CULTURA
Las tauromaquias de Goya y Picasso, frente a frente en la Real Academia de San Fernando
La exposicion puede visitarse desde este viernes en Madrid y a partir de octubre, la muestra viajará hasta Málaga.
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Por primera vez se muestran al público las 33 planchas originales de cobre de la "Tauromaquia" de Goya (1816) -siete de ellas grabadas por las dos caras- junto a las 40 estampas resultantes; frente a ellas, las 26 aguatintas de Picasso, más la cubierta del tratado sobre la lidia al que iban destinadas, de 1957.
En total son 104 piezas, a las citadas se suman otras cuatro estampas de Goya de la serie "Toros de Burdeos", de 1825. La muestra ha sido organizada junto a la Fundación Bancaria Unicaja y en colaboración con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga, con motivo del 50 aniversario de la muerte del pintor malagueño.
Víctor Martín, comisario de la exposición, ha destacado la importancia de poder ver por primera vez juntas todas las planchas de Goya y ha reivindicado su valor como patrimonio universal. Es "el gesto irrepetible que sale a la luz", ha señalado, "la esencia de la obra de arte".
La última vez que se realizó una estampación con ellas fue en 1983, a partir de entonces la Academia entendió que son obras arte en sí mismas y no dispositivos para la obtención de obras y se ha dedicado a restaurarlas para su óptima preservación.
Las planchas de Picasso no se conservan. Javier Blas, subdelegado de Calcografía Nacional en la Academia, ha explicado en rueda de prensa que a finales del siglo XIX cambió la concepción de los grabados y se empezó a apostar por ediciones cortas y la destrucción de las planchas para aumentar su valor comercial.
Distintos conceptual y estilísticamente, Picasso es "más hedonista" y a la vez arraigado en una tradición mediterránea que engloba al minotauro y a toda una civilización, ha explicado el comisario Martín, mientras que Goya es más dramático y sus imágenes son "como fogonazos".
Hay constancia de que Picasso conoció las estampas de Goya, que llegó a mencionar por escrito y que circularon mucho en su época, pero también hay reflejo de ello en algunas de sus composiciones como "Salto con la garrocha", muy similar a "Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid", de Goya.
La serie de Picasso fue un encargo que le hizo antes de la guerra civil Gustavo Gili Roig para ilustrar un tratado del diestro José Delgado, "La tauromaquia o el arte de torear", pero quedó aparcado hasta 1957, cuando lo retomó en su villa de Cannes.
Grabó 26 aguatintas al azúcar, más una cubierta a punta seca, todo en una sola tarde, en tres horas y media, unos días después de haber asistido a una corrida en Arles. Es la mirada de un aficionado que saborea distintos momentos de la fiesta en la plaza.
En el caso de Goya, los críticos siguen discutiendo a día de hoy sobre su motivación, pero concuerdan en que no son imágenes de celebración sino que enfatizan las ideas del sacrificio y la muerte.
La mirada de Goya hacia la violencia de la lidia, que entroncaría esta serie con otros de sus grabados como los "Desastres de la Guerra" y los "Caprichos", sólo se ha comenzado a destacar por parte de la crítica a partir del último cuarto del siglo XX.
Según Blas, las posibles "desviaciones interpretativas" se deben a que la historiografía tradicional ha concentrado la atención en las dos primeras secciones y ha evitado las imágenes más críticas por la incomodidad que provocan.
En la exposición de la Academia, que a partir del 3 octubre recalará en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Málaga, pueden verse todas, incluidas las siete que inicialmente fueron desestimadas por su violencia y que corresponden a las planchas grabadas por las dos caras.