1ª VIRGEN DE LOS LLANOS
Serrano y Molina cortan un trofeo en conjunto vacío de Fuente Ymbro
Oreja de mérito de José Fernando Molina y de menos peso para Serrano. Cristian Pérez dio una vuelta al ruedo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Empezó con el pie cambiado la primera de la Feria de Albacete. Tras la sustitución de Fernando Adrián por lesión sufrida ayer en Valladolid, y la sustitución sobre la bocina que le dieron al local Cristian Pérez, los toros de Fuente Ymbro cumplieron por su buena presencia pero no por juego, donde sólo se salva de la quema un buen pitón derecho del segundo y un sexto al que quizás se le pudo hacer más. Molina y Serrano obtuvieron un trofeo cada uno, más unánime el de José Fernando y de tono mucho menor el de Sergio. Cristian Pérez fue todo voluntad pero se evidenció su lógica falta de oficio.
Tras un minuto de silencio, escucharse el himno nacional, y saludar desde el tercio la terna al completo, “Retama” fue el toro encargado de abrir plaza, y Feria, en este 2023. Sergio Serrano intentó torear a la verónica pero el toro nunca se entregó. Tras empujar con la cara alta y con un pitón en el peto, se movió en banderillas nuevamente sin entrega y terminando la acometida sin humillar, incluso mirando al cielo. Sergio brindó al público y empezó de rodillas sin mucho acople porque el toro derivó en complicado y sin facilidades, condición que confirmo y no varió durante el resto de la faena. El manchego sólo pudo robar algún muletazo suelto en un mar de ásperas embestidas. Tras pinchazo y estocada caída, recibió cariñosas palmas.
En cuarto lugar, saltó al ruedo Soplón, que se dio unas vueltas de reconocimiento de salida por el albero. Sergio intentó enhebrar pero el astado no trajo ni hilo ni aguja en el recibo capotero. Miró al peto el “fuenteymbro” antes de firmar una pelea que fue de menos a más. En banderillas, nada que destacar. Sergio comenzó de nuevo de rodillas para, ya en pie, ir cimentando faena con la diestra. A pesar de la disposición del matador, la informal embestida, algún blandeo y la falta de empuje, resultaron una pesada ancla para que la cosa terminase de navegar. Serrano dispuso, aunque sin la emoción de la casta, sólo obtuvo olés a su empeño. Tras habilidosa estocada que quedó atravesada, el de Ricardo Gallardo se echó y volvió a alzar, para echarse de nuevo. Tras minoritaria petición, se concedió una oreja que no tuvo mayoritaria, unánime ni rotunda petición, ni mucho menos. Erró aquí
la presidencia.
Indómito hizo las veces de segundo del festejo ante el que Molina tuvo que intentar atemperar los ánimos a base de inicial firmeza de plantas y luego con lidia en los medios. Tras un puyacito que duró un suspiro, pasó sin pena ni gloria por un tercio de banderillas que no fue de los más acertados que se recuerdan en Albacete. Brindó al público y se fue a los medios, donde tras un par de pases cambiados, hilvanó una faena con series que fueron aumentando en duración e intensidad con la diestra. La zurda fue harina de otro costal, quedándose muy corto el viaje, por lo que abrevió. Volvió a derechas pero ya más inconexo y con adornos, terminando en las cercanías. Se tiró a por todas y dejó estocada pasada y apenas caída que produjo derrame. La oreja, suficiente premio. El doble premio que pidió parte del público hubiera sido excesivo, sin duda. Acertó la presidenta Genoveva Armero.
El quinto, de nombre Escribiente, no firmó las mejores acometidas en el capote de Molina. Suelto y a su aire, se empleó más en los burladeros que en los vuelos de un voluntarioso Molina. Tras un puyazo de trámite, y un tercio de banderillas sin facilidades, como tampoco las hubo en la muleta. El astado se movió sin pena ni gloria , más por inercia que por convicción, donde hubo más gazapeos que codicia, con derrote y susto a José Fernando de propina. El albacetense sólo pudo mostrar sus ganas de triunfo en un largo trasteo. Lástima que fuera como escalar sobre una pared lisa y sin agarres. Tras pinchazo soltando y estocada trasera con desarme, fue ovacionado.
Antes del habitual descanso, con merienda incluida, pisó el ruedo Zarino. El de Gallardo fue como un obús a por el el peto, pero la pelea no fue más que un fogonazo inicial. Con los palos, destacó David Adalid, que se desmonteró tras dos buenos pares de banderillas, especialmente el segundo por mejor colocado. Cristian se fue al centro del ruedo, se puso de rodillas y a base de cercanías procuró calentar al público. Ya en pie, firmó una primera serie a media altura con cierta sosería del astado. Ese aire taciturno y sin transmisión del toro no mejoró, por lo que Pérez sólo pudo porfiar con el toro con la modalidad unipase y, de nuevo, todo a media altura. Tras amago de susto en el final por bernadinas, dejó un pinchazo y estocada.
Y cerró plaza Zalacardo, que fue recibido con espectaculares maneras de Cristian a portagayola, sumando un animoso ramillete de verónicas. De nuevo, sin historia en varas ni banderillas. El debutante como matador de toros en Albacete, se fue a pies juntos en el centro del ruedo. En los inicios, fue prendido y volteado, sin consecuencias aparentes más allá del momentáneo golpe. El toro, que pareció muy entero, exigió en demasía a Cristian, quien pese a su esfuerzo se vio sobrepasado por momentos y mostró una falta de oficio lógica al ser esta la tercera corrida de toros de su carrera. Mató de espadazo caído que provocó derrame. La minoritaria petición se explica por razones de paisanaje más que por lo visto en el ruedo. Ruedo sobre el que dio una vuelta final, por cierto.