3ª FERIA VIRGEN DEL MAR

Triunfal alternativa de Jorge Martínez, a hombros con Roca Rey en Almería

Jorge Martínez corta dos orejas al sexto en la tarde de su alteranativa y comparte salida a hombros con Roca Rey.

Jorge Martínez y Roca Rey en su salida a hombros este lunes en Almería

Agencia EFE

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La tarde comenzó con sobresalto por la tremenda voltereta que se llevó Jorge Martínez en el saludo capotero al toro de su alternativa. Se rehizo el de Totana (Murcia) -aunque formado como torero en Almería- y todavía se atrevió con unas chicuelinas al paso antes de la ceremonia donde se convirtió en nuevo matador de toros.

La faena de muleta contó con dos partes, una primera en la que Martínez mostró el gusto que atesora y la pureza en sus formas en una tanda al natural de notable ejecución. Y otra justo a partir de ahí, con el toro volviendo grupas a las tablas, obligando al joven espada a hacer un loable esfuerzo de firmeza para robarle los pases. Lástima que tanto esfuerzo lo echara a perder con la espada.

Lo del sexto fue todo un alarde de firmeza y capacidad de Martínez para imponerse a un desclasado y exigente "parralejo" al que acabó sometiendo a base de obligarlo siempre por abajo en una labor que aunó firmeza, asentamiento y gran poder por parte del joven espada murciano, que, esta vez sí, agarró una certera estocada que le valió el doble trofeo y rematar así su gran tarde del doctorado.

Lo mejor y único destacable de Juan Ortega en su primera faena fue el precioso recibo a la verónica, pues el toro, muy descastado, echó la persiana enseguida, imposibilitando el lucimiento del sevillano, que, así y todo, lo intentó de todas las formas posibles.

Se desquitó Ortega con el bonancible quinto, al que cuajó la faena más torera de la tarde. Después de exhibir nuevamente su excelso capote, Ortega toreó después con un gusto exquisito, a cámara lenta, llevando la muleta al ralentí, con las yemas de los dedos, encajada la planta, y también con gran hondura. El toreo, en suma.

Labor sin fisuras, de gran ritmo y aderezada de adornos también preciosos. Fue una pena que solamente cortara una oreja por el pinchado previo a la estocada definitiva.

Roca Rey, que brilló toreando a la verónica, tuvo que tirar de suavidad para ahormar a su primero, un toro con clase pero al que había que afianzar primero, lo que consiguió el peruano con un templado inicio de faena, corriendo la mano con pulso, recreándose en la interpretación el torero.

Después, con el animal ya prácticamente rendido, llegó el consabido arrimón y los alardes marca de la casa, que, sumado a un efectivo estoconazo, le valieron para cortar las dos orejas, la segunda algo en el límite de la generosidad presidencial.

El quinto fue un toro muy deslucido con el que Roca Rey anduvo firme en una labor a la que le faltó mejor rúbrica con la espada.