Siete casos al día; aumentan los delitos sexuales cometidos por menores
Según los expertos hay que reforzar la educación en el respeto y el pudor
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Cada día se registran en España una media de 7 casos de abusos sexuales cometido por menores. Es la escalofriante cifra del año 2021 y aunque no hay datos ni de 2022, ni de 2023, los expertos consultados por COPE auguran nuevos repuntes. Las causas que llevan a estos chicos a cometer los abusos son múltiples y complicadas, pero no todo está perdido. Muchos profesionales trabajan con estos niños para poder revertirlo y reinsertarles en la sociedad.
Preocupa el aumento de casos
En sólo un año han crecido un 58 por ciento, según los datos de la fiscalía general del Estado y del Instituto Nacional de Estadística (INE). El 2021 se archivaron 8.433 diligencias contra investigados de menos de catorce años. Sobre menores de más de 14 años se investigaron un total de 2.625 posibles delitos sexuales, que equivale a siete casos al día, y hubo hasta 439 condenados. Si lo comparamos con hace casi 10 años, en 2021 hubo 140 sentencias condenatorias contra la libertad e indemnidad sexual, en 2021 aumentaron hasta las 439.
Javier Urra es psicólogo forense y ha trabajado 32 años en la Fiscalía de Menores. Desde su perspectiva histórica los niños de ahora no son más conflictivos que los de generaciones anteriores: “pero si comenten más abusos sexuales, agresiones sexuales y violaciones. Y lo que más nos sorprende es la violencia ejercida en manada”. Ante la pregunta de qué es lo que está pasando, Urra lo tiene claro: “no se está educando en el amor, se está traduciendo mal lo que es la educación sexual”.
Reyes Martel es titular del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas de Gran Canaria, lleva desde 2013 trabajando con menores y cree que en estos 10 años el cambio ha sido exponencial: “se nos ha ido de las manos, total y absolutamente y algo se tiene que hacer. De aquí a unos años ha cambiado todo. Y puede ir a más. La ventaja es que siguen siendo jóvenes y todavía no está terminado de moldearse las personalidades”.
¿Cuáles son las causas de este incremento?
Las posibilidades de abusos sexuales aumentan en las familias en las que existen previamente situaciones de violencia según recoge el informe “La atención a víctimas de abuso sexual infantil atendidas en los Centros de Atención a la Infancia: su relación con otros recursos municipales y de otras administraciones” de la Cátedra de Derechos del Niño de Comillas.
Para Urra es fundamental la educación que se recibe en la familia, la educación sexual bien entendida: “se ha acortado el tiempo de la infancia, tenemos una sociedad muy sexualizada con una adolescencia larga. A los niños hay que educarles en que tienen una responsabilidad individual. Eres responsable de lo que hagas”. La educación sexual es más que hablar de los órganos reproductivos, estamos hablando de educar en la ternura y el amor: “y los padres no lo están haciendo. Hay fallos educativos desde la más corta edad. Hay que educarles para saber decir que no, si hay una persona o un grupo que les propone hacer un abuso, tienen que saber negarse, denunciar y si se enfrentan a ellos o les quieren pegar, tener valor de soportarlo”.
Para Martel son producto de lo que nosotros les hemos enseñado: “no hacen otra cosa de repetir lo que ven a su alrededor. La culpa de lo que está pasando es nuestra”. Son la generación que más desconexión tienen con sus padres, sin tiempo para sus hijos, pensando en crecer en el trabajo o a nivel social: “¿para qué? ¿para hacer un viaje mejor en verano? Los padres no se dan cuenta que lo importante es el tiempo, el afecto”.
Hay muchas causas de este incremento, pero según la jueza, el mal uso de las tecnologías es una de ellas. Las tecnologías y el acceso a la pornografía: “antes era más complicado, había que comprar la revista, ocultarla a tus padres...ahora lo tienes todo a un simple clic”.
El consumo de la pornografía es cada vez más temprano, desde los 12 años en muchos casos. Según un informe de Save The Children, tres de cada diez niños de menos de 18 años acuden a la pornografía como medio de información sobre sexualidad. Un contenido que comienzan a consumir a los 11 años, aunque más habitualmente desde los 13.
Según Urra el acceso a los contenidos pornográficos: “está haciendo que se banalice el sexo, los chicos lo ven como un acto de machismo individual o grupal”. A esto hay que añadir, además, el fácil acceso a las drogas. Y como postre final, dice Urra, que uno de los peores componentes es: “que algunos padres de los agresores defienden a sus hijos en vez de pedir perdón a las víctimas y a las familias de las víctimas”.
¿Se pueden reinsertar?
Sí, aunque por supuesto depende de cada caso. Depende de sí es algo puntual o en qué situación ha sucedido, también de las raíces del menor, de la educación y del ejemplo familiar. En los juzgados de menores trabajan con un éxito de un 80 por ciento de reinserción de delitos de menores, ahora bien, añade Urra que: “la agresión sexual tiene peor pronóstico, es más difícil porque los menores han traspasado más límites para llegar a ella”.
Según los expertos consultados por COPE en la reinserción del menor lo fundamental es descubrir a tiempo lo que hay que corregir. Normalmente no es una sola causa, sino diferentes circunstancias que los han llevado a ese lugar.
Es muy importante para la reinserción la forma en que reaccionan los padres de los agresores. Según Urra poco se puede hacer ante una familia que cuando se les plantea meter al menor en unos cursos de educación, responden: “¿si no hay una sentencia, porque va a tener que hacer mi hijo esto?”.
