Obesidad: cómo saber si tengo sobrepeso o solo me sobran unos kilos

En los dos últimos meses, en los que nos hemos visto obligados a cambiar nuestras costumbres por el coronavirus, hemos empeorado nuestros hábitos alimenticios

¿Me sobran unos kilos o tengo sobrepeso?

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Hay estudios que nos auguran malos presagios: los españoles podrían engordar hasta cuatro kilos durante el confinamiento. Claro que esto era antes de comenzar las fases del desconfinamiento cuando dejamos de hacer ejercicio físico y nos entregamos con pasión a alimentos poco o nada saludables como las patatas fritas y aperitivos similares, junto con el consumo de cerveza. Productos que aumentaron mucho sus ventas al principio del confinamiento por el estado de alarma.

No todo fue tan descompensado, superados esos primeros días de adaptación, también comenzamos a realizar ejercicios en casa y eso fue frenando el aumento de los kilos que iba reflejando la báscula, a la que por cierto, procurábamos no subirnos a diario.

En realidad, no es un problema que podamos localizar solo en España, se ha dado en todos los países del mundo, en todos, porque el contagio del SARS-CoV-2 es una pandemia y el comportamiento humano ha sido similar en todas partes. La revista de divulgación de investigaciones científicas, Oxford Academic advertía del aumento de la obesidad en Estados Unidos en personas menores de 60 años porque suponía un riesgo durante este periodo de la COVID-19.

Porque no podemos pasar por alto que la obesidad es un grave problema de salud, "es una condición crónica que se caracteriza por un exceso de grasa en el cuerpo. Se diagnostica por medio de un número llamado el Índice de Masa Corporal (IMC), el cálculo de la cantidad de grasa en el cuerpo", podemos leer en el The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism.

Para calcular nuestro IMC, tenemos que multiplicar nuestro peso (en kilos o en libras) por 703 y luego dividir el resultado por nuestra altura (en metros o en pulgadas dependiendo si el peso lo hemos calculado en kilos o en libras respectivamente). El resultado de esa operación lo volvemos a dividir por nuestra altura (en metros o pulgadas).

Tanto el sobrepeso como la obesidad pueden aumentar la posibilidad de sufrir enfermedades serias como: la diabetes, la presión arterial alta, derrames, síntomas en la vesícula, colesterol alto, gota...

¿Sobrepeso o solo me sobran unos kilos?

La respuesta podríamos decir que nos la da el espejo. Pero para no fallar tenemos el Índice de Masa Corporal que nos va a indicar con más precisión si nuestro peso es el adecuado, lo que se conoce como normopeso, si es inferior al peso que deberíamos tener por nuestra estatura o si, por el contrario, lo superamos.

Si nuestro IMC es inferior a 18,5 estaremos por debajo del que sería el peso adecuado que tendríamos que tener. Si ese IMC está entre 18,5 y 24,9 podríamos decir que estamos en nuestro peso ideal, el normopeso y si ya pasamos a 25 habremos entrado en sobrepeso que tiene distintas fases, llegando a obesidad extrema si ese índice supera el 50.

Para saber con más precisión si hemos entrado en sobrepeso hay pruebas de detección como el ultrasonido, la tomografía computarizada (TC) y escáneres de resonancia magnética (MRI), pruebas que incluso detallan la distribución de la grasa corporal e incluyen el grosor del pliegue de la piel o comparaciones de cintura a cadera. Sin olvidar conocer los niveles de colesterol y glucosa a través de un análisis de sangre, pruebas del tiroides e incluso electrocardiograma para conocer la salud cardiaca.

Fuente Sociedad Española de Obesidad

Fuente Sociedad Española de Obesidad

La Organización Mundial de la Salud, alerta del aumento alarmante de la obesidad en el mundo y en especial entre los niños. Ahora que nos enfrentamos a una pandemia mundial -la del coronavirus-, hace ya unos años que los expertos en salud llevan avisando de otra pandemia por la que mueren al año 2.800.000 personas y que ha ido aumentando silenciosamente durante las dos décadas de este siglo, la obesidad.

Los datos de la OMS dan vértigo: en 2016, el 39 por ciento de la población mundial de adultos tenía sobrepeso. El 13 por ciento eran obesos. Más claro aún, hay 1.900 millones de personas con sobrepeso y 650 millones padecen obesidad.

En el caso de la obesidad infantil la situación la podemo calificar de alarmante: la obesidad se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años, se estima que en 2016 había 124 millones de niños obesos.

Identificar la obesidad en nuestros niños

Según las últimas estimaciones de la OMS, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos en 2016. El sobrepeso y la obesidad que se consideraban problemas propios de países con ingresos altos han pasado a ser trastornos que cada vez son más frecuentes en los países de ingresos bajos y medianos, en particular en los entornos urbanos. En África, el número de menores de 5 años con sobrepeso ha aumentado cerca de un 50% desde el año 2000. En 2016, cerca de la mitad de los niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad vivían en Asia.

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Ambos problemas afectan a más de 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años, en proporciones similares en ambos sexos: un 18% de niñas y un 19% de niños con sobrepeso.

Si no tomamos medidas, “en 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con desnutrición” advierte el organismo internacional que subraya que "el sobrepeso y la obesidad, así como las enfermedades no transmisibles vinculadas, pueden prevenirse en su mayoría " Para ello "son fundamentales unos entornos y comunidades favorables que permitan influir en las elecciones de las personas, de modo que la opción más sencilla (la más accesible, disponible y asequible) sea la más saludable en materia de alimentos y actividad física periódica".

En el plano individual debemos:

En el plano social se necesitan políticas demográficas y basadas en pruebas científicas que permitan que la actividad física periódica y las opciones alimentarias más saludables estén disponibles y sean asequibles y fácilmente accesibles para todos, en particular para las personas más pobres. Para ello la OMS recomienda, por ejemplo, un impuesto sobre las bebidas azucaradas. A la vez que pide a la industria alimentaria que reduzca el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados y se limite la comercialización de alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos destinados a los niños y los adolescentes.

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