BILBAO
El toreo al ralentí de Escribano
Gran dimensión del torero sevillano, que cortó una oreja como Urdiales y Ureña. Interesante ‘victorinada’
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Sacó la afición de Bilbao a saludar a Diego Urdiales tras el paseíllo. Agradecidos y con el recuerdo de sus dos puertas grandes consecutivas en las últimas dos ferias. Este apoyo moral sirvió de poco con el primer ‘victorino’ que tuvo enfrente el arnedano. De capote ya se frenó y no terminó de pasar. En el caballo empujó con bríos el toro pero los dos puyazos no terminaron por hacerle romper en la muleta. Siempre mirón, quedándose en las zapatillas, fue imposible armar faena. Muy toreros y poderosos los doblones con los que Urdiales se sobrepuso a la bronca embestida del toro. Como eficaz fue el estoconazo con el que pasaportó al animal.
Muy en el tipo de la casa el cuarto, Urdiales se gustó en el saludo a la verónica. Tres de los lances fueron de alta nota. Como la media en la cadera. Se arrancó el ‘gris’ al caballo con alegría y siguió moviéndose en el tercio de banderillas. En la muleta mostró dos grandes cualidades, el ritmo y la clase, especialmente por el lado izquierdo. Muy centrado Urdiales, fue desgranando series de gran intensidad. Siempre con su empaque natural, nada afectado, dejó varias tandas de gran despaciosidad pese a que al toro le iba costando cada vez más desplazarse y humillar. Pinchó antes de un buen espadazo y paseó una oreja de ley.
Se aplaudió la belleza y el trapío del primero del lote de Manuel Escribano, que cuajó un gran tercio de banderillas. En especial un segundo par de dentro a afuera y un tercero al quiebro y al violín en terrenos de tablas. El toro tuvo como cualidades la humillación y la templanza en sus embestidas. El defecto, su falta de empuje. Escribano supo aguantar en el sitio y dejar llegar al de Victorino para después tirar mucho de él. Hubo muletazos casi al ralentí. Pero al conjunto le faltó el punto de la chispa y emoción que no aportó el toro. Donde hubo un apagón fue con la espada y el descabello.
Hasta la puerta de chiqueros se fue Escribano para recibir al quinto. Limpia la larga de rodillas y después el toro embistiendo con fuerza en las verónicas posteriores. De nuevo banderilleó con facultades el sevillano con un tercer par más que comprometido por los adentros. El toro embestía al paso con gran calidad y de nuevo fue fundamental el temple y el mimo de Manuel en los primeros compases del trasteo ya que tampoco estaba sobrado de fuerzas. Al natural hubo buen trazo y en redondo lo llevó más largo. Pero todo estalló en dos postreras tandas en redondo, donde el de Gerena aunó ligazón con profundidad y el toro demostró el gran fondo de casta y clase que poseía. Tras un espadazo desprendido se pidieron las dos orejas. El palco sólo asomó un moquero. Que no fuese una faena redonda y la colocación de la espada impedían el doble trofeo. Escribano dio dos vueltas al ruedo por requerimiento de los tendidos. Aún así, quedó el poso de una notable tarde del diestro sevillano.
La primera oreja del festejo llegó en el tercer toro de la tarde. Un animal complejo que blandeó en los primeros tercios pero que después llegó al de muleta con una embestida desigual pero agradecida cuando se le hacían bien las cosas. La primera parte del trasteo fue un toma y daca entre toro y torero. Paco Ureña supo cogerle la distancia y la altura que demandaba el cárdeno. Después todo rompió en una tanda al natural con el compás muy abierto en el que el murciano llevó muy largo y toreado al animal. Fue el cénit de un trasteo que Ureña coronó de un perfecto volapié. La oreja se pidió mayoritariamente y fue concedida con justicia.
Se devolvió el sexto de Victorino y en su lugar saltó un sobrero de Toros de Salvador Domecq. Nada que ver con los titulares. Éste fue un animal desclasado y sin entrega que nunca quería muleta. Ureña se puso por ambos pitones pero tuvo que estar más pendiente de evitar las tarascadas del toro.
Bilbao (Vizcaya), miércoles 23 de agosto de 2017. 5ª de Feria. Media plaza.
Cinco toros de
, bien presentados, entipados, pero de distintas hechuras. Peligroso y orientado el primero; de escasa fortaleza pero de gran clase segundo y tercero; encastado aunque poco humillador el cuarto; encastado y de gran clase el quinto. Un sobrero de
, bien presentado, manso y deslucido.
Diego Urdiales, ovación y oreja tras aviso.
Manuel Escribano, saludos tras aviso y oreja con petición de la segunda y dos vueltas.
Paco Ureña, oreja y silencio.