¿Cómo se debe trabajar con estos niños?
Lo primero de todo es la sanción, hablamos de privar su libertad, que ese niño vea que el Estado y la sociedad no lo permite. Cuando un mejor comete un delito o falta, se le puede amonestar, se le pone a hacer trabajos en beneficios a la comunidad, y un paso más allá es la libertad vigilada en un centro abierto o cerrada, por unas semanas, meses o años. Hay que valorarlo según cada caso.
En segundo lugar, hay que hacer que se enfrente a la realidad, que escriba sobre ello, que se ponga en el lugar de la víctima, según Urra: “hay que trabajar en el cambio cognitivo, por ejemplo, erradicar de raíz ciertos pensamientos o conexiones que hace automáticamente el menor cuando por ejemplo se encuentra a una chica a las 2 de la mañana con poca ropa en una discoteca”. Una de las formas de trabajar con ellos es ponerle frente al espejo y preguntarles: “tienes una madre o una hermana, ¿sabes el daño que les has hecho? ¿calculas el sufrimiento? Hay que enfrentarles a la culpabilidad y la vergüenza, que aprendan lo que es el pudor”.
“La educación afectivo-sexual es fundamental, pero no de forma individual, hay que implicar a la familia”, subraya Martel. Por su experiencia nos cuenta que a la gran mayoría de los jóvenes lo que les falta es empatía: “ponerse en el lugar del otro, y en eso trabajamos. Un menor tiene que sufrir, hay que lograr que interiorice el daño, que lo sufra, que le duela, que se sitúe en el lugar de la víctima”.
Después, debemos conocer bien su entorno y ver que es lo que le transmiten sus padres y su entorno porque el problema de muchos de nuestros niños es que viven en una sociedad en la que existen negocios como la prostitución.
Es importante hacer ver a esos chicos que, aunque sean menores, no les sale gratis cometer esos delitos. Urra nos pone un ejemplo: “hace unos meses unos menores quemaron una casa. A algunos se les sancionó con libertad vigilada y otros sin libertad. Ahora a los padres se les pide 500 mil euros por lo que cometieron sus hijos; nos dicen ¿porque tengo que pagar yo lo que hace mi hijo? Porque eres su padre, la vía penal es para el muchacho, la vía civil es responsabilidad de los padres. La Ley parece suave hasta que te toca”.
Las familias son fundamentales para lograr la reinserción
Los expertos creen en el trabajo conjunto con la familia es fundamental para la reinserción de los menores que cometen un delito sexual. Y dan algunas pautas para trabajar en casa:
- Fomentar la empatía, que aprendan a situarse en el lugar de otras personas. Ellos pueden estar pasándolo mal, pero hay gente que puede estar aún peor.
- Hablar sobre el respeto y el amor a la persona. Primero a nosotros mismo, y luego a los que tenemos alrededor.
- Ser un ejemplo en la conducta, les podemos dedicar un tiempo de nuestro día para que trabajen el afecto.
- Vigilar el uso que hacen de las redes sociales. Viven en un mundo tecnológico, y no podemos negarles que existen. Pero, siguen siendo menores. Es bueno hablar con ellos para que vean los peligros y aprendan a no entrar en ciertas páginas.
- Enseñarles a que se responsabilicen de sus actos.
- Y si incurren en un delito, no justificarles. Deben saber que no estamos de acuerdo y tienen responsabilidad.
El camino de los valores
Cada año varios jóvenes realizan juntos el Camino de Santiago: “mezclamos chicos de todo tipo, chicos de protección oficial, chicos que han cometido delitos, otros que están en situación de riesgo y chicos que simplemente son voluntarios”, según nos cuenta Martel forma parte del trabajo de reinserción de los menores que han cometido delitos.
Buscan que aprendan a ponerse en el lugar de los otros, trabajan en la capacidad de solidaridad: “hace años había un chico condenado por delitos de violencia filo parental, la madre le tuvo que denunciar. Tras mucho trabajo fueron al camino juntos. Allí el chico condenado caminaba con otro joven que le contó que su padre estaba en prisión porque les pegaba y su madre había acabado falleciendo. Esta historia le impacto, se pasó 24 horas en silencio, y termino abrazando a su madre y pidiéndole perdón”. Hoy en día vive con su familia, ha vuelto a estudiar. La vida de esa familia cambió radicalmente: “fue un trabajo conjunto, de la madre también que, a pesar de ser maltratada por su hijo, se implicó”.
Este año vuelven a repetir la experiencia, junto a voluntarios que otros años fueron jóvenes “obligados” a hacer el Camino como parte de su reinserción. Lo harán además contra el cáncer, y en algunos tramos de ese camino se unirán chicos que están pasando por la enfermedad.
¿Se podría hacer más?
La responsabilidad penal comienza a partir de los 14 años según la ley de responsabilidad penal del menor 5/2000. Una de las opciones sería bajar la edad a los 12 años, pero los expertos recuerdan que estamos hablando sólo de sanciones: “bajar la responsabilidad de 14 a 12 me parece estupendo, pero igual en un año estamos preguntándonos que hacer con los de 10 años”, para Urra no es la solución correcta al problema.
Por supuesto se puede hacer algo desde el punto de vista penal, pero ¿la solución está en la ley una vez cometido el delito o en la educación? Nos lo explica con este ejemplo claro Urra: “es cómo querer decir que en la carretera habría menos muertos si mejoramos los hospitales, eso está genial, pero ¿no sería mejor mejorar como aprendemos a conducir? La justicia es el hospital”.