4ª FERIA DE SAN MATEO
Emilio de Justo corta dos orejas como broche a la feria de Logroño
El extremeño salva una nueva tarde aciaga en lo ganadero, con solo un toro destacable, un sobrero de Fuente Ymbro.
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No empezó bien ya la tarde cuando el primero de corrida era devuelto por su manifiesta falta de fuerzas. Sin embargo, en los corrales de la Ribera aguardaba el que, a la postre, ha sido el toro de la feria, un sobrero de Fuente Ymbro bravo y codicioso, con fijeza y notable ritmo en sus embestidas.
Emilio de Justo, que brilló en un largo saludo capotero intercalando verónicas con chicuelinas, se echó de rodillas para prologar una faena en la que corrió muy bien la mano por el derecho con limpieza y ligazón, subiendo el diapasón de una labor en la que el extremeño brilló sobremanera en el toreo al natural, con muletazos a pies juntos de exquisita interpretación.
Volvió nuevamente sobre la diestra para, sin la ayuda, torear también por naturales con esa forma tan particular que tiene este torero: cadencioso, con los hombros caídos, totalmente entregado. Final por manoletinas, estocada a la primera y, aunque le pidieron con fuerza las dos orejas, la expresidenta de la plaza de Albacete, Genoveva Armero, que debutaba en el palco del coso riojano, dejó el premio en singular.
Otro apéndice cortó De Justo del cuarto, un toro noble, blando y soso al que cuidó muy bien el cacereño con un toreo de suavidad a media altura, dando muchos tiempos y desahogos al de la Palmosilla para afianzarlo y al que acabó robando dos series de buen trazo sobre el izquierdo para finalizar nuevamente su labor con derechazos de uno en uno sin la ayuda también de gran sabor.
Buena estocada y nueva oreja para él, que, sin embargo, no le valía para salir a hombros, ya que el Logroño se requiere el doble trofeo de un mismo toro para tal honor.
Ginés Marín, que volvía a Logroño después de su triunfo del pasado martes en sustitución de Daniel Luque, no paso de discreto frente a un segundo de embestidas cortas y descompuestas, que remataba siempre con la cara por las nubes; un toro muy desabrido que, además, fue desarrollando aviesas intenciones y con el que poco pudo hacer el otro extremeño del cartel, que vio silenciada su labor.
El quinto fue otro toro muy desagradable para el torero, un animal pegajoso, muy informal, sin fuerzas y con tendencia a defenderse con mal estilo, con el que Marín anduvo por ahí en una labor tan voluntariosa como desesperante. No anduvo fino con los aceros y fue nuevamente silenciado tras escuchar un recado presidencial.
Leo Valadez anduvo firme y muy por encima de la áspera y correosa condición del tercero, un toro gazapón, sin clase y reponiendo sus cortas embestidas especialmente por el izquierdo. Tantas dificultades no fueron óbice para el joven mexicano anduviera capaz y resuelto en una faena para aficionados pero a la que le faltó mejor rúbrica con la tizona.
Tampoco anduvo acertado con la espada Valadez en el sexto, el único de los titulares de La Palmosilla que se salvó de la quema ganadera, y con el que el hidrocálido anduvo animoso con el percal, destacando en un vistoso quite por zapopinas, y muy entregado con la muleta, iniciando y acabando de hinojos una faena en la que lo mejor surgió por naturales. Pudo haber tocado pelo, pero su mala espada dejó todo en una ovación.