada a tiempo parcial no deseada y sin posibilidad de ampliarla. Son parámetros medidos por el Instituto de la Juventud y por el Banco de España, que concluye con una perspectiva aterradora: el nuestro es de los pocos países de Europa donde la probabilidad de que los jóvenes menores de 32 años sigan viviendo con sus padres se sitúa por encima del 50%.

Lydia tiene 33 años y una de las escasas historias con final feliz. Se graduó en Ciencias Químicas en Madrid, hizo un Máster en el País Vasco y luego intentó un doctorado de nuevo en la capital, pero “era un doctorado sin proyecto, con lo que los alumnos que lo hacíamos, no cobrábamos ni teníamos beca, así que en los ratos libres, daba clases, trabajé de camarera e incluso de directora de actividades de ocio y tiempo libre… intentaba sacar dinero de donde podía”. Buscó y encontró un programa de doctorado con beca pero en la República Checa". Allí estuvo 4 años y decidió volverse.

A los dos meses de volver encontró un empleo decente en su campo, “le llamamos suerte, pero realmente me empleé por el trabajo previo que había hecho de formación”. Ahora “puedo vivir en un piso alquilado, soy de las que piensa que la estabilidad económica no te da la felicidad, pero sí una tranquilidad emocional para seguir avanzando y evolucionando en tu vida”. Lydia ha conseguido su objetivo vital, pero reconoce que tiene muchos amigos que todavía están en el camino en el filo de la treintena “ya no es solo el paro, que es horrible-asegura- es que por tener algo de dinero en el bolsillo se pliegan a trabajos con sueldos muy bajos que no te permiten tener un piso en alquiler, porque los precios están prohibitivos. Hay muchos factores que se unen y hacen la situación insostenible”

Pide que entre todos “reflexionemos, porque yo, gracias a Dios, tengo una estabilidad económica y emocional y pude dar el paso de independizarme, pero a mi alrededor hay mucha gente de mi edad que todavía no lo ha conseguido”.

Es el caso de Pablo, 34 años, con estudios superiores de música: por primera vez puede aspirar a independizarse. Nos cuenta que por curiosidad se metió en el portal de la Seguridad Social para ver su vida laboral cuando “estaba ayudando a mi padre a pedir su jubilación, y cuando busqué mis datos el resultado fue muy revelador: me decía que mi vida laboral era complicada y confusa. No es algo que yo no supiera”.

Pablo se ha dedicado a la música toda su “peculiar” vida laboral como instrumentista en conciertos “me han pagado hasta con bocadillos o vendiéndome que me daba visibilidad para conseguir otros trabajos, otras veces no nos daban de alta o lo hacían por menos horas, en las escuelas de música en las que he dado clases, tres cuartos de lo mismo: he trabajado sin poder cogerme una baja por enfermedad, sin cobrar las vacaciones, he recuperado clases de días festivos, el machaque era bastante fuerte. En casi todos estos trabajos muy mal pagados, me pedían que me diera de alta como falso autónomo”.

Pablo ha conseguido a sus 34 años, por primera vez juntar suficiente dinero al mes para plantearse abandonar por fin la casa de sus padres, para ello trabaja dando clases en dos escuelas de música “respetables y que en comparación con todo lo que he vivido, parecen el jardín del Edén”. Trabaja todas las tardes y da clase a unos 60 alumnos “en condiciones infinitamente mejores a las que he tenido nunca”. Espera ganar entre mil y mil doscientos euros al mes este año. El problema ahora es el precio del alquiler “me gastaría casi todo lo que gano y eso que es la primera vez en mi vida que puedo planteármelo”. Le queda la opción de compartir piso “pero es complicado... en mi entorno tengo mucha gente, incluso familia, que ha tenido experiencias muy desagradables”.

Pablo siente que no es capaz “de cumplir con las etapas de la vida incluso antropológicamente hablando y esto hace mella en la persona y como consecuencia también en la sociedad”.

Y según los expertos, así es. Ya no solo desde el punto de vista social, también económico. Natividad Buceta, investigadora de OBS Bussines School nos explica que “a la desesperanza con la que viven los jóvenes en nuestro país hay que añadir el perjuicio económico que supones que salgan más tarde de los hogares familiares, porque supone un menor gasto y tiene una trascendencia importante a la hora de tener empleos dignos, que les permitan tener su propia vida”.