VALENCIA

Jesús Duque y Álvaro Lorenzo, oreja a la sinceridad y la clase

Una oreja pasearon este sábado en Valencia Duque y Lorenzo, mientras que Téllez ofreció una buena imagen ante un pobre encierro de Fuente Ymbro.

Pase de pecho de Jesús Duque durante su actuación este sábado en Valencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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De forma accidental, me encuentro por la Plaza de Toros de Valencia con el amigo Javier Hurtado, periodista veterano del programa decano Tendido Cero, de TVE, al que admiro, por cierto, por su riqueza léxica, su ingenio lingüístico y sus profundos conocimientos del toreo. Qué cosas. A Javier lo manda desde Madrid la televisión de todos los españoles para cubrir la Feria de Julio de Valencia como enviado especial y, sin embargo, desde Burjasot, el Centro de Producción de Programas de À Punt, el Canal 9 del Botànic, no envían a nadie porque los toros están prohibidos sistemáticamente en ese fracaso audiovisual que es la tele de “todos” los valencianos. Prohibir, el verbo de los intolerantes.

Seguro que habrán enviado unidades móviles a casa de cualquier maruja o marujo -ojo con excluir sexos, géneros y no dar cabida a todo tipo de neuras progres- para grabar cómo se hace un arroz a banda o cómo se cocina una “coca de llanda”. Ojo con el nivel intelectual de estas élites excluyentes. En números rojos los índices de audiencia y los de credibilidad para los 80 millones de euros anuales que les cuesta a los valencianos, taurinos incluídos.

La corrida de Fuente Ymbro fue un escaparate de pelajes (negros, un jabonero y un castaño), morfologías y comportamientos. Pero a la corrida le faltó clase y empuje. Bravura, vaya. El negro primero tuvo genio, soltó la cara y tuvo su nervio. Incómodo. En el haber, prontitud y emotividad. Jesús Duque, de estreno, de catafalco y azabache en memoria de su madre, brindó al cielo y se fue a los medios. Sincero el torero, mentirosa la movilidad del toro. Faena de toma y daca, de no volver la cara. Buena estocada, al segundo intento.

El jabonero cuarto se arrancó como un tren a la muleta de Duque, plantado en los medios con la muleta planchada. Vibrante labor y emotiva embestida. Toro con buen aire este cuarto, aunque a menos también. Duque resultó dramáticamente prendido, tremenda la paliza. Milagrosamente se libró de la cornada, a falta del estudio radiológico. Grogui, noqueado, se tiró a matar y la espada cayó baja. Pero en el segundo intento agarró una notable estocada. Mucho mérito el de los toreros. Oreja a la sinceridad y la gallardía de los de luces. Cosas de toreros.

Álvaro Lorenzo firmó un buen recibo a la verónica, especialidad de la casa. Escarbó el de Ricardo Gallardo y perdió las manos tras la primera vara. Justo de todo. Tardo, noble, sin emoción. El toledano prologó su faena de rodillas en el tercio. Arrestoso. Con la zurda esbozó muletazos sueltos con buena expresión.

El quinto era un tío. Bien hecho, la cara colocada, muy serio. Genuflexo descorchó la faena el toledano. Muletazos de mucho gusto: un cambio de mano fue una preciosidad. El buen estilo y las buenas formas presidieron la labor de Lorenzo. Hubo naturales de categoría y frescura en los recursos para resolver. Unas luquecinas -como en esta feria han hecho Luque, Roca y Román- constituyeron el epílogo antes de dejar media estocada en buen sitio.

Ángel Téllez, triunfador de la Feria de San Isidro, se presentó en Valencia como matador de toros. La montera en la mano en el paseíllo. El tercer fuenteymbro salió con brío y más pies. Bien Téllez con la capa, sutil y especialmente bien en dos medias sensacionales. Cambió sorprendentemente el toro. Informal. Del brío y el ímpetu que se presagiaba, el toro comenzó a recular ante los cites de su matador, que brindó a El Soro, en la meseta de toriles. Decepcionante fue la primera parte del encierro de Fuente Ymbro. Y la segunda también.

Téllez firmó un quite muy meritorio por chicuelinas, ajustadas y toreadas, ante el sexto. Preciosa la larga de remate. Tras brindar al público se puso a torear con la izquierda. Sin clase la embestida, sin entregarse y sin humillar, como todo el encierro. Pese a la adversidad, el toledano da la sensación de estar hecho y preparado. Macizo y firme.