3ª PUERTO DE SANTA MARÍA
Morante y Prieto de la Cal, un gesto sin gesta
La esperada encerrona de Morante de la Puebla con seis toros de Prieto de la Cal acabó sin pena ni gloria con seis silencios.
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La expectación por las nubes, el papel agotado desde hace semanas y la plaza de toros del Puerto de Santa María como centro del universo taurino. Morante de la Puebla y seis toros de Prieto de la Cal tenían la culpa. Cuando sonaron los clarines y timbales de la Plaza Real asomó el diestro vestido de un precioso terno azul celeste obra de Justo Algaba. Y la plaza en pie agradeciendo un gesto de los que ya no se ven. Una figura y un hierro nada habitual en los carteles de las ferias.
Dos horas después, el gesto no alcanzó las cotas de gesta. Todas las esperanzas quedaron ahogadas en un encierro ayuno de casta y nulo para la lidia actual. Toros desfondados tras su paso por el tercio de varas en el que fueron muy castigados y sin un muletazo en el último tercio. Se esperaban estampas antiguas de un torero pudiendo a toros indómitos. Pero ni hubo ni lo uno ni lo otro. La nada y una decepción enorme.
Bajo y musculado salió el primer jabonero. A punto estuvo de llevarse por delante al torero de La Puebla y a El Lili, a éste hasta en dos ocasiones. No regaló ni una embestida el de Prieto de la Cal. Ni con el capote ni con la muleta. Dos tandas de tanteo le duró el toro a Morante, que salió con la espada de verdad montada y le pasaportó de una estocada habilidosa.
La primera gran ovación del festejo se la llevó el subalterno Antonio Joao Ferreira tras un sensacional tercio de banderillas. El toro iba y venía, sin entrega, pero al menos tenía algo de movimiento en esos primeros tercios. Pero fue un espejismo. Tras un intento de inicio de faena en el que hubo una trincherilla de suave cadencia. Pero los tres puyazos que tomó fueron demasiado castigo para tan poco depósito de casta. Un pinchazo y una estocada caída dieron por concluida la segunda función.
Otra vez Morante metió tres veces al caballo al tercero tras haber intentando estirarse a la verónica en el recibo de capote. Después, la historia se repitió. El toro no tuvo ni un pase y el diestro cigarrero se fue tras de la espada con poca decisión. Lo cazó al tercer intento cuando no hacía ni una hora de que comenzase el festejo. Tiempo récord.
Con el cuarto cambió la capa. Negro el de Prieto de la Cal y tres verónicas de Morante que tuvieron su sabor a lances antiguos. Lo lidió magníficamente el sobresaliente Álvaro de la Calle. Pero una vez más, el ‘veragua’ no tuvo ni un pase y Morante, tras quitarle las moscas, lo avió de un feo espadazo.
El cuarto se devolvió porque sí. Sin motivo aparente. Ya puestos… Y como sobrero, un anovillado ejemplar de Parladé que fue pitado por el público del coso portuense. El toro, pese a su calidad, tuvo el poder muy contado y aquello no dejó de ser un simulacro de faena con el toro echándose incluso antes de que Morante entrase a matar.
El sexto, con el público ya desencantado, permitió algún muletazo compuestito a Morante. Pero el de Prieto de la Cal no se entregaba, embestía al paso y tampoco Morante se mostró confiado. Las palmas de tango comenzaron a sonar antes de que el torero se fuese tras de la espada. Un metisaca acabó con el toro y con una encerrona que quiso venderse de histórica y acabó como la gran mayoría que ha protagonizado Morante, en un sonoro fracaso. Tan sonora como la bronca que escuchó cuando abandonaba el amplio ruedo portuense.
El Puerto de Santa María (Cádiz), sábado 7 de agosto de 2021. 3ª de Feria. Lleno de ‘No hay billetes’ sobre el aforo permitido.
Cinco toros de Prieto de la Cal, bien presentados, entipados. Muy castigados en varas, sin fondo de casta y parados en el último tercio. Un sobrero de Parladé (5º bis), anovillado, flojo y tan descastado que llegó a echarse durante la faena de muleta.
Morante de la Puebla, como único espada: silencio, silencio, silencio, silencio, silencio y bronca de despedida.