El vallero tiene que lidiar con todo tipo de borrachos mientras trabaja
Se encarga de montar y desmontar las vallas para los encierros en horas intempestivas y rodeado de personas ebrias que a veces dificultan su labor
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Alfredo Macuso lleva treinta años trabajando como vallero en la celebración de los Sanfermines. Realiza la importante tarea de colocar vallas de madera en el recorrido del encierro para delimitar las zonas por donde correrán los toros.
Se ponen dos barreras. Detrás de la primera es donde se colocan los periodistas y medios gráficos debidamente acreditados ante las autoridades municipales mientras que es más allá de la segunda desde donde podrán presenciar el encierro el resto de los presentes.
Suelen tardar entre 30 y 45 minutos en montar todas las vallas que se colocan a lo largo de los 600 metros del recorrido del encierro matinal.
Durante el rato que acompañamos a Macuso y al resto del equipo de valleros varias personas en evidente estado de embriaguez tocan las maderas e incluso alguno de ellos agarra uno de los palos como improvisada pareja de baile.
El vallero no le da mayor importancia y asegura que "hay que acostumbrarse a trabajar con borrachos" y además añade que "algunos se portan bastante bien". Cuando interrumpen su trabajo él tiene su particular protocolo: “aguantas, los apartas y razonas con ellos”.
Macuso confiesa que suele dormir unas cuatro horas por noche durante los Sanfermines. Sin embargo, no le importa tenerse que acostar mucho más temprano que la mayoría en esta celebración, ya que prefiere vivir la fiesta de día viendo los encierros que de noche.