4ª FERIA DE OLIVENZA
Ferrera y el indulto de ‘Madero’ de Victorino alumbran la matinal de Olivenza
Triunfal encerrona de Antonio Ferrera para celebrar sus 25 años de alternativa. Cinco orejas, un rabo y el indulto de un toro de Victorino Martín fue el balance del festejo.
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Veinticinco años de alternativa. Un cuarto de siglo de Antonio Ferrera en los ruedos. Una exposición en el Castillo de Olivenza resumía una trayectoria marcada a sangre y fuego, la carrera de un torero nacido en tierras baleares, pero con corazón extremeño. Sus inicios por las plazas de estas tierras, su condición de niño prodigio que durante estos 25 años ha subido a los cielos, ha bajado a los infiernos y ha vuelto a resurgir. Veinticinco años que quiso celebrar Ferrera en la plaza que le vio convertirse en matador de toros un 2 de marzo de 1997.
Para la encerrona, seis toros de Victorino Martín esperándole en chiqueros. Sin aliviarse en el empeño.
Ferrera fue fiel a sí mismo desde que salió el primer cárdeno, al que puso en suerte en la primera vara de punta a punta del ruedo. Se arrancó al paso el ‘victorino’, que tomó sin mucha convicción el puyazo. El segundo se cobró a favor de la querencia en chiqueros. Con los palos destacó un tercer par de Antonio Joao Ferreira en el que ganó la acción al toro para clavar reunido en todo lo alto. Ferrera vio pronto que el pitón bueno era el izquierdo y por ahí firmó las dos primeras tandas. Temple y ausencia de toques para acompañar las embestidas. En redondo le costaba más al toro y, tras una tanda, volvió a coger la zurda. Otra nueva serie tuvo tanta limpieza como expresión. Media estocada caída y un punto tendida le puso en bandeja la primera oreja de la matinal.
El cinqueño que hizo segundo tardó en centrarse en el capote durante la brega de José Chacón. Andarín y sin atender los requerimientos de los de banderilleros. Después el toro rompió a noble en el último tercio. Le faltó un último tranco en los viajes, pero se desplazó con franqueza por ambos pitones. Y de nuevo, el temple de Ferrera para conducir con largura las embestidas del toro de Victorino. Un pinchazo y otro hondo necesitaron de un golpe de verduguillo que resultó certero al primer intento. La ovación recompensó lo realizado.
El tercero, ‘Barbaro’ de nombre, era hijo del célebre ‘Cobradiezmos’ indultado en Sevilla. Una pintura de toro, un calco de su progenitor. Hizo albergar esperanzas su paso por el caballo, arrancándose con prontitud y alegría al peto y empujando con riñones. Esta pelea le hizo desgastarse en demasía. Perdió las manos durante el tercio de banderillas. Le dio el torero sus tiempos y se repuso el astado. Sin embargo, le costaba al toro empujar la muleta hacia adelante. Exigía en el embroque al buscar rápido la anatomía de un despierto y ágil Ferrera. Mediado el trasteo aquello tornó en un cuerpo a cuerpo entre la listeza del toro y habilidad lidiadora del diestro. La estocada, contraria, cayó después de un pinchazo que no importó a quienes pidieron y consiguieron la segunda oreja para el extremeño.
El voluminoso cuarto se dejó el pitón izquierdo en un fuerte topetazo de salida contra el burladero de matadores. La mañana sufrió un parón importante al demorarse en exceso las labores de devolución del toro. Tanto se demoró, que Ferrera invitó al sobresaliente Álvaro de la Calle a pasaportarlo. Con lo que nadie contaba es que éste se pusiese a torear de muleta. Dos tandas a derechas y una al natural que parecieron fuera de lugar. Pinchó primero y lo avió después de una estocada caída entre la incredulidad y el respeto de la gente.
En su lugar saltó un sobrero con más cuerpo que cara que solo recibió un puyazo que tomó con poco convencimiento. Costó retomar el pulso al festejo después del compás de espera de la devolución. Este cuarto bis resultó más complicado. Pasaba sin entrega y lo hizo romper la verdad y la paciencia de Ferrera. Sin prisas, fue metiéndose poco a poco con el toro, especialmente por el lado zurdo. A pies juntos, ya más que mediada la faena, y de uno en uno, fue desgranando naturales de notable trazo que pusieron en pie a los tendidos de sol donde se desarrolló buena parte de la faena. La espada viajó muy baja, pero tuvo efectos fulminantes. Rebajó el peso del trofeo paseado.
La lidia total llegó con el precioso quinto. Tomó una vara cobrada a ley viniéndose de largo y empujando abajo. Y después, el delirio en un sobresaliente tercio de banderillas protagonizado por el propio Ferrera en compañía de Fernando Sánchez y José Chacón. La plaza en pie de nuevo. Las hechuras de ‘Madero no podían fallar y no fallaron. Embistió con humillada y enclasada nobleza por el pitón izquierdo y por ahí lo reventó Ferrera. Tandas cada más profundas y con más número de muletazos con el toro de Victorino respondiendo a la apuesta del torero. Por el derecho, sin ayuda, el toro apuntó menos humillación, pero se daba con igual temple y ritmo. Por ello volvió a la zurda el torero para dejar una serie rotunda. Otra vez a la zocata sin ayuda y un cambio de mano que resultó eterno. La llama del indulto ya había prendido para entonces en los tendidos. Se intuía y presentía. No se hizo de rogar mucho el palco, que asomó el pañuelo naranja entre el delirio de los tendidos.
Para completar la matinal completa de Ferrera, se caló la montera para subirse al jaco y picar al sexto. Ya desatado, llegó el quite por chucuelinas de manos bajas. Esta vez compartió los palos con Ferreira y Antonio Vázquez. Este último fue el astado de menos prestaciones en el último tercio. Pero a Ferrera, en estado de gracia y con el triunfo conquistado ya, no le importó seguir insistiendo para arrancar lo poco que tenía el de Victorino. Lo pasaportó de un pinchazo hondo y un golpe de descabello para poner punto y final a una triunfal y rotunda matinal de toreo y casta.
Olivenza (Badajoz), domingo 6 de marzo de 2022. 4ª de Feria. Más de tres cuartos de plaza.
Toros de Victorino Martín, el cuarto como sobrero. Bien presentados, en tipo aunque de desiguales hechuras. Con un buen pitón izquierdo el primero; manejable el segundo; un tercero exigente, aunque un punto flojo; el sobrero cuarto incierto que terminó rompiendo; de sobresaliente nobleza y clase el quinto, “Madero”, nº 52, de 578 kilos, que fue indultado; deslucido el sexto.
Antonio Ferrera, como único espada: oreja, saludos tras aviso, oreja, oreja, dos orejas y un rabo simbólicos y ovación final.