ANIVERSARIO

Morante de la Puebla, bodas de plata de un torero en sazón

El diestro sevillano cumple hoy miércoles sus 25 años de alternativa toreando justo donde la tomó, en Burgos.

Morante de la Puebla en una de sus actuaciones pasadas en la Real Maestranza

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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José Antonio Morante Camacho, Morante de la Puebla en los carteles, cumple este miércoles sus bodas de plata como matador en plena sazón profesional y artística, reconvertido en uno de los motores de una temporada que no podría entenderse sin su nombre.

Morante ya ha celebrado la efeméride abriendo la Puerta Grande en la plaza de Burgos, escenario de su alternativa y aún le queda otra tarde, este mismo miércoles.

Es la fecha exacta en la que se cumplen esos 25 años de la alternativa que tomó tal día como hoy, festividad de San Pedro y San Pablo, de manos del diestro colombiano César Rincón que le cedió un toro de Juan Pedro Domecq en presencia de Fernando Cepeda. El nuevo matador, que cortó dos orejas, salió a hombros del coso del Plantío en una tarde lluviosa que abría una nueva etapa en su incipiente trayectoria.

No eran los planes iniciales del torero de La Puebla del Río y su entonces mentor, el recordado empresario, poeta y taurino malagueño Miguel Flores, que no había alcanzado un acuerdo con Diodoro Canorea para que su joven poderdante cambiara de escalafón en la plaza de la Maestranza.

Morante, un torero precoz, había toreado en público por primera vez en 1988, con sólo nueve años, en un ruedo improvisado en la localidad sevillana de Villamanrique de la Condesa. Tres años después vestiría su primer traje de luces, un ajado terno celeste y oro, en Montellano: comenzaba su verdadera historia taurina.

No tardaría en ser descubierto por Leonardo Muñoz, apodado 'El Nazareno' y padre del diestro Emilio Muñoz. El controvertido taurino de Dos Hermanas le fogueó por los pueblos sin que faltaran peripecias de todo signo mientras el ambiente de Morante, un niño aún, crecía entre los aficionados antes de afrontar su debut con picadores, el 16 de abril de 1994, en la plaza de Guillena.

Pero fue Flores, ya fallecido como Leonardo Muñoz, el primer prócer del toro que creyó en él más allá de las peripecias en las que se había visto incluido de la mano del taurino de Dos Hermanas. Con Flores alcanzó aquella alternativa burgalesa aunque su presentación como matador en Sevilla tendría que esperar hasta una Feria de Abril, la de 1998, de la que fue triunfador indiscutible.

En 1999 llegó su única Puerta del Príncipe después de cortar tres orejas a un encierro de Guadalest. Y la Feria de Abril de 2000 se antojaba la de su consagración definitiva pero la suerte acabaría siendo esquiva. Aquel abono, el último del siglo XX, lo había montado Diodoro Canorea pero falleció en enero sin que pudiera ver sus resultados.

Morante, que había firmado una millonaria exclusiva con el recordado empresario manchego, estaba anunciado tres tardes. En la del 29 de abril, haciendo terna con Manzanares y Rivera Ordóñez, le cortó dos orejas a su primer ejemplar de Victoriano del Río y salió a por todas con el sexto, que le corneó brutalmente cuando trataba de iniciar la faena con el añejo cartucho de ‘pescao’. El torero quedó roto, la Feria también.

La exclusiva firmada con Diodoro Canorea iba a convertirse en papel mojado mientras las relaciones con la empresa Pagés, ya en manos de Eduardo Canorea y Ramón Valencia, se ensombrecían cada vez más a raíz de caerse del cartel de la Feria de San Miguel de aquel año.

Desde ese momento, la carrera del diestro cigarrero empezó a escribirse con dientes de sierra: las retiradas de 2004 y 2007; los problemas psiquiátricos que le obligaron a viajar a Miami para ser tratado; el imposible apoderamiento de Rafael de Paula y otras fallidas parejas profesionales o las ausencias de la plaza de la Maestranza marcan a un personaje que ha llegado en ocasiones a eclipsar su verdadera y más profunda alma de artista y torero.

Pero Morante ha encontrado su definitiva sazón a raíz la brevísima retirada de 2017 que precedió a esta última época en la que se ha convertido en torero base de las ferias, logrando premios como el Nacional de Tauromaquia o la Oreja de Oro que han subrayado la grandiosa temporada de 2021, culminada con la memorable faena de Sevilla.

Fue el mismo escenario de la histórica Feria de Abril que ha protagonizado en 2022, una temporada en la que es base indiscutible de todos los ciclos taurinos y en la que se ha propuesto rebasar la centena de contratos en ruedos de todas las categorías mirándose en el espejo de Joselito El Gallo.