¡Yeyeba!: el grito de alegría de los niños de Guinea Ecuatorial

La periodista de COPE Patricia Rosety nos cuenta su experiencia como voluntaria en Malabo

¡Yeyeba!: el grito de alegría de los niños de Guinea Ecuatorial

Patricia Rosety, jefa de Tribunales de COPE

Publicado el - Actualizado

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"¡Yeyeba!" Es el grito de alegría que me traje de Malabo. “Rebosa felicidad”, me dijo Roberto Okón, el prior de los Dominicos en Guinea Ecuatorial. Con ese grito los guineanos terminan las celebraciones importantes, incluida la misa de la Virgen de Bisila, patrona de la isla de Bioko, el 15 de agosto. Y con esa alegría volví de Guinea Ecuatorial tras estar un mes con muchos niños con situaciones muy diferentes. Acostumbrada a ir a Perú en los últimos cuatro veranos, a las misiones de Koribeni y Puerto Maldonado, este año Selvas Amazónicas, la entidad de los Dominicos que apoya sus misiones, me cambió el rumbo y me envió a Malabo. Era mi primera vez en África Negra, en África Subsahariana. Pero no es un destino radical, según lo que entendemos por África. No fue una experiencia radical. Estamos en un barrio de Malabo, Patio Pérez. Para empezar, hablan español, conservan cierta cultura española y se interesan por España. Es un pueblo africano europeizado, aunque se nota la africanización. Es lógico.

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Los guineanos son alegres, demuestran su entusiasmo en todo lo que hacen. Mayores y pequeños. Por lo menos, los que yo vi en torno a nuestra misión, en la parroquia de Santa Maravillas de Jesús. Y algunos nos contagiaban su vitalidad, como es el caso de Salomé, cuando canta en misa a las 6,30 de la mañana. Mi tarea estaba con los niños. Por la mañana, en el campamento de verano de la parroquia, y por la tarde en el orfanato de Malabo.

Vacaciones útiles para más de 200 niños, refuerzo escolar y diversión, que estaban de vacaciones. Yo me encargué de los de 10 a 12 años. La verdad es que me lo pasé muy bien y aprendí mucho. Además de darles un poquito de clase hice con ellos algo de Periodismo que, al fin y al cabo, es a lo que me dedico. Lo del micrófono les encanta. Se sienten protagonistas. Decidieron entrevistar a Cristiano Ronaldo y a hacer preguntas políticamente incorrectas. Comprobé que siguen mucho al Madrid y al Barça, y me quedó claro que no les gustó nada la marcha de Ronaldo. Se puede decir que no se lo perdonan.

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Por las tardes estábamos con otros niños. Niños que no tenían familia, que fueron abandonados en la calle. En un contenedor, en un vertedero, en el bosque, en un coche, o como hemos visto en muchas películas, a la puerta del orfanato. En otros casos sus padres murieron y no tienen familia que se encargue de ellos. Niños que buscan el cariño de los adultos, el abrazo. Es el orfanato de Malabo, Santa María de la Almudena, de las Misioneras de María Inmaculada. En cuanto llega un coche corren para que les cojas en brazos. A ver quien lo consigue antes. Felices y sonrientes porque alguien les coge en brazos. Se agarran con fuerza. Y tú no los quieres soltar. Pero hay que repartir, son muchos. Cuatro semanas en las que te encariñas con ellos, quieras o no. Cuatro semanas en las que se ve la evolución de los bebés, y los más pequeños, los de tres y cuatro años, cogen confianza contigo. Pasamos momentos felices. En realidad, muy felices.

Es admirable el trabajo de las religiosas, de las chicas que trabajan en el orfanato, en especial Esther, con quien más estuvimos. Cómo los cuida, cómo los trata, cómo juega con ellos, cómo pone orden entre los pequeños. Y cómo la quieren. Son supervivientes desde que nacen. Ahora, al escribir, me emociono al recordar algunos momentos, en especial los que pasé junto a los niños del orfanato. Con esta emoción, sólo puedo decir… ¡YEYEBA!

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