Solo 3 de cada 10 jóvenes viven por su cuenta a los 30 años

La situación económica empuja a muchos a volver a casa de sus padres

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Paola y Alba no pueden independizarse de sus padres por el alto precio de la vivienda

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Solo 3 de cada 10 jóvenes viven por su cuenta a los 30 años en España. Esa es precisamente la edad media de emancipación en nuestro país, 3 años más que en la Unión Europea, según datos de Eurostat, y los altos precios de todo, incluida la vivienda, están dificultando aún más el que puedan vivir de forma independiente. Algunos incluso deciden volver al hogar familiar tras constatar que no les salen las cuentas.

Menos del 15 por ciento de quienes tienen entre 16 y 29 años viven por su cuenta y 7 de cada 10 jóvenes de entre los 25 y los 29 años siguen viviendo en el hogar familiar. Y todo porque 3 de cada 10 de estos jóvenes no tiene trabajo y porque los que lo tienen viven en la precariedad con un sueldo neto que a apenas supera los 12.500 euros anuales. Esto unido a unos precios de la vivienda en aumento del 6 por ciento en el caso del alquiler y del 8 por ciento en el caso de la compra en cuestión de meses y al coste de la vida general con una inflación por encima del 10 por ciento hace que cada vez les sea más difícil vivir de forma independiente.

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Carmen Labayen analiza la situación económica de los jóvenes y cómo influye a la hora de independizarse

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Con sus sueldos y los precios los jóvenes ven “inviable” independizarse

Le ha ocurrido a Sofía de 28 años. Se emancipó en Madrid y al cabo de un año no le salían las cuentas y no tuvo más remedio que volver a vivir con su familia: “decidí volver de nuevo a casa con mis padres y al final es una situación bastante complicada porque estás acostumbrada a tu independencia, a tu ritmo, pero al final era una decisión necesaria porque veía que con mi sueldo y hoy en día como están los precios era totalmente inviable querer vivir de forma independiente”.

Su madre Cristina de 58 años también lamenta que la emancipación de su hija haya durado tan solo unos meses, sobre todo por la ilusión que le pusieron y por la frustración que supone la vuelta para ella y también para la familia que la había visto volar con sus propias alas.

“Se independizan con todo lo que esto supone, con sus 4 mueblecitos y con la ilusión de poder alquilar algo, aunque sea compartido y después ver que no llegan. Van muy justos y ese incremento del coste de la vida es lo que ha hecho que tenga que volver a casa. Es lo que está ocurriendo ahora con su generación, chicos con carreras que ven imposible mantenerse y esto es muy triste y muy lamentable” explica a COPE Cristina.

El gasto en vivienda inasumible para la economía joven

La edad media de emancipación en España roza los 30 años, 3 años más tarde que la media de la Unión Europea. En Suecia, la mayoría vive de forma independiente con 19 años. Algo imposible en España según explica a COPE Juan Enrique Gallo que trabaja en el Consejo General de la Juventud.

“Una persona joven destina 848 euros a pagar el alquiler y los gastos derivados y esto equivaldría al 80 por ciento de tu sueldo, emanciparse quiere decir no tener dinero para casi nada más y ahora con los precios al alza se agrava la situación. Y para comprar los datos demuestran que solo la entrada equivale a ahorrar el sueldo íntegro de 4 años. Y encima ahora los sueldos ahora están por debajo de los niveles de 2008 y así es imposible acceder a una vivienda” lamenta.

Obligados a compartir piso

Gallo tiene 30 años y es arquitecto y desde hace 3 años vive por su cuenta, pero no está siendo fácil: “haciendo cálculos veo que desde que vivo emancipado he destinado más de 30.000 euros de mi sueldo a alquiler y eso que nunca he pagado más de 600 euros por una habitación siempre. Me gustaría vivir solo y no estar obligado a convivir que es lo habitual, pero es que no me queda otra. Tal y como están las cosas no me puedo permitir ni siquiera alquilar un estudio de 30 metros cuadrados”.

“Yo estudié una carrera, acabé arquitectura y mi primer sueldo no pasaba de los 700 a 800 euros por mes. Los jóvenes no tenemos una posibilidad real de ahorro y a la primera que tu trabajo se trunca y que estás uno o dos meses sin trabajo pues tienes que volver al hogar familiar. Y aunque sea una red, tú ya tienes ganas de volar y de vivir solo, con tu pareja o con compañeros de piso. Y es que tampoco es bueno seguir conviviendo con tus padres con 30 o 35 años”, subraya.

Y añade “es algo que acaba retrasando muchos proyectos de vida. Y cuando te has ido, ya sabes cómo es vivir solo y también cómo te gusta hacer las cosas y en esos retornos hay conflictos simplemente porque padres e hijos están en momentos distintos de la vida”.

El síndrome del nido lleno: convivir en un hogar intergeneracional

Padres e hijos ven, en efecto, el retorno como algo problemático. Carmen Martínez Conde, al frente del Master de Orientación Familiar de UNIR, propone vivirlo con ilusión, como una readaptación que puede enriquecer mucho a todos los miembros de esa familia. Organización, comunicación y empatía, son claves para una convivencia pacífica en esos hogares intergeneracionales. Y es que del síndrome del nido vacío ven como estamos transitando hacia todo lo contrario: la vuelta de los hijos al hogar familiar.

“Los conflictos suelen ser sobre todo de tipo material, organización de horarios, a qué se destina el presupuesto familiar, quien aporta. También de corresponsabilidad quien hace tal o cual tarea, son situaciones que se viven en el día a día y que dependen de la organización del hogar. También hay muchos problemas de comunicación.

Considera esencial para preservar un buen clima familiar tanto en quienes conviven como en quien vuelve a convivir tras una etapa de emancipación: “ponerse en los zapatos del otro, tener empatía, saber querer a los demás y querer dar lo mejor de uno mismo”.

A quienes retornan Martínez Conde recomienda “ejercitar la paciencia, no quejarse, ser consciente de que hay que asumir nuevas responsabilidades y ser humilde también para reconocer sus propios errores, asumirlos y seguir hacia adelante haciendo equipo”

En esta situación, recuerda es importante “marcarse un plan de acción y que todos se responsabilicen y se comprometan, pero poniendo también mucha alegría, entusiasmo e ilusión”.

Algunas cifras

En España y según datos de Eurostat de 2021 los jóvenes se emancipan de media a los 29,8 años. Los hombres pasados los 30 años y las mujeres antes de cumplir los 29. La media en la Unión Europea es de 26,5 años de media con notables diferencias entre los 19 años en los que de media se van a vivir los suecos por su cuenta o los más de 33 años con los que se independizan de media los portugueses.

Aunque los precios y la crisis económicas registradas en lo que llevamos de siglo están jugando en contra de la emancipación, el problema en España es anterior. Ya hace 20 años la edad media de emancipación en nuestro país estaba en 28 años.

En España la tasa de paro entre los 20 y los 24 años es del 24 por ciento, el doble que en la Unión Europea según datos del segundo trimestre del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es una de las cifras que explica las mayores dificultades de emancipación para los jóvenes españoles. Y la Encuesta de Población Activa (EPA) sitúa en el 28,5 por ciento el paro juvenil.

El precio del alquiler ha subido cerca del 6 por ciento desde el pasado febrero en nuestro país según los datos de distintos portales inmobiliarios. Comprar una vivienda se ha encarecido un 8 por ciento de abril a junio de 2022 según el INE.

Paola y Alba, el ejemplo de dos jóvenes que no pueden independizarse

Paola y Alba son dos ejemplos de jóvenes españolas que superan el cuarto de vida y pese a querer independizarse tienen que seguir viviendo con sus padres al no poder emanciparse por el precio de los pisos ya sea para comprar como para alquilar.

Hemos escuchado su testimonio en Mediodía COPE. Tanto Paola como Alba contaban a Pilar García Muñiz que tienen su trabajo, incluso Alba tiene tres empleos distintos, pero sumando lo que gana con esos tres trabajos no le dan para poder ni siquiera irse a un piso de alquiler como para pensar en comprar una vivienda.

La soluciónpara las dos: vivir en casa de sus padres. Alba vive en Monzón y Paola en Pamplona. Paola se ha llegado a plantear compartir piso con algún amigo, pero preferiría comprar su propia casa, algo imposible de momento.

Herrera en COPE

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