CORRIDA DE LA PRENSA
'Garañuelo', un victorino de perlas, y Fernando Sánchez, un tercero de primera
Sergio Serrano pinchó una faena importante al mejor toro de una interesante corrida de Victorino Martín en la que volvió a brillar el banderillero Fernando Sánchez.
Madrid - Publicado el - Actualizado
7 min lectura
Las primeras ovaciones se las repartieron este domingo la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, la Asociación del Toro de Madrid y los jóvenes de la Grada 6. "Políticos en foto, Las Ventas en ruina", "Stop Discotecas" y "Ayuso, la plaza está en ruinas", rezaban las sábanas desplegadas en los tendidos de sol tras romperse el paseíllo. La reina de las tabernas, ajena a toda esta polémica por dejación de funciones de su encargado, Abellán, se puso a aplaudir a los tifos por el efecto rebaño. Ayuso hubiese tirado almohadillas el sábado de Ureña. Ni cotiza que van a seguir dejando que la plaza se erosione de forma directamente proporcional al volumen de abonados. Y culpa de ello la tienen también algunos toreros que han venido a San Isidro a recuperar lo no ganado en pandemia más que a apostar. Para cerrar el eterno serial, una corrida de Victorino Martín García, mejor para el torero que para el aficionado, pero que dio opciones de triunfo, especialmente el segundo, de nombre 'Garañuelo', el mejor de la feria, y otra tarde de auténtica figura de Fernando Sánchez, un banderillero que ha cuajado una feria sencillamente perfecta con los palos.
A porta gayola se fue Sergio Serrano para empezar lo suyo y mal empezó. Se quedó muy corto el de Victorino y le pasó por encima como un tren. Se quiso ensañar, pero por suerte no le cazó. Fundamental, otra vez, José Chacón, que le quitó al toro y se lo llevó con suma facilidad al burladero de matadores. Tremendo lo suyo. Ya repuesto, Serrano aprovechó la humillación de 'Garañuelo' para lucirse en su faceta bregadora y para dejar al toro que se definiese a 10-12 metros del caballo. Paco Plazas lo picó mucho y mal. Cuando lo dejó Serrano puesto para el segundo encuentro se formó un charco de sangre tremendo que bajaba por el lomo. Un crimen. Como no iba, lo cambió de sitio y otro charco. Y no quería ir el toro, normal. En banderillas le costó un mundo desplazarse, pero se mantuvo en pie e incluso quiso coger los trastos con cierta clase. Arriesgó Fernando Casanova y salió rebotado del par, con la taleguilla abierta por las nalgas, pero sin consecuencias aparentes.
Brindó Serrano a Víctor Zafrilla, preparador físico y amigo personal del torero, lo probó por bajo en el tercio y ahí se quedó para torear por derecho. Embestía con todo el animal, pero con una cadencia propia del encaste, con ese ritmo tan particular de los 'victorinos' de nuevo cuño y con una clase para gozar el toreo. Ya sabía el de Albacete de esta estirpe de los 'Garañuelo', porque cuajó a un hermano suyo en la pasada feria de su tierra. El toro de la feria. Serrano no se apretó en exceso con él, pero disfrutó y lo toreó a placer. Los naturales, con ese temple damasista. Es cierto que el animal se abría mucho en el embroque y daba la sensación de que el torero estaba fuera de cacho. Pese a ello, Serrano sacó su mejor versión. Escuchó berrear a Madrid y comprendió al toro a la perfección. Ni un toque a destiempo, ni un enganchón y siempre en el sitio preciso para que el de Victorino se recrease en la embestida. Un lujo. Y un milagro que ese toro aguantase tanto con el castigo que llevaba. Como buen torero de Albacete, falló la espada. Dos pinchazos consecutivos en la suerte natural y otro más en la contraria tiraron por tierra su obra. Poco premio para el torero, ovación, y poquísimo para el toro, que merecía la vuelta al ruedo.
Al quinto lo recibió también de rodillas en la puerta de chiqueros, con más solvencia en esta ocasión. Aunque lo verdaderamente importante llegó en vertical, con varias verónicas muy logradas y una brega aprovechando el empuje del toro y su humillación. En el caballo no se empleó, pese a que Serrano le dio todas las facilidades. Fue un victorino de los que guardan las viñas de la finca, una prenda. Cuando se quedó solo con el torero mejoró su condición, especialmente por el pitón derecho. Le funcionó la cabeza a Serrano, le dio tiempo para no agobiarlo en exceso y tiró de él con suavidad. Aún así, la faena no llegó a los tendidos. Se fue apagando el toro casi a cada muletazo y alargó demasiado la faena el torero. Finiquitó su tarde con un feo bajonazo.
Antonio Ferrera, vestido de alternativa, quiso lucir a su primero en el caballo y dejó hacer a su Chacón y a su Fernando Sánchez. Con cuadrillas así, mejor dejar las banderillas. Gloria bendita y enésima ovación recogida por los dos rehileteros, cada uno en lo suyo, más destacados de la última década. Lo de la muleta fue somnoliento, una etapa más del Tour de Simón. El toro no dijo nada, pero el torero tampoco intentó que se expresara. Le dio más tiempo que pases. Golletazo a la segunda y que pase el siguiente.
Apuntó cosas buenas el cuarto de salida. Empujó con alegría en el caballo y generoso en el castigo fue Antonio Prieto. Otro crimen. En el quite de Sergio Serrano empezó a acusarlo. Se paró y embistió al gazapeo, dificultando las chicuelinas del manchego. El poco tiempo entre par y par de banderillas en que el toro se paraba, más charcos de sangre a la altura de las manos. Fernando Sánchez, one more time. Otro par que fueron dos, porque Javier Valdeoro no estuvo fino y le cedió su turno. Madrid entera, rendida a él. Por esta tarde y por la feria que ha echado. Ferrera hizo lo suyo en la muleta frente a otro toro que quiso embestir bien y que de hecho lo hizo, pero el trasteo fue demasiado irregular. Lo mejor, los pases de pecho.
Pasado el ecuador de la faena, una tanda a derechas más conseguida, pero con el toro venido a menos. Cruzándose al pitón contrario y toreando con los vuelos, sin la ayuda. Voceando en exceso, como jaleándose a sí mismo, el pacense incómodo a un sector de la plaza. Pasó del temple a la versión Ferrari. O C15. Encerró en su faena varias tauromaquias, pero todas ellas alejadas del mejor Ferrera que ha conocido esta plaza. Terminó por aburrir a un toro que no terminó de definirse por el inconsistente planteamiento del torero que, eso sí, no pasó apuros. La estocada viajó entera aunque algo desprendida.
El tercero fue un toro alto, en el tipo del Albaserrada de las fotos antiguas. A favor de obra hizo todo Román, que ocho días antes había sufrido una grave cornada en esta plaza, y bien estuvo Manuel Jesús Ruiz, su picador, que aguantó los encastados cabezazos del victorino en el peto. Brindó a Díaz Ayuso, en una barrera junto al Niño de la Capea y con Andrés Calamaro de guardaespaldas. Tremenda chapa le pegó el músico al maestro durante todo el festejo. En la muleta, otro torazo. Con casta y emoción en la embestida. Román le ofreció los muslos, pero no fue capaz de acoplarse al ritmo del animal. Citó demasiado en perpendicular y tendió al unipase en lugar de dejarle la muleta para tirar de él. Ya había cogido la espada Román y el buen 'Milenario' seguía comiéndose las telas por los dos pitones. Mal con los aceros el valenciano.
Brindó al público al 6º, que no destacó por su fuerza en los primeros tercios, pero que desarrolló para bien en la muleta. Román le dudó mucho y dejó ir las primeras embestidas, fundamentales para terminar de definir al toro. No se le vio cómodo y terminó la faena con una leve cojera. Lo mató con una estocada entera y atravesada que precisó de un golpe de descabello.
Madrid, domingo 5 de junio de 2022. Corrida de la Prensa. Más de tres cuartos de entrada (19.648 espectadores, según la empresa).
Toros de Victorino Martín, bien presentados y de juego variado. Deslucido el 1º; el 2º, de nombre 'Garañuelo', extraordinario pese a que se le masacró en varas; encastado y con transmisión el 3º; exigente y con movilidad el 4º; incierto y complicado el 5º y flojo aunque manejable el 6º.
Antonio Ferrera, silencio y palmas tras aviso.
Sergio Serrano, ovación tras aviso y silencio.
Román, silencio y silencio.