“El Mediterraneo no se puede convertir en una fosa común de gente que huye de la miseria y la guerra"
La ministra de Trabajo y Seguridad Social, Magdalena Valerio, admite que la "situación es complicada" y precisa reforzar "los dispositivos de acogida".
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Cuando un inmigrante llega a nuestras costas es atendido a pie de playa o puerto por la Cruz Roja en Primera instancia, se revisa su estado se les entrega comida y un kit sanitarios y si están bien son trasladados a unos módulos donde la policia hace las reseñas y las pruebas de seguridad. Allí pueden estar hasta 72 horas. Es la Cruz Roja de nuevo quien les lleva a los centros de acogida, ahora ya son polideportivos o naves porque no se da abasto.
De estas instalaciones deben pasar ya a plazas de refugiados o asilo de los ayuntamientos o a un centro para ser repatriados. Pero todo está colapsado. No hay sitio, ni personal suficiente para atenderlos o realizar los trámites.
En próximos Consejos de Ministros se va a aprobar un plan con una nueva partida presupuestaria porque ya no hay dinero, y una oferta de empleo público para ayuda a pie de playa y centros de atención. Magdalena Valerio, ministra de Trabajo y Seguridad Social admitía que la "situación es complicada" y precisa reforzar "los dispositivos de acogida, que se están prestando a través de las ONG, para que estas personas que llegan en patera tengan una atención adecuada".
El Gobierno avisa de que España va a pasar a ser a partir de ahora “un país de asilo y refugio”. “El Mediterráneo no se puede convertir en una fosa común de gente que huye de la miseria y la guerra", recalcaba la Ministra. La secretaria de Estado de Migraciones, Consuelo Rumí, ha abogado por "hacer una revolución mental" en la política europea, cambiando las políticas a la defensiva e impulsando un pacto en la UE para aliviar la “presión”. Han arribado a nuestras costas 18.000 personas en lo que va de año, ya se supera todo el 2017. Achacan esta llegada masiva al cierre de Italia.