¿Cómo se preparan los vecinos del Metropolitano para la final de la Champions?
Miles de aficionados del Liverpool y del Tottenham tomarán las calles cercanas al estadio
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Son las doce de la mañana en un barrio de Madrid: San Blas. Aparcar no resultó una tarea complicada en esta jornada de diario, en el que los chavales se encuentran en el colegio, se dejan ver transeúntes con los carritos de la compra y el pan bajo el brazo, jubilados disfrutando de su banco de ‘cabecera’ o trabajadores que caminan más pendientes del reloj que del terreno que pisan. El ambiente que se respira de momento es ajeno a lo que se les viene encima, la celebración de la final de la Champions League en el Wanda Metropolitano, a escasos metros de la zona residencial.
Un barrio que en apenas dos años ha sufrido una importante transformación, después de que hayan incorporado al vecindario al Atlético de Madrid y, por consiguiente, a sus miles de criaturas que cada quince días llenan su templo. Unos vecinos ruidosos pero que, sin embargo, han traído riqueza a muchos de los negocios del barrio.
Una riqueza que se podría multiplicar por cuatro este sábado, cuando los aficionados del Liverpool y del Tottenham tomarán San Blas para llenar el buche e inundar de color y cánticos sus calles. Algo que ha generado una división de opiniones entre los residentes. La mayoría prefieren ver el vaso medio lleno: “Espero que no haya problemas. La policía por lo que va diciendo, hará un cordón policial para que no haya altercados.”
Otra vecina teme que los aficionados ingleses hagan valer su mala fama: “Yo creo que habrá problemas, son un poco brutos.” Algunos optarán incluso por marcharse del barrio este fin de semana, mientras otros formarán parte de la fiesta: “Es emocionante ver tanta gente”, apunta una joven estudiante. “Es algo que hay que vivir”, añade un residente.
Pero sin duda los que más se muestran encantados con que San Blas acoja la final de la Champions son los hosteleros. Los hoteles están al 100% de ocupación y algunos bares han doblado incluso su personal: “Hemos contratado más camareros. Mi idea es abrir todo el día, para que los ingleses beban, pero a las nueve iré echando a la gente y cerraré. Lo que más me preocupa es la salida del estadio, cuando algunos vendrán eufóricos y otros estarán hundidos.”
Los aledaños del Wanda están preparados. Solo falta que el balón eche a rodar. Será el sábado a las nueve. Después, los fines de semana de San Blas serán más tranquilos, hasta que a mediados de agosto vuelvan los propietarios del Wanda a hacer vibrar a su afición.