De la bancarrota al éxito: el día que Marvel lo apostó todo a una sola carta
Tras el estreno de 'Vengadores Endgame' recordamos una de las jugadas más arriesgadas de la historia de Hollywood y que llevó a la compañía a beneficios bi
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Como si de una película de James Bond se tratase. El jugador llega vestido con esmoquin elegante hasta las mesas de juego, mira a la camarera y sutilmente le pide un Martini con vodka. La bebida poco importa, no tiene sed, solo está nervioso porque va a apostarlo todo y necesita tener algo en las manos. Se acerca hasta el puesto de la ruleta. Pide 500 millones en fichas y, esta vez, en lugar de una camarera sonriente, llega un señor mayor con chepa y silueta de bancario. “Aquí tiene sus 500 millones, gracias por jugar con Merrill Lynch”. El jugador no lo duda: “Todo al rojo”.
Es una imagen mil veces vista en las películas, pero al mismo tiempo es una representación más o menos fidedigna de la decisión que tomó el consejo de administración de Marvel Entertainment, así como sus accionistas, en 2005. Pero retrocedamos un poco más, hasta 1996. Tras unos primeros años de década de 'boom' en la venta de tebeos, con una Patrulla-X que rompía todos los récords, Marvel rellenó el impreso para declararse en quiebra ante el Juzgado de Bancarrota de Estados Unidos el 27 de diciembre de ese años. Las pérdidas del año anterior habían sido de 40 millones, y el año siguiente el valor de las acciones descendería en un 60%. Incluso, parte de las deudas que lastraban a la compañía eran precisamente con Disney, concretamente 1,7 millones de dólares.
En medio de esta vorágine de pérdidas y deudas, la primera reacción de Marvel fue comercializarse como marca más allá de los cómics, la televisión y la gran pantalla. La iniciativa fue crear restaurantes temáticos de “experiencia Marvel”, además de lanzarse al mercado de los CD-Roms interactivos, algo por lo que Disney, curiosamente, apostaba esos años para promocionar sus películas animadas. Desafortunadamente, el único restaurante Marvel abierto ese año tardó menos de 12 meses en cerrar.
Entonces llegó otra idea: vender los derechos de explotación en el cine de los personajes de la editorial. Así, en 1998 New Line Cinema estrenó la primera película del cazavampiros “Blade, a la que le siguió una adaptación de 20th Century Fox de “X-Men” y el arranque de la trilogía de Spider-Man de Sam Raimi. Como uno de los productores encargados de Fox estaba Kevin Feige, mientras que Avi Arad era una de las cabezas pensantes en SONY respecto al “lanza redes”, dos nombres a tener en cuenta posteriormente.
Los primeros resultados de estos estrenos se hicieron notar en las acciones de Marvel Entertainment, que consiguió incrementos de hasta el 30% de su valor en bolsa año a año. Sin embargo, la cantidad de dinero que recibía directamente de la taquilla resultaba ridículo.
De los 3.000 millones de dólares que facturaron las tres películas de Spider-Man, Marvel obtuvo 62 millones; de los 70 millones que consiguió “Blade” solo en la taqulla americana, la Casa de las Ideas ingresó 25.000 dólares; y de las películas de la Patrulla-X que dirigió Bryan Singer no obtuvieron rédito monetario. Alguno. Todo ello llevó a la compañía un paso más adelante en conseguir el deseo de su creador, Stan Lee, de llegar algún día a producir su propia serie de películas: un acuerdo de coparticipación creativa.
En el año 2000, Marvel y Artisan firmaron una alianza para desarrollar quince adaptaciones de cabeceras de comics en películas, series, y proyectos de internet. Artisan financiarían las películas completamente con presupuestos relativamente bajos y Marvel cedería los personajes y conseguiría beneficios directos de taquilla así como una repartición del ingreso por merchandising.
Los personajes eran, entre otros: Capitán America, Deadpool, Morbius, Iron Fist, Man-Thing, Power Pack, Longshot y el Castigador. Impulsado todo por Avi Arad, uno de los productores ejecutivos de SONY al cargo de la saga de Spider-Man. Sin embargo, de todos estos proyectos solo llegaron a lanzarse dos: “Punisher: War Zone” y “Man-thing”. En el caso de El Castigador, se trataba de la segunda adaptación del personaje en esta ocasión con un presupuesto de 35 millones de dólares pero que solo consiguió recaudar en taquilla 10 millones en todo el mundo. Ambos proyectos se llevaron a cabo una vez la productora Lionsgate adquirió a Partisan pero, en algún punto tras el segundo lanzamiento el acuerdo se rompió y Marvel volvió a la casilla de salida con el valor de las acciones de nuevo en caída.
Y como suele ocurrir en la fantasía del cine de Hollywood, en los momentos más bajo surgen las mejores ideas, y esas idea llegó de la mano de un conocido cazatalentos de la industria de nombre David Maisel. En el año 2003 y con el acuerdo con Artisan hecho pedazos, Maisel propuso a Marvel un plan para llevar a cabo el sueño de Stan Lee y producir sus propias películas de gran presupuesto.
Todo consistía en un acuerdo con el grupo Merril Lynch, especializado en asesoría bursátil e inversión, por el que Marvel obtendría 525 millones de dólares para financiar su universo cinematográfico. Sin embargo, había un inconveniente, Marvel no contaba con la solvencia ni los beneficios para avalar la inversión, por lo que tuvo que poner encima de la mesa sus activos más importantes: sus personajes. Los derechos de explotación de Capitán América, Los Vengadores, Nick Furia, Black Panther, Ant-Man, Capa y Puñal, Doctor Extraño, Ojo de Halcón, Power Pack y Shang Chi dejarían de estar en manos de Marvel si no podía devolver la inversión de 500 millones. Era todo o nada. O el universo cinematográfico era un éxito, o Marvel decía prácticamente adiós a crear sus propias películas.
Para añadir más tensión si cabe, el plan de Marvel incluía lanzar su propio universo con Iron Man, un personaje cuyos derechos había vuelto a conseguir después de que ni Universal, ni Fox ni New Line (las tres productores que adquirieron sus licencia de explotación desde los 90) llevaran a cabo una adaptación cinematográfica.
No obstante, Iron Man no estaba dentro del paquete acordado con Merrill Lynch, por lo que Marvel Entertainment no podría utilizar esos 525 millones para financiar la película, sino que tendría que hacerlo de su propio bolsillo, lo que le llevó a acordar con Paramount Pictures que serían ellos los que costearían la distribución y marketing de las películas. Afortunadamente, “Iron Man” fue un éxito de crítica y público en 2008, así como también lo fue de manera más moderada “El increíble Hulk” ese mismo año. Lo suficiente para que Disney se interesara en el proyecto y adquiriera toda la compañía en 2009 por 4.240 millones de dólares. La maquinaria ya había arrancado y, como suele decirse, el resto es historia.