SEVILLA
Pablo Aguado, indultó y emocionó en Morón de la Frontera
Pablo Aguado, que indultó a “Toledano” de El Torero, salió a hombros de la plaza junto a Jesulín de Ubrique y Cayetano.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hay algo ahí que es verdad. Esa verdad que diferencia lo auténtico de lo banal. Lo bueno de lo malo. De tarde en tarde lo trivial concede una pausa y aparece la verdad. Es como si lo soñado se hiciese realidad. La realidad del toreo llevado a su máxima manifestación. El logro de revelar lo que se siente con la naturalidad del artista. Una verdad sin efectos para conseguir construir la sutil obra que convence. Convenció y emocionó el toreo de Pablo Aguado. Y como es buen torero el resultado fue excelente. Clásico, elegante, natural, preciosista… De trazos bellísimos y primorosa ejecución.
El sevillano resucitó el toreo con el bravo sexto de El Torero. Lo hizo pleno de emoción y de enorme impacto en los tendidos. Gente entregada que obligó al presidente a sacar el pañuelo del indulto. Por unanimidad de la plaza. La polémica de la decisión, como en todas, vendría después. Pero Pablo explotó con “Toledano” un concepto tan original como emotivo. Tan puro como bello. Destacó la sutileza y la honda expresividad del natural, los cambios de manos, la lentitud del toreo diestro, la ligazón, los formidables pases de pecho. La torería.
La faena tuvo todos los alicientes para situarla en en un lugar de privilegio en la tarde. Fue lo mejor. Una obra soberbia servida por una transparencia inusual y sin perder un ápice de calidad. Porque con el complicado tercero poco más pudo hacer que dibujar tres verónicas y una media de cartel. Algún natural de alta nota y los detalles que aportaron la chispa a lo poco visto. La espada se le obstruyó.
Amparado por lo sugerente de su nombre, Jesulín, supo conectar con el público con el noble y buen toro de Lola Domecq lidiado en primer lugar. A su manera, con su sentido del temple, y una ligazón que fue ideal e irresistible para hacer disfrutar a unos tendidos que no dudaron en pedirle los máximos trofeos tras verle hundir la espada.
No pudo conseguir iguales logros con el cuarto. Un toro de complejas acometidas con el que el diestro de Ubrique mostró esa otra versión briosa y efervescente, aunque exenta de calidad. Con la espada, mal.
El segundo toro de El Torero lució unas bonitas hechuras y, lo mejor, tuvo una notable calidad en sus nobles embestidas. Cayetano toreó, pero no emocionó. Mostró su habitual elegancia en la forma de hacer el toreo, pero su lidia careció de contenido, de continuidad. Todo demasiado anodino. Mató de estocada y paseó un apéndice.
Al quinto le premiaron con la vuelta al ruedo en el arrastre. Fue “Obsceno” un toro encastado y bravo que apretó en varas y se creció después en el toreo de muleta. El madrileño dejó momentos notables con ambas manos. Se entregó con ganas a la causa, pero la obra no acabó de convencer. Hubo templanza en el natural. Bajó la mano en el muletazo diestro, pero todo resultó intermitente, discontinuo. Pese a pinchar, el doble trofeo no se hizo esperar.
Morón de la Frontera (Sevilla), domingo 24 de marzo de 2019. Corrida de la primavera. Casi tres cuartos de plaza.
Toros de
, de aceptable presentación y desiguales hechuras. El primero muy noble y de pastueña embestida. De notable calidad el segundo. Complicados el tercero y cuarto. Encastado y bravo el quinto, premiado con la vuelta en el arrastre. Muy noble y bravo el sexto, que fue indultado.
Jesulín de Ubrique, dos orejas y saludos.
Cayetano, dos orejas y oreja
Pablo Aguado, que sustituyó a Enrique Ponce), saludos y dos orejas y rabo simbólicos.