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López Simón y ‘Garabito I’, un oasis entre la mansedumbre del Puerto de San Lorenzo

El diestro madrileño saludó la única ovación de la tarde tras una faena entonada al único toro con posibilidades del hierro salmantino. 

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Los tendidos de Las Ventas hoy sí se acordaron de sacar a saludar a los dos diestros que habían abierto la Puerta Grande en este San Isidro. Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera también invitaron a Alberto López Simón. Buen detalle mientras las banderas que coronan el torreón de la gloria venteña se enredaban por culpa de un viento que condicionó el trascurso del festejo. Tanto o más que la mansedumbre que tuvo el encierro del Puerto de San Lorenzo. Pinchazo del hierro salmantino después de un 2018 de éxitos en Madrid.

“Caraseria” se llamaba el primero. Y fue fiel a su nombre. Serio de cara y de gran corpulencia fue el del Puerto con 620 kilos en todo lo alto. También fue fiel al comportamiento frío y abanto de su procedencia. Mansito en el caballo, hizo concebir alguna esperanza cuando Ferrera le presentó la diestra. Se deslizó humillado el toro. Pero el viento impedía cualquier acople. Buscó el refugio del tercio del 10 el torero, pero el gobierno de la tela y del animal era misión imposible. Abrevió Ferrera.

El primero de Perera se despitorró nada más salir al ruedo. Empujó con más clase e intención en el caballo y tuvo buen tranco en el tercio de banderillas. Uno de los garapullos quedó clavado en la mano derecha afeando la estampa del toro. Éste luego no rompió a embestir. Sus movimientos resultaron arrítmicos y cansinos. El diestro extremeño se empeñó en un trasteo tan largo como insípido. 

De armónicas y entipadas hechuras salió el tercero del Puerto, ‘Garabito I’, un astado que rompió a embestir con clase y humillación desde el inicio de faena. López Simón lo vio pronto y casi sin probaturas se puso con la mano derecha. Ligazón y temple como armas y siempre ese halo de fragilidad que preside los trasteos del madrileño. A más exigencia por abajo, mejor respondía el toro. Al natural también se daba con la misma excelencia el toro del Puerto hasta que el depósito comenzó a fallarle. Se perdió algo la intensidad, que intentó recupérala Alberto con unas bernadinas finales cambiando el viaje al toro. En una de ellas llegó la voltereta. Tremenda la caída de la que salió desmadejado el diestro. Volvió a la cara para terminar lo empezado con el público respondiendo a la entrega demostrada. Se tiró a matar tirando la muleta y echándose contra el morrillo con un ligero salto. Algo hererodoxo y sobre todo, poco efectivo. Dos veces lo intentó y dos veces pinchó. La ovación final fue compartida entre el toro y el torero.

La tarde volvió a la calma chicha con el cuarto, un animal que no humilló y embistió a regañadientes a la muleta de Ferrera. El pacense se lo llevó a terrenos del sol, donde más molestaba el viento. Nunca se atisbó que pudiese haber comunión entre toro y torero. Una estocada caída tiró al toro patas arriba.

El quinto fue otro toro manso que rompió a embestir a oleadas. Perera intentó plantearle faena en la zona de tablas del 1. Muleta puesta y tapándole la salida al del Puerto. Pero la entrega del astado era nula cuando se veía podido. Después se amontonó todo, se destempló Perera ante la falta de clase del toro que comenzó a soltar la cara. La estocada fue efectiva. 

Con la tarde ya en barrena, el desrazado y huidizo sexto no regaló ni una embestida. López Simón tampoco estuvo muy resolutivo ante las reservas que tuvo el toro para embestir. Tampoco lo vio claro esta vez con los aceros.

Madrid, jueves 6 de junio de 2019. 24ª de Feria . Casi lleno.

Toros del 

, muy bien presentados, entipados. Conjunto manso y descastado a excepción del notable tercero, de gran nobleza y clase.

Antonio Ferrera, silencio y silencio.

Miguel Ángel Perera, silencio y silencio.

Alberto López Simón, saludos tras aviso y silencio tras aviso.