Pese a su potencial, la música sigue siendo “una María” en la educación

Tocar un instrumento aumenta 3 puntos el coeficiente intelectual y repercute en su desarrollo físico, emocional y social

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Por su probada repercusión en el desarrollo físico, intelectual, emocional y social de los niños, porque favorece el rendimiento académico y habilidades importantes para la vida, la música debería ocupar un lugar central en el sistema educativo. Pese a ello y, según lamentan quienes se dedican a promoverla, sigue siendo “una asignatura María” cuya enseñanza se limita a 45 minutos semanales.

Las familias que desean que sus hijos tengan una adecuada formación musical deben completar las enseñanzas que reciben en los centros educativos con escuelas de música públicas o privadas en las que o bien es difícil entrar o bien tienen un alto coste económico inaccesible para muchos hogares. Otra opción son los conservatorios de música por los que muchos alumnos pasan y pocos terminan: 9 de cada 10 acaban abandonándolos antes de completar los larguísimos estudios de 14 años.

La música tiene claros beneficios cognitivos: mejora la atención y la memoria. Y según un estudio de la Universidad de Granada, en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad McMaster de Canadá, tocar un instrumento puede llegar a aumentar el cociente intelectual de niños y adolescentes hasta 3 puntos. No es la única ventaja que implica aprender música durante la infancia y la adolescencia.

Fomenta las capacidades en lecto-escritura, en matemáticas y en el aprendizaje de idiomas; conciencia y sensibilidad cultural, habilidades interpersonales y creativas, satisfacción por lograr un objetivo común. Además, la música exige un desarrollo de la disciplina en el estudio; autonomía y capacidad de autogestión y de planificación del trabajo, controlar procesos que exigen vincular ideas abstractas con el movimiento del cuerpo. Nos reporta un canal de expresión y canalización emocional”, explica a COPE el compositor y profesor de conservatorio David Ruiz.

En opinión de este experto en música, profesor en la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y director del Máster de Investigación de Música Interdisciplinar y Profesor del Centro Superior de Música Katarina Gurska (CSKG) “la enseñanza musical de los colegios está muy condicionada por el escaso peso lectivo de la asignatura, la formación de los profesores, los recursos del centro (instalaciones, instrumentos...) y el limitado grado de interés que tiene la comunidad educativa”.

Considera que “donde se debe echar el resto es en la apuesta decidida por una mayor implementación de la música y de las artes en general en la educación básica, en los colegios y enterrar de una vez por todas esa concepción de “asignatura María” que se tiene de la música y, a partir de ahí, explorar toda la potencialidad educativa que ofrece”.

Actualmente subraya la música ocupa el 2 por ciento de la enseñanza elemental en España frente al 13 por ciento en Finlandia donde los niños obtienen resultados muy superiores en matemáticas y en comprensión lectora en las pruebas internacionales que los de nuestro país, algo que nos obliga a replantearnos y a reflexionar sobre cómo fomentar las competencias que hacen que seamos buenos en esas asignaturas tan importantes y que no siempre consiste en dar más horas de esas asignaturas sino en potenciar otras, como la música, que logran un desarrollo más eficaz.

Fuera del colegio y como apuesta de las familias

Jesús Ruiz tiene dos hijos de 11 y de 5 años. Tras hacer la carrera de piano y conocer a su mujer gracias a la música tiene muy claro las ventajas de este tipo de educación que, como padre, no duda en aportar a sus hijos por su positivo impacto en el desarrollo físico, intelectual, emocional y social: “sabíamos que deberíamos recurrir a una formación más allá de la que brinda el colegio en el que también nos apoyamos hasta donde es posible”.

Con 11 años, su hijo mayor, Diego, lleva ya varios años estudiando piano, primero en una academia de música y, desde la pandemia, con su padre como profesor en casa. Tiene un oído absoluto, lo que supone que puede identificar o reproducir una nota musical con solo oírla, una capacidad extaordinaria que solo tienen 1 de cada 10.000 personas y que según explica Diego a COPE le sirve también para afinar instrumentos o entonar sin equivocarse una canción.

A pesar del esfuerzo que le supone tocar el piano, a Diego le compensa “por la satisfacción que supone cuando lo haces bien y te felicitan”. Lo que más le gusta, en su caso, es escuchar música “sobre todo pop y rock”. Del reguetón comenta que aprecia “el ritmo pero no las letras”.

Según explica a COPE su profesor de coro, Ricardo Arnó, que lleva 11 años dando clase a alumnos de entre quinto de primaria y segundo de la ESO y ahora en el colegio Highlands Barcelona, la música es “el poder de trasmitir el movimiento del cuerpo y del alma”. Admite que no siempre es fácil atender a la disparidad de capacidad natural de los alumnos y aboga por “diversificar por grupos en función de su nivel”.

A su juicio, debería ser una asignatura troncal junto a las artes por lo mucho que aporta a sus alumnos, especialmente, “quietud además de ser un excelente regulador emocional y ayudarles a fijar el conocimiento trabajando la memoria y el ritmo o mejorar sus resultados en matemáticas”.

Con alumnos como Diego, explica a COPE, “la música es un punto de unión que nos ha ayudado a conectar y eso es mágico”.

Durante la pandemia, el padre de Diego se convirtió en su profesor de piano y ahora van juntos a conciertos y siguen experimentando juntos con la música. Para Jesús Ruiz, el que un chaval siga adelante con la música también implica por parte de los padres “lograr que incorporen el aprendizaje musical a la rutina, lo que pasa por insistir en la necesidad de practicar un poco cada día”.

9 de cada 10 alumnos dejan el conservatorio

De las más de 100.000 personas que estudian algún curso en el conservatorio de música, solo 1 de cada 10 alumnos acaban los 14 años que supone completar la etapa superior en el conservatorio y que equivale a obtener un grado universitario, según se extrae de los últimos datos oficiales. Aunque hay centros escolares que integran las enseñanzas musicales y en el Bachillerato la rama artística también implica convalidaciones, la mayoría de los niños deben compaginar la carrera musical con la educación general y es uno de los motivos de la alta tasa de abandono.

Otro lastre para la permanencia de los estudiantes en los conservatorios es la gran carga teórica de los estudios de música unida a las horas de práctica instrumental que dejan poco tiempo para el resto de asignaturas y para el ocio. El punto de inflexión se suele producir en el tercer curso, cuando los alumnos se preguntan si todo el esfuerzo merece la pena cuando no quieren ser profesionales de la música.

La mitad de los alumnos no llega a la educación superior y, los expertos, consultados por COPE consideran que no tiene sentido que un proyecto profesionalizador de músicos como es cursar las enseñanzas profesionales de música se plantee como un método masivo para alfabetizar musicalmente a la población. Lamentan que arrastremos la idea de que la música es solo apta para profesionales y que nos cueste generalizar y dar prestigio a la enseñanza no reglada de música, a pesar, de todos, los beneficios que puede reportar a una persona tener contacto con un instrumento, aprender, tocar en grupo, disfrutar.

Un sinfín de ventajas, especialmente, si empezamos desde pequeños

Diferentes estudios han demostrado que los beneficios de aprender a leer partituras y lenguaje musical, a sincronizar movimientos de manos y dedos y a coordinarse con otras personas en la interpretación de una obra son mayores cuanto menor sea la edad de la persona cuando comienza a tocar el instrumento y cuanto menor sea su estado de desarrollo cognitivo en el momento inicial, también en niños de ambientes más desfavorecidos.

Estas son las 6 principales ventajas de aprender música:

1.-Mejora el funcionamiento del cerebro, la memoria, la concentración, la atención y el desarrollo cognitivo: según una investigación de la Academia de Oxford, los niños de 4 a 6 años que dan clase de música durante un año tienen un desarrollo cerebral más avanzado y una memoria más amplia que el resto de los menores que no han efectuado esa formación. En la etapa final de la vida, el haber tocado instrumentos también reduce más que otras actividades el riesgo de padecer problemas de memoria y deterioro cognitivo (investigación de la Universidad Emory en Atlanta).

2.-Potencia la imaginación y la creatividad: quienes tocan un instrumento musical o desarrollan cualquier otra actividad artística piensan de forma más creativa que el resto, también ayuda en la resolución de problemas ya que implica abordar muchas soluciones posibles, rechazando presunciones.

3.-Ejercita la disciplina, la paciencia y la constancia: dominar un instrumento implica dedicarle muchas horas, tiempo y esfuerzo lo que supone ser perseverante, paciente, disciplinado y constante.

4.-Reduce el estrés y la ansiedad, mejora el estado de ánimo: varios estudios científicos corroboran que realizar una actividad artística o creativa como la música reduce los índices de cortisol, la hormona que el cuerpo produce en situaciones de estrés.

5.-Eleva la autoestima, ser capaz de hacer música es una fuente de satisfacción que mejora los niveles de autoestima.

6.-Ayuda a desarrollar habilidades sociales.-el formar de un grupo de música o cantar en un coro facilita la integración con otras personas y potencia las relaciones.

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