1ª FERIA DE SAN IGNACIO

Tres toreros sevillanos salen a hombros en el corazón de Euskadi

Morante, Daniel Luque y Juan Ortega salen a hombros tras repartir seis orejas en el primer festejo de feria.

Morante de la Puebla, Daniel Luque y Juan Ortega, a hombros este miércoles en Azpeitia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los tres toreros sevillanos anunciados en el cartel -Morante de la Puebla, Daniel Luque y Juan Ortega- cortaron dos orejas cada uno y salieron a hombros al final de la primera corrida de la feria de San Ignacio de la localidad guipuzcoana de Azpeitia, en pleno corazón del País Vasco.

El festejo inaugural del abono azpeitiarra tuvo dos partes muy bien diferenciadas, pues fue en la segunda en la que se produjeron los mejores momentos y en la que la terna consiguió desorejar a cada uno de esos tres últimos ejemplares de un fino encierro de Loreto Charro, ganadería salmantina que soltó al escueto ruedo vasco una corrida manejable pero con escaso fondo.

Morante de la Puebla, que era muy esperado en la plaza, como evidenciaron las pintadas en euskera que aparecieron en la localidad desde días antes, poco pudo hacer con su primero, que llegó a la muleta totalmente aplomado y le obligó a abreviar, pero se pudo desquitar con el cuarto, que tuvo al menos movilidad y un punto más de entrega por el pitón izquierdo.

Y fue por ahí por donde el más veterano de los sevillanos aprovechó, tras intentar mejorarlo por el derecho, para cuajar los mejores muletazos de la tarde, primero en una tanda de siete u ocho naturales de dilatado temple y luego en una segunda más ralentizada e intensa, con el torero entregado y disfrutando de su regreso a los ruedos, para acabar tumbando al de Charro con una estocada en la misma yema.

Daniel Luque porfió, con facilidad y oficio, con un segundo al que, aun así, no acabó de imponer un ritmo continuado, lo que sí consiguió con un quinto que protestaba al final de los pases y al que muleteó más asentado, hasta que, para calentar por fin a una plaza donde cuenta con muchos adeptos, se metió en la distancia corta y alardeó con circulares y desplantes, previos a una estocada defectuosa que no tuvo en cuenta la presidencia.

Juan Ortega, por su parte, castigó en exceso al tercero con una larga tanda de pases por bajo al inicio de la faena, que, por exigentes, mermaron más aún la poca transmisión y el escaso fondo del animal. Y también le pidió de más al sexto, al que toreó muy despacio en un quite a la verónica, tanto como quiso hacer, casi obsesivamente, con la muleta después de esa otra dura apertura de faena.

Solo que este toro tuvo más voluntad de embestir por abajo y Ortega la aquilató mejor cuando, de mitad de obra en adelante, le dio más pausas y espacios en los cites, no tan encimado como en los inicios, para redondearlo con un toreo al paso de rítmica prestancia e, igual que Morante, otra gran estocada que ameritó el doble trofeo y prologó la triple salida a hombros de los del Guadalquivir a orillas del río Urola.