VALENCIA

Oreja y grata impresión de Ismael Martín; oreja al aplomo y la mano izquierda de Nek

Ismael Martín y Nek Romero cortan una oreja en la festejo de la Virgen de los Desamparados de Valencia.

Natural de Ismael Martín durante su actuación este sábado en Valencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Cuando florece mayo, Valencia siempre presume y se enorgullece de su historia, se adueña la nostalgia, la tragedia y la grandeza de dos toreros: Manuel Granero y Manolo Montoliu. Sevilla y Madrid. Azabache y plata. Pocapena y Cubatisto. Estrella fugaz del firmamento a principios de siglo XX y figura máxima de la torería de plata a finales de la centuria. Siempre en el recuerdo, siempre presentes. Veremos quien se acuerda de Urtasun la semana siguiente de cuando deje de ser ministro. Qué mala suerte ha tenido siempre el toreo con los Ministros de Cultura: del PP, del PSOE, de Sumar… Pero todos pasan, con sus mentiras, sus desaires, sus ridículos y la Fiesta sigue viva. Bastante más viva que el PACMA, que son, como se refleja en las urnas, cuatro gatos sin escaños.

Por mayo, Valencia abre sus puertas en honor a su patrona: la Virgen de los Desamparados. El toreo, desamparado por la clase política, por la que anhela su desaparición y por la que aparenta su protección, que es la más nociva y dañina: despreciado mayormente por los medios de comunicación… Sin embargo al toreo siempre lo ampara su afición. La que mantiene el espectáculo, la que le da vida, la que garantiza su vigencia.

Manuel Caballero se fue hasta los medios en el saludo al que rompió plaza. En el límite el depósito de fuerzas del utrero, que tuvo, eso sí, nobleza y clase. Bien el presidente, Jesús Merenciano, por mantener al novillo en la plaza. El novillo, de superior ritmo, exigió pulso y no la excesiva tensión del manchego. Siendo el concepto bueno fue inoportuno con un novillo de embestidas almibaradas. Lo mejor, el espadazo. De más la vuelta al ruedo.

Lavado, escurrido o vareado el cuarto. Un buen becerrote en comparación con el tercero. Fue novillo de noble son. Algo despegado el manchego, su labor trascendió poco en los tendidos. La espada no les funcionó a los actuantes.

El salmantino Ismael Martín tuvo enfrente a “Puñalero” nombre de grato recuerdo con el maestro Juli, a punto de indulto, en una lejana Feria de Julio. De Daniel Ruiz el célebre toro y la procedencia de la ganadería. Sensacional de exposición y ajuste el saludo capotero más allá de la limpieza. Vibrante. Intenso el quite por saltillera de Nek Romero. Cogió los palos el novillero charro. Fácil aunque faltó precisión. Puso toda la carne en el asador Ismael Martín, que bordó los pases de pecho y exhibió actitud y la colocación del querer. Se puso de verdad con un “Puñalero” que tenía dos puñales. Olé. Quedó angustiosamente prendido entrando a matar. Un milagro.

Varias largas cambiadas de rodillas en el tercio le recetó Ismael Martín al quinto, colorado huidizo. Quitó por navarras y replicó Nek por chicuelinas. Sin convicción: o esa fue la impresión. El salmantino volvió a coger los palos y el público se entregó con él. La entrega. Brindó a El Soro, y el maestro de Foios correspondió con la diana floreada. De vértigo los tres pases cambiados en los medios. El salmantino se los pasa cerca e incluso a veces abusa de ls cercanías. Se apunta como matiz lo que en el fondo es virtud. Hacía tiempo que el arriba firmante no veía esta plaza tan entregada con un novillero foráneo. Chapeau por Ismael Martín.

El tercero era una belleza. Cortas las manos, hondo, bajo, bien hecho. Una hermosura redonda de 500 kilos exactos. El toro de muchas plazas de segunda debería ser así… Nek se lo sacó a los medios sin apretar. Un tanto descompuesta la embestida del de José Cruz, que se rajó en seguida. Mal con los aceros el valenciano.

El sexto, endeble y franco, dejó hacer y estar. Nek principió faena de rodillas. Dibujó Nek varios naturales de hermosa factura. Al ralentí. Con los vuelos y las yemas. Le faltó novillo al valenciano, que tiene por delante Madrid, Sevilla y la alternativa en octubre el día de la despedida del maestro Enrique Ponce. Las luquecinas finales calentaron al personal pero el pinchazo enfrió la posibilidad de triunfo. Gran estocada al segundo intento.

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