CORRIDA DE BENEFICENCIA

Una oreja muy benéfica

Ginés Marín pasea el único trofeo de la Corrida de Beneficencia. Ferrera y Perera, de vacío

El diestro Ginés Marín da un pase a su segundo toro en la Corrida de Beneficencia

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La Corrida de Beneficencia quedaba este año enmarcada dentro de la semana torista. Extraña ubicación con los 'Núñez' de la familia Lozano enmedio del maremagnum cárdeno y aún con 'Licenciado' en la memoria. Con Don Juan Carlos reapareciendo por Las Ventas y numerosos políticos del bipartidismo deambulando por callejón y tendidos, los aficionados extremeños tomaron el coso madrileño al reclamo de sus toreros. Dos adoptados y uno 'pata negra'.

Abrió la Beneficencia un toro de Alcurrucén entipado al que picaron en terreno del 6 de primeras, luego en terrenos de toriles donde derribó. Complicada lidia en la que el animal arrolló a José Manuel Montoliú mientras intentaba bregar. Tras el brindis Real, Antonio Ferrera le presentó la zurda al toro. Se comía el trapo el animal entre la firmeza del torero. Se atemperó más el de Alcurrucén en la segunda tanda, también por el mismo pitón, pero sin terminar de salirse del engaño. A derechas era menos obediente y Ferrera tuvo que tragar primero y buscar el pitón contrario después. Pero donde llegó lo bueno fue en el último tramo de faena. De nuevo al natural, con la figura del torero relajada y embrocándose más. Los tendidos respondieron. Enterró la espada entera pero tuvo que usar el descabello. La ovación reconoció lo hecho. 

Miguel Ángel Perera tuvo como primero de su lote un toro de Alcurrucén que sacó bondad y nobleza en el último tercio. Muy templado el extremeño, que llevó cosida a la muleta la embestida del toro de Alcurrucén. La pena fue el depósito de la gasolina se le vacío demasiado pronto, por lo que la faena no pudo terminar de romper. 

Al tercero le sopló dos buenas varas Guillermo Marín, padre de Ginés Marín, que después se gustó en un quite a la verónica de gran compás y expresión. La respuesta de Ferrera por el mismo palo y una media arrebujada a la cintura. El toro sacó fijeza y prontitud en el último tercio. Con más briós en el inicio del trasteo. Con su inercia, el astado tomaba con franqueza el engaño. Muy asentado Ginés, que tiró con mando de las embestidas. Al natural, con el toro poniendo ya menos de su parte, tuvieron expresión y hondura un par de tandas. Las bernadinas finales, ajustadas al máximo. Un pinchazo precedió a una estocada en toda la yema. La petición de oreja se desató pero el palco no concedió el trofeo hasta que el toro no estuvo amarrado a las mulillas. Otra oreja de la que pocos hablarán dentro de poco.

Poco pudo hacer Ferrera con el cuarto. El toro trajo unas preciosas hechuras como envoltorio. Pero una vez abierto, no hubo nada dentro. Podrido el fondo, sin querer pasar y buscando al torero en cuanto veía resquicio. Ferrera, sin embargo, tampoco lo vio claro tanto con la espada como con el descabello.

El quinto pasó de puntillas por los primeros tercios, pero rompió en banderillas. Una movilidad que mantuvo en la apertura de faena de Perera. De nuevo muy atalonado el pacense, corriendo la mano y bajándola por el pitón derecho, el mejor del toro. Tres tandas mantuvieron el nivel. Al natural el astado era distinto, metiéndose por dentro. Al volver a la diestra ya nada fue igual que al principio. Metió la espada con habilidad pero no tuvo el mismo tino con el descabello, con el que se atascó Perera.

Más altón fue el sexto, un animal que manseó de salida pero que después tuvo una primera tanda de muleta en la que se vino con todo. Aguantó y sometió Ginés, lo que provocó que el toro rebajase sus revoluciones. Después estuvo aseado y ligó las series, pero se le afeó la ligereza en la colocación. La faena, como el toro, no teminaron de romper. 

Madrid, miércoles 6 de junio de 2018. Corrida de Beneficencia. Lleno. (23.289 espectadores, según la empresa)

 Toros de 

, bien presentados. Encastado el primero; a menos los nobles segundo y tercero; orientado y peligroso el cuarto; un quinto manejable pero sin fondo y duración; sin clase pero con movilidad el sexto.

Antonio Ferrera, saludos tras dos avisos y silencio tras aviso.

Miguel Ángel Perera, silencio tras aviso y silencio.

Ginés Marín, oreja y silencio.

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