HISTORIA
¿Dónde toreó por última vez de luces Juan Belmonte? Desvelado el último misterio del Pasmo de Triana
El investigador Luis Rufino saca a la luz en qué plaza y en qué fecha toreó por última vez de luces el torero sevillano Juan Belmonte, uno de los mitos de la historia del toreo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los biógrafos de Juan Belmonte no habían fijado hasta ahora la fecha de su definitiva retirada de los ruedos, pero un reciente descubrimiento del investigador Luis Rufino Charlo ha permitido desvelar que el llamado 'Pasmo de Triana' se vistió por última vez de luces en Córdoba el 15 de noviembre de 1936.
Juan Belmonte ya había actuado ese año en la corrida patriótica celebrada en Sevilla el 18 de octubre anterior como homenaje al Ejército Nacional en plena Guerra Civil, lo que se reflejó en detalles como que las tablas de la barrera estuvieran pintadas en rojo y gualda.
Aquel acontecimiento taurino, social y político reunió en el mismo cartel a los rejoneadores Antonio Cañero y Pepe García Carranza 'El Algabeño', además de los diestros Juan Belmonte, Manolo Bienvenida, Domingo Ortega, Víctor de la Serna y Venturita, junto a los novilleros Diego de los Reyes y Pascual Márquez.
Los toreros de a pie se repartieron ocho orejas y cuatro rabos, incluyendo el que se llevó Belmonte en aquella tarde que, hasta ahora, se había considerado la última en la que se vistió de luces En cualquier caso, la imagen más significativa de aquel evento la trazó Manolo Bienvenida pintando un ¡Viva España! en su muleta.
El general Gonzalo Queipo de Llano también asistió a aquella corrida que contó con la asesoría de toreros retirados de la talla de Antonio Fuentes, Machaquito, Emilio el Bomba o Algabeño padre. Su hijo Pepe también había tomado la alternativa de matador pero actuó aquella tarde crepuscular a caballo. Y a caballo encontró la muerte dos meses después oficiando de mensajero a las órdenes del propio Queipo en el frente de Lopera.
LA ÚLTIMA ETAPA PROFESIONAL DE UN GENIO
El llamado 'Pasmo de Triana' había reaparecido en 1934 en maridaje profesional con Eduardo Pagés. El célebre empresario catalán se había apoyado en el aura del genio para levantar una exclusiva en la que ya pesaba más lo comercial que lo taurino.
Pero las cosas no se podían estirar más: en 1935 cumplió su última temporada formal y en 1936, antes de estallar la contienda civil, se le podía dar por retirado, aunque el 18 de octubre de 1936 aceptó torear de forma excepcional en la corrida coral celebrada en Sevilla.
No obstante, había permanecido prácticamente oculto el dato de una corrida más, celebrada en Córdoba el 15 de noviembre del mismo año, que se puede considerar la última actuación de la vida profesional de uno de los toreros más determinantes de la historia.
Aquella corrida organizada en el antiguo coso de Los Tejares había seguido el mismo guión que la celebrada un mes antes en La Maestranza y Luis Rufino ha logrado desempolvar el cartel oficial de aquel evento anunciado como corrida y no como festival, tal y como venía recogido en el libro 'Córdoba en la historia del toreo' del periodista José Luis de Córdoba.
Dicho cartel anunciaba a Cañero y Algabeño a caballo y a Juan Belmonte, Antonio Márquez, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Laine y Venturita como toreros a pie. Como en Sevilla, también se buscaron los correspondientes asesores honorarios para la ocasión, con la figura totémica de Rafael Guerra Guerrita al frente y la repetición de Antonio Fuentes, Machaquito, Bombita y Algabeño padre.
En dicho cartel también figuraban los ocho toros a lidiar, pero Luis Rufino también ha aportado un pequeño pero revelador recorte de prensa, posiblemente publicado en la revista Sol y Sombra, que reafirma que se trató de una corrida de toros, la última de la vida profesional de Juan Belmonte.
El cronista del Diario de Córdoba reseña aquella postrera lidia, con un toro del Marqués de Guadalest, berrendo, grandote y bien puesto de defensas, al que el mítico diestro trianero paró con tres verónicas magníficas, marca de la casa, que remató con una media superior?”
La crónica recoge escuetamente otro quite por verónicas y después de advertir que el torero encontró al bicho muy agotado, señala que Belmonte se limitó a dar unos pases muy buenos para un pinchazo y media estocada en su sitio. Una ovación y la consiguiente vuelta al ruedo cerraron, definitivamente, la vida profesional de uno de los toreros más determinantes de la historia en esa olvidada tarde otoñal de 1936.