Jaime Ordóñez: "Corro el riesgo de que mi epitafio sea 'El calvo que habla rápido en Aquí no hay quien viva'"

Jaime Ordóñez es un conocido actor español, popularmente conocido por su papel en 'Aquí no hay quien viva', 'La que se avecina' y ser un "imprescindible" para Álex de la Iglesia

Jaime Ordóñez

Lucía F. Gallardo

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Jaime Ordóñez es un conocido actor español, tanto de series, cine o teatro. Popularmente reconocido por interpretar "papeles episódicos", dio vida a un mítico personaje que marcó un antes y un después en la televisión: "El calvo que hablaba deprisa en 'Aquí no hay quien viva'". Asimismo, tuvo un papel muy importante en el reparto de 'La hora de José Mota', lo que le llevó a ser un "imprescindible" para Álex de la Iglesia desde 2013.

Ha participado en algunas exitosas ficciones televisivas como 'Malaka' (TVE), '30 monedas' (HBO), 'Sabuesos' (TVE), 'La que se avecina' (Telecinco), 'Esposados', 'Las chicas de oro' (TVE), 'Acusados' (Telecinco), 'Sin tetas no hay paraíso' (Telecinco), 'El síndrome de Ulises' (Antena 3), 'Aquí no hay quien viva' (Antena 3), 'Los Serrano', 'Mis adorables vecinos', 'Siete vidas', 'Hospital Central' o 'Un paso adelante'.

Sin embargo, su nombre comenzó hacerse eco en todas partes gracias a sus apariciones en 'Aquí no hay quien viva', donde también dejaba boquiabiertas a 'Las Supernernenas' (Emma Penella, Mariví Bilbao y Gemma Cuervo) con "un personaje polifacético, de aspecto serio y marcial, que se caracterizaba por su extraordinaria rapidez en la forma de hablar y sus peculiares movimientos con las manos", tal y como describe él mismo en su página web. Los espectadores nunca se han olvidado de él, pero, seis años después, volvió a marcar a la audiencia como "El indignado" en 'La que se avecina' al grito de "Vuestra Casa es vuestra Vida".

En la gran pantalla también se la ha podido ver en importantes películas como 'Reinas' (2005), 'Torrente 3: el protector' (2006), 'Isi & Disi: alto voltaje' (2007), 'Niñ@s' (2008), 'Las brujas de Zugarramurdi' (2013), 'Mi gran noche' (2015), 'El bar' (2017), 'El peso insoportable del talento masivo' (2020) o 'El cuarto pasajero' (2021).

A pesar de que seguía en nuestras mentes gracias a su recordado paso por Desengaño 21 y su estancia en el universo Álex de la Iglesia, tal y como ha contado el actor en una entrevista para COPE, se encuentra trabajando en otros proyectos que todavía están por ver como "un proyecto en una plataforma televisiva" y en su propio trabajo cinematográfico: 'El berrido de los silencios'.

Jaime Ordóñez

Estoy en un proyecto en una plataforma televisiva, de la que no puedo hablar porque tengo un contrato de confidencialidad. También, después de dos años parado mi proyecto cinematográfico, 'El berrido de los silencios', por la pandemia. Lo retomé en octubre, cuando estaba la incidencia más baja, y, ahora, a finales de febrero vuelvo a rodar. Voy rodando, después de más de medio año de parón por la pandemia, voy esperando que la ola baje para, antes de que vuelva a subir, aprovechar para rodar antes de encerrarme en casa otra vez.

Así que, ahora, me encuentro preparando porque yo llevo la producción ejecutiva y es una película que se está haciendo sin presupuesto, sin subvenciones, sin productores, sin plataformas... A pulmón. Entonces, el sostén de la película son las colaboraciones en producto, en materiales, en servicio.... De las empresas colaboradoras. Todo pasa por mí y todas las empresas las consigo yo. Todas las donaciones económicas que hay también las tengo que buscar yo. Es la locura en la que vivo.

Yo empecé el proyecto en 2017. La película se llama 'El berrido de los silencios', pero el proyecto se llama 'Málaga: una ciudad de película'. Realmente, lo que quiero enseñar es que tenemos una ciudad espectacular con todo tipo de paisajes y reivindicar la excelencia de Málaga como una 'ciudad de película'. El título del proyecto también viene porque tenemos aquí el Festival de cine de Málaga. Y, al mismo tiempo, para dar visibilidad a nuestras empresas, nuestros productos, al talento que tenemos de las distintas disciplinas artísticas... Aunque todo suene muy local, es una iniciativa con proyección internacional. Y me decanté por una película porque dura para siempre. Aunque soy pobre, sueño a lo grande.

El reto era rodar cada escena en una localización diferente. Eso a nivel de producción y logístico es una verdadera locura. Es una locura con dinero, imagínate sin dinero. Antes de la pandemia era misión imposible, así que, ahora, rodar se ha convertido en un milagro.

Jaime Ordóñez

'Aquí no hay quien viva'. Gracias a ese personaje dejé de ser un actor invisible. Y mira que he hecho un montón de trabajos, incluso he podido grabar más de 200 sketches con José Mota, porque yo empecé con Cruz y Raya. Pero, al final, la gente se queda con personajes. Con José Mota he hecho cientos de personajes y muy distintos. Pero la gente se queda con el personaje que se repite semana a semana. Y el personaje que hizo que yo dejara de ser un actor invisible fue el de 'Aquí no hay quien viva'.

Fue una propuesta que lo llevé y que me compraron Alberto y Laura Caballero. Lo que yo hice no se ha visto antes en televisión, nadie lo había hecho antes, a esa velocidad y que se entienda. Además, lo gracioso, es que me ponían unos monólogos rebuscados y muy técnicos.

Yo empecé haciendo figuraciones especiales. José Mota fue la continuación de mi carrera profesional, han sido 20 años con José. Hicimos un especia de 'Pulp Fiction' y me llamó para hacer de John Travolta. Ese personaje no lo había imitado jamás en la vida y yo no le encontraba ningún parecido a mí. Pero empecé a echar horas. Estuve un mes estudiando, dedicando todas las horas del día al personaje.

Tuve la suerte de que Álex de la Iglesia lo viera. De hecho, José Mota estaba trabajando con él en 'La chispa de la vida', me llevó José a una cena de la promoción y su mujer le dijo que yo era el de 'Pulp Fiction' porque él no me reconoció. Y me dijo que para él, un actor que hace reír es un dios. Él siempre ha trabajado con actores de comedia y esa fue la llave para entrar en algo por lo que todavía, hoy en día, me pellizco para creerme que eso ocurrió y es entrar en el universo de Álex de la Iglesia.

Jaime Ordóñez

No hay nada más difícil que hacer un episódico porque los primeros días son para conocer al equipo, el set, al director, al personaje... Los primeros días son para desarrollar el personaje y descargar los nervios. Y si el primer día no te sale bien, sabes que tienes los siguientes para mejorar. Pero hacer un episódico es que te manden una separata de un guion, el que te estudias en tu casa rápidamente y no te llama ni el directo para decirte cómo quiere el personaje, a mí no me ha llamado nunca. Llegas a la localización y no conoces ni a los actores con los que vas a trabajar ni al director. Tienes que soltar lo tuyo, terminas y te vas. Lo que hayas hecho es lo que queda, te lo juegas todo a una carta. No hay segundas oportunidades. Y yo, casi siempre, he hecho episódicos.

Pero el personaje impactó y Alberto me dijo que todos los personajes que hubiera de este perfil (vendedor, explicadores...) los iba a hacer yo. No pensé que iba a cumplir su palabra y la cumplió. Hice 12 o 14 intervenciones, pero fueron tan potentes... Esos dos minutos fueron tan espectaculares visualmente, que el personaje caló. Esto gracias a que no fue solo un episodio. La idea era hacer un episódico, pero terminaron siendo más y con eso el personaje ya se asentó. De hecho, me hizo mucha ilusión que me llamaran para el último. En el capítulo 100, donde yo hice de un técnico de termitas.

Echando horas y horas. Repetir y repetir. Era volver a ver continuamente. La esencia del personaje nació ensayando y repitiendo. Empezaron a ver que yo cada vez cogía más velocidad y pensé que podía ser divertido hacerlo todavía más rápido. Entonces, seguí haciéndolo cada vez más rápido. Y, después, al ver que el texto tenía enumeraciones, pensé en los gestos con las manos. Me inspiré en el movimiento de los marines a la hora de mover las manos. Recordando la película de Arnold Schwarzenegger, 'Depredador'. Fui incorporando las dos cosas.

Llegué allí y di mi propuesta. El personaje fue una creación mía. El texto, que era magnífico y maravillosamente complicados, era de Alberto y Laura. Era muy difícil. Lo hacía y me iba, teniendo delante a tres leyendas del cine: Emma Penella, Mariví Bilbao y Gemma Cuervo. Además, gran parte del éxito del personaje se basó en el actor que escucha. El que mira y reacciona tiene tanta importancia como el que habla y las supernenas hicieron que mi personaje creciera, gracias a sus miradas de perplejidad y desconcierto con la boca abierta que ellas hacían. Eran maravillosas.

Era mi primer papel importante. Cada vez que me piden hacerlo me dan sudoraciones porque es como hacer un doble salto mortal sin red. Esto sale o no sale. No aceleraban el texto ni se rodaba por trozos ni se retomaba. Esto salía o no salía. Era aprendérselo de carrerilla y me daban el texto tres días antes. Tenía que decirlo sin pensar porque si piensas no sale el texto. El texto estaba en mi cerebro como el 'Padre nuestro'. Yo no lo pensaba, lo expulsaba.

De hecho, en un episodio cuyo guion me dieron el día antes, lo intenté grabar y no lo conseguí. Fue imposible y Laura me dijo que lo intentaba tres días después. Y así se hizo. Necesitaba al menos tres o cuatro días porque si no era imposible.

Se quedó en 'Aquí no hay quien viva'. He recibido ofertas para hacerlo en publicidad, pero no me convenció. Entiendo que el personaje calara y que sea uno de los hitos de mi carrera. Además es que siguen reponiendo la serie, se puede ver en todas partes. Entonces, sé que corro el riesgo de que cuando muera en mi epitafio pongan: 'El calvo que hablaba deprisa en Aquí no hay quien viva'. Pero, por mi parte, creo que he hecho todo lo que tenía que hacer.

Por eso, cuando me han llamado para hacer esto mismo en otras cosas, principalmente en publicidad, no he querido. No sé si la cantidad económica me compensaría al hacer algo de lo que, de alguna manera, yo quiero pasar página. No es que reniegue, todo lo contrario. Soy lo que soy, en gran parte, gracias a esta serie. Pero, como actor, uno quiere que le reconozcan con otros trabajos. Entonces, cuando me han llegado ofertas para hacer este mismo personaje, no lo he pensado mucho. Debería ser una gran compensación económica para que yo vuelva a hacer de este personaje, que es mío, creé yo y que forma parte de la historia de la televisión.

Me gustaría que me reconocieran como Jaime Ordóñez. A todo actor la agrada que le reconozcan por su nombre. Entiendo que, al principio, cuando no me conocían, me gustaba que me reconocerían con ese 'apodo'. Pero uno aspira es a que su nombre le identifique, no que le reconozcan con un chascarrillo. Este personaje es uno de los hitos de mi carrera y dejé de ser invisible gracias a él. Al igual que me llamaron para el 25 aniversario de una conocida marca y eso me permitió independizarme y dejar de compartir piso. Eso me ha marcado. Así que ese apodo de 'El calvo que hablaba deprisa', yo mismo me río de él. Pero todavía mucha gente no sabe que me llamo Jaime Ordóñez y esa es la asignatura que, quizás, más me pueda doler. Me gustaría que la gente conozca al 'calvo que habla deprisa' como Jaime Ordóñez.

Jaime Ordóñez

Esa serie marcó un antes y un después en la televisión. Nunca se había hecho algo así. Me parece que los guiones era súper ingeniosos. Me parece que funcionó porque nos reconocíamos en esos personajes. Seguro que todos hemos tenido un vecino así y esa comunidad de vecinos era muy peculiar. Además, creo que la serie era un concepto que no se había visto nunca antes en televisión. La primera vez que se hace algo, que a nadie se le había ocurrido antes, yo creo que eso es marcar un sello y una etapa. 'Aquí no hay quien viva' no se había visto antes, era una comedia muy cercana a nosotros y con vecinos que muchos reconocíamos. Además de una galería de personajes inolvidable.

Yo rodé con Pablo Chiapella y Eva Isanta y yo, siempre, en 'Aquí no hay quien viva', grababa con la supernenas. Me llamaron, me pasaron guion y fue con la propuesta del indignado. Hicimos una lectura de guion y yo hice una propuesta, de lo que yo pensaba que podía funcionar. Cuando haces algo por asegurar te quedas en tierra de nadie, así que haces algo que llame la atención o pasas desapercibido. Entonces, cuando hice el indignado tenía el listón muy alto porque yo sabía que me iban a comparar con el personaje de 'Aquí no hay quien viva'. De hecho, para que no se me asociara me pusieron rastas e intente buscar algo y lo conseguí.

Lo de remarcar la 'C' y la 'V' varias veces no estaba en guion, yo lo reforcé para marcar el gesto. También cambie la voz. Me hubiese gustado que el personaje hubiese tenido continuidad, pero no pudo ser. Se quedó como un episódico más, pero todavía la gente se acuerda. Mi intervención del indignado fue incendiaria.

Jaime Ordóñez

El cambio empezó con 'Las brujas de Zugarramurdi', que, aunque es una comedia, fue un cambio de registro. Realmente, fue un rodaje muy intenso y duro. Yo quise procesarlo y vivirlo para que resultara divertido. Ese para mí fue el punto de inflexión a nivel actoral porque, además, el personaje era fantástico. Además, me volqué en buscarle y sacarle cositas. Siempre me gusta hacer alguna aportación, hago propuestas y anotaciones para comentar con el director. Intento ser empático con el espectador. En vez de hacer una cosa simplona, le buscas detallitos y verdades. Me gusta mucho ese rollo y ya se lo aplique a Manuel. Incluso mi nombre sonaba como actor revelación en todas las quinielas, pero no salió.

He tenido la posibilidad de hacer tres películas con Álex de la Iglesia, ahora hecho la cuarta que está pendiente de estreno, 'El cuarto pasajero'. A Álex le gusta descubrir actores y, una vez que ya hemos hecho tres trabajos, ya el cuarto... Me gustaría equivocarme, pero personajes como Israel me van a llegar poco.

Jaime Ordóñez

Es uno de los personajes de los que más contento estoy. Fue más difícil porque hubo muy poco tiempo. Perder peso está bien, pero el problema está en perderlo en dos meses. Entonces, fue muy complicados. Fueron dos meses y, evidentemente, exigió una preparación muy dura. Pasaba cuatro horas en el gimnasio y seguía una dieta tremendamente exigente. Porque al contar con solo dos meses, no tenía tiempo de hacerlo de forma escalonada. Además, contaba con el hándicap de que grabábamos con las navidades de por medio. Entonces, recuerdo haber entrenado en Nochebuena, Navidad, el día de fin de año, Año Nuevo... Y no estuve ni en reyes. Además, siendo días en los que está todo el mundo comiendo y tú estás ahí pasando hambre. Pero bueno, más duro es picar en la mina. Fueron dos meses muy intensos de mi vida, pero ¿Cuántas veces te llega un personaje como Israel? Muy pocas.

Jaime Ordóñez

Nunca me imaginé que iba a tener enfrente a Nicolas Cage. Fue lo mejor que me pasó el 2020, 'El peso insoportable del talento masivo'. Fue una sorpresa inesperada completamente. Fue tremendo. Al principio, me costó porque yo soy muy disciplinado y me aprendí el guion en inglés lo más perfecto posible, pero yo no hablo inglés con fluidez. Entonces, me estaban hablando y yo no me enteraba de por donde tenía que entrar ni nada. De hecho, él me hizo una pregunta y yo creía que me estaba preguntando por mi nombre, pero me estaba preguntando por el texto. Recuerdo que, en el ensayo, caminaba hacia él. Tenía un texto muy breve y había tenido dos meses para prepararlo, pero me quedé bloqueado cuando le vi tan cerca.

Me quedé bloqueado en el ensayo, pedí perdón y, después, me adorné. Improvisé delante de él y me felicitó. Además, hizo referencia a la improvisación que había hecho y le encantó. Yo tenía dos escenas con Nicolas Cage, cara a cara, y me la jugué. En la segunda escena me la jugué porque tenía que hacerme un selfie con él, porque él se interpreta a sí mismo, y ahí acababa. Y, en ese momento, con el teléfono en la mano, le digo 'Mr. Cage, you are good, you are very good, you have a gift'. Porque era una cosa que decía Robert de Niro en 'Una terapia peligrosa' y me hacia gracia. Me podía haber mandado... Pero a Nicolas Cage le gustó y el director pidió que lo incorporase. Luego le pedí una foto, no soy nada de hacer eso porque me da pudor y no quiero resultar pesado, pero era Nicolas Cage.

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