Sin ganas de salir y sin relacionarse: las consecuencias en los jóvenes dos años después del confinamiento

La pandemia ha cambiado nuestra manera de trabajar y nuestra forma de ser

Sin ganas de salir y sin relacionarse: las consecuencias en los jóvenes dos años después del confinamiento

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Desde hace algo más de 2 años lo que está siendo el pan nuestro de cada día son los contagios de COVID. Que si suben, que si bajan, que si hay una nueva variante. Y es que en esas estamos de nuevo: los casos covid-19 vuelven a subir. De hecho, desde la Agencia Europea del Medicamento (EMA) se ha alertado de que en las próximas semanas se espera una nueva ola ante la mayor circulación de las subvariantes de ómicron BQ1 y BQ1-1, que están mutando a gran velocidad.

Según el médico de COPE, Esteban Pérez Almeida, las consecuencias del coronavirus las seguimos teniendo en nuestro día a día. Después de dos largos años de pandemia, los confinamientos y tanto tiempo en casa ha tenido bastante que ver en esta pronta aparición de los virus: "La pandemia tiene mucho que ver. Nos protegimos en exceso, como tiene que ser, con el covid. Nuestro sistema inmunitario tiene que entender lo que pasa fuera, pero con tanto tiempo que se ha pasado en casa no ha sido así. Especialmente en los niños, ya apuntaba a la aparición temprana de estos desde la otra punta del mundo".

En sus palabras, todos los virus han brotado antes y de forma atípica. La gripe de este año es la de tipo A. Antes llegaba a finales de diciembre y este año ya está aquí. Y además, se está juntando con procesos como la gastrointeritis o los resfriados. Pero las consecuencias de la pandemia, por desgracia, no han sido únicamente a nivel de salud física.

Somos menos creativos y extrovertidos

Muchos jóvenes han vivido sus últimos días de instituto y primeros de universidad de una manera extraordinaria. Las clases online, los contactos estrechos con positivos, las restricciones en prácticamente todos sitios o los confinamientos nos han afectado a todos en mayor o menor medida, pero hay ocasiones en las que no ponemos el foco en los más jóvenes.

La pandemia no solo ha cambiado nuestra manera de trabajar con modalidades nuevas como el teletrabajo, y nuestra manera de relacionamos con los demás, sino que también ha cambiado nuestra forma de ser, según un estudio que también se ha encontrado que algunos de los efectos más pronunciados se observaron entre los adultos jóvenes.

Es posible que los rasgos más característicos de nuestra personalidad se hayan descafeinado. De igual modo, nos hemos vuelto menos creativos y extrovertidos. También menos agradables. Todo ello ha sido resultado de una investigación que se ha publicado en la revista PLOS ONE:

"Este estudio destaca el impacto psicológico de la pandemia y sus consecuencias psicosociales en el grupo vulnerable de trastornos de ansiedad que representan el grupo más grande de trastornos mentales en la población general y en tratamiento ambulatorio. Además, enfatizó el papel destacado de los factores estresantes causados por la pandemia para el agravamiento de los síntomas. Evidenciando la validez del modelo de vulnerabilidad-estrés para la situación actual, se debe anticipar un aumento pronunciado y sostenido de pacientes con nuevos trastornos mentales incidentes o recurrentes, lo que también se demuestra con los datos epidemiológicos actuales sobre un fuerte aumento global en la prevalencia de trastornos depresivos y de ansiedad".

De hecho, uno de cada cuatro europeos manifiesta tener estrés en el ámbito laboral, una situación tras la que se encuentran causas diversas como la precariedad, la conexión continua o el control excesivo, que expertos y europarlamentarios piden atajar para combatir los problemas de salud mental.

La retirada de Simone Biles (gimnasta estadounidense) de varias finales olímpicas, puso sobre la mesa la importancia de la salud mental. La deportista reconoció que no se encontraba en condiciones de competir porque padecía una crisis de ansiedad. En su caso se debe a la presión que suponen para ella las olimpiadas. Pero es un trastorno cada vez más común en nuestra sociedad y que puede afectar a cualquiera. El debate que ha despertado, más allá del caso concreto, ha ayudado a poner el foco, en un problema muy común y a la vez muy invisible todavía.

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