CUADRILLAS

Se retira José Antonio Carretero, un grande de la brega y las banderillas

El toledano José Antonio Carretero hará este viernes en la Maestranza de Sevilla su último paseíllo vestido de luces.

José Antonio Carretero antes de un paseíllo en la plaza de toros de Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Horas antes de su retirada, Carretero asegura no sentir especial emoción al llegar este momento, porque su trayectoria "ahí está". "Con el añadido de haber llegado bien a este final con dos años de prórroga tras la operación de vértebras que sufrí hace tres años. Si acaso, solo siento agradecimiento a la vida", agrega.

Esa trayectoria, después de nueve temporadas como matador de toros, tras su alternativa en Madrid en 1996, se ha alargado otras 26 más en las filas de plata, a las órdenes de toreros como Óscar Higares, Manuel Caballero, El Juli, Rafael de Paula, Cayetano, Morante de la Puebla y, este último año, Tomás Rufo.

"Habré sobrepasado las dos mil corridas como banderillero, algo para lo que no me costó dar el paso después de otras doscientas como matador. Cuando 'cambié el carné', como decimos los toreros, no tuve ningún trauma. Al contrario, me quité con contratos suficientes y siendo consciente de que la de matador ya no era mi guerra, que así no iba a dar más de sí, pero que podía destacar de otra manera", confiesa Carretero.

Su primera actuación estelar como banderillero tuvo lugar en la goyesca del 2 de mayo de 1996 en Madrid, cuando clavó de manera soberbia dos pares de banderillas negras a un manso de Cortijoliva, pero aunque ha sido de los más puros rehileteros de su escalafón, él mismo le resta importancia a esa capacidad.

"Con las banderillas -añade- siempre lo he visto fácil, porque también las ponía de matador. Así que vistiendo de plata tienes la suerte de tener que arriesgar menos. Sinceramente, la labor realmente importante de un banderillero de toros es la que lleva a cabo con el capote, en la brega. Ahí es donde se marca la diferencia".

En ese sentido y desde su amplia experiencia, señala las que para él son las principales claves de una buena lidia, entre las que destaca, sobre todas las demás, la de "no ir nunca en contra del toro".

"Se trata de actuar y de exponer siempre al servicio del matador ayudándote con los compañeros, sobre todo con el toro malo, que es con el que hay que sacar los galones. El objetivo es no empeorar las condiciones del animal, si es que no las puedes mejorar, para que cuando coja la espada y la muleta tu torero sepa con claridad ante qué se va a poner delante", asegura el gran banderillero manchego.

"Para eso -continúa- es fundamental que la lidia tenga un orden, saber dónde tienes colocarte en cada momento y asimilar que a todos los toros no se les puede dar siempre el mismo capotazo. Torear es pensar, entender y manejar las reacciones del animal. Y hacer todo a su tiempo. Si dominas eso, tienes mucho ganado. Pero, vamos, que no me lo invento yo: es la esencia del toreo de toda la vida".

Con la suerte de no haber sufrido cornadas en su etapa de plata, solo lesiones óseas o musculares, el torero toledano se va de los ruedos considerándose "un buen profesional, sin más, que podía haber sido mejor, aunque sí que tengo la satisfacción de haber podido mandar en mi carrera, en la que ha sido siempre muy importante la ayuda de mis compañeros".

Con el respeto y la admiración de todos ellos, y tras superar una fascitis plantar que le ha tenido en dique seco las últimas semanas, Carretero se irá mañana en silencio en el incomparable escenario de la Maestranza sevillana, "sin alardes ni corte de coleta", para dedicarse en adelante, y ya en exclusiva, al apoderamiento de toreros como Saúl Jiménez Fortes.