1ª SEMANA GRANDE

Esfuerzo de Paco Ureña, que corta dos orejas en el arranque de San Sebastián

También puntuó la facilidad de Ginés Marín y la entrega del mexicano Leo Valadez ante la corrida del hierro de Fuente Ymbro.

Momento de la voltereta sufrida por Paco Ureña este domingo en Illumbe

Agencia EFE

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Los tres espadas estuvieron muy por encima de cinco de los seis toros de un encierro de Fuente Ymbro que tuvo tanta movilidad y duración en el último tercio como falta de auténtica entrega y bravura, pues se emplearon poco, con escasa codicia o, en ocasiones, desarrollaron actitud defensiva que no facilitó el corte de tantas orejas.

El mejor, y el único, porque acabó yendo a más con nobleza y buen son, fue el primero de la tarde. Y, aunque flojeó de remos en los primeros tercios y en el arranque de la faena de muleta, el de Fuente Ymbro se recuperó con buen fondo de bravura y embistió incansablemente hasta el final del desigual trasteo de Paco Ureña.

El torero de Lorca puso mucho empeño en cogerle el ritmo al animal, aunque no siempre lo consiguió, tal vez por encimarse demasiado con una embestida que parecía pedir más sitio y suavidad. Faltó pues más concreción en una faena que aun así, y tras una estocada baja, se premió muy generosamente con una oreja.

Más sentido y peso obtuvo la que paseó el murciano del desrazado cuarto, que nunca acabó de romper con suficiente recorrido, y con el que Ureña se enfrascó en otro largo esfuerzo para robarle los pases, no sin tensión, hasta que el de Fuente Ymbro, cada vez más corto, acabó por levantarle los pies del suelo en una aparatosa voltereta.

Y sin más consecuencias que un varetazo hondo, como luego comprobaron los médicos, aun siguió insistiendo Ureña en ese sufrido intento por redondear su paso por la cubierta de Illumbe con un trofeo más.

A Ginés Marín, con el mismo nivel de exigencia del palco, se lo dieron del quinto, una vez que el segundo pasó rápidamente de apuntar cierta clase a aburrirse o a amenazar con genio en cuanto se le obligó un mínimo.

El extremeño resolvió el problema con la misma facilidad que puso con el último de su lote, que tampoco acabó de ir para adelante, lastrado por su escasa fuerza en los riñones. Pero esta vez Marín logró asentar sus acometidas con temple, sin forzar el trazo de los pases, y evitando así que el de Fuente Ymbro protestara.

Solo que el de Badajoz también se empeñó en alargar sin sentido, cuando ya no había mucho más de donde sacar, una faena que fue desluciéndose por ello, pero que también se acabó premiando tras una estocada efectiva.

La oreja de más peso acabó siendo la que paseó del sexto el mexicano Leo Valadez, que la perdió en el turno anterior por un pinchazo previo a la estocada, Aun así, el joven torero americano hizo un alarde de entrega lo mismo ante el tercero, que se defendió con cierto genio, que con el sexto, que se rebrincó con aspereza antes de pararse.

Pero con uno y otro Valadez puso en juego un sólido valor para lucirse en quites variados y, ya con la muleta, aguantar con firmeza las dudas, los cabezazos y las protestas, sacando así hasta sendas tandas de naturales a cada uno que fueron, con diferencia, los momentos más hondos y brillantes de la tarde donostiarra.