ENFERMERÍA
Mariano de la Viña: "Haré todo lo posible, y lo imposible, para volver a torear"
El subalterno albaceteño sigue recuperándose de las graves secuelas que le dejó la brutal cornada sufrida hoy hace un año en la plaza de Zaragoza.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Aquel día, en la última corrida de la Feria del Pilar, Mariano de la Viña fue aparatosa y repetidamente corneado por el cuarto toro, de la divisa de Montalvo, que le produjo gravísimas roturas arteriales y una abundante hemorragia que le dejó en shock durante su alarmante traslado a la enfermería.
De "situación cataclísmica" calificó el estado del subalterno el cirujano jefe de la plaza de Zaragoza, doctor Carlos Val-Carreres, cuya rápida y magistral intervención en los primeros y críticos minutos, aun sin poder aplicar anestesia, fue decisiva para evitar el fatal desenlace, al cortar la hemorragia y estabilizar al herido para una posterior y más profunda intervención.
"A un año vista -declara ahora a EFE el propio Mariano de la Viña- lo mejor de todo es que sigo aquí, haciendo una vida más o menos normal, aunque con bastantes limitaciones. No me acuerdo de nada de lo que pasó, porque enseguida entré en shock, pero los médicos me dicen que ese día me pude quedar en la camilla de la enfermería".
El banderillero considera que, "dentro de la desgracia, tuve una suerte infinita de que sucediera en Zaragoza y de caer en manos de don Carlos, que más que mi médico es como un padre para mi, y de todo su equipo. Él fue quien hizo el milagro de que yo hoy siga con vida".
En concreto, el parte médico del percance señalaba una cornada de 27 centímetros en el triángulo de Scarpa derecho, que arrancó la arteria femoral y rompió la iliaca interna, y otra en la zona lumbar, de 22 centímetros, entre el recto y la vejiga, que arrancó la arteria iliaca de ese lado, con pronóstico gravísimo.
"Desde el primer momento, tanto en los cuarenta días que estuve hospitalizado como hasta ahora, no he sentido nunca dolor, y el riego sanguíneo, aunque tengo que tomar anticoagulantes, funciona a la perfección", explica De la Viña, que cumple hoy 52 años de edad.
Con todo, el torero manchego ha tenido que ser sometido la pasada semana a la intervención de una fractura en la clavícula izquierda sufrida también en aquel percance, y que se ha ido retrasando por los problemas hospitalarios derivados de la pandemia del COVID.
"Pero lo único que me preocupa ahora -añade De la Viña- son las consecuencias de la contusión en el nervio ciático, pues no puedo mover la pierna izquierda desde la rodilla hasta el pie. Me tienen que volver a operar para limpiar la fibrosis que lo rodea, además de una hernia inguinal que se produjo al tener que moverme toda la pared muscular para pinzarme las arterias".
En todo este tiempo, el subalterno de Enrique Ponce no ha dejado de someterse a duras sesiones de rehabilitación para intentar recuperar en esa pierna una movilidad que, tras la operación, solo llegará "en dos o tres años", según le han explicado los médicos.
"Tengo que armarme de paciencia. De momento, uso un aparato para andar todo lo que puedo y también monto en bicicleta. Me estoy acostumbrando a desenvolverme de esta manera y hago una vida más o menos normal, pero no voy a rendirme ni a perder la constancia", asegura de forma tajante.
Para finalizar, el torero de plata añade que todos los esfuerzos los dará por bien empleados si consigue la que él mismo considera su "única obsesión": volver a vestirse de torero para salir a una plaza de toros.
"Soy consciente de que hasta que no pueda mover el pie izquierdo me va a ser imposible. Solo que yo no renuncio. El tiempo dirá si puedo lograrlo o no, y tendré que aceptar lo que venga, pero me dolería mucho tener que irme así de una profesión que ha sido mi vida y que me he tomado siempre muy en serio. Voy a hacer todo lo posible, y lo imposible, para volver a torear", concluye Mariano de la Viña.