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El extorero Andrés Vázquez, una de las leyendas vivas del toreo, ha lamentado que los toreros actuales no dominen la "suerte de matar" y se ha ofrecido, a sus 85 años, a enseñársela a los nuevos espadas.
Vázquez, que tras medio siglo de alternativa fue capaz a los 80 años de cortar dos orejas y rabo a un victorino, ha asegurado en una entrevista a la Agencia Efe que los toreros actuales no saben los movimientos que tienen que hacer ellos y el toro a la hora de entrar a matar.
El octogenario diestro, al que en los próximos meses tributarán homenajes en la feria de San Pedro en Zamora y el día de su cumpleaños en su localidad natal de Villalpando (Zamora), ha pedido a quienes protagonizan los carteles taurinos en la actualidad que se se preocupen más por la espada.
Ha reconocido que aún se dirigen a él matadores que van a verle a Villalpando "para que les enseñe la suerte de matar; están con muchas complicaciones todos los toreros, no saben entrar a matar ni los tiempos que se necesitan".
Para Andrés Vázquez, El Juli, aunque acierte con la espada y logre indultar toros, "no sabe entrar a matar" y solo hay unos cuantos toreros salidos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid que dominan el arte final de la lidia.
Entre ellos ha citado a Joselito, El Fundi, Bote y Uceda Leal.
"Para mí Uceda Leal es el mejor, pero no se ha preocupado de enseñar", ha declarado el torero, que ha agregado que la suerte de matar "sólo se puede conocer con una persona al lado que te diga esto es así, cómo son los tiempos, cuándo y de qué manera" hay que matar.
Esa suerte y la colocación del toro son dos de los aspectos que, a su juicio, más se han degradado con respecto a los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando Andrés Vázquez firmó tardes de gloria como la que le encumbró hace casi cinco décadas al cortar las dos orejas a "Baratero".
Hijo predilecto de Villalpando, donde el 25 de julio tienen previsto dedicarle una calle por su 86 cumpleaños, Andrés Vázquez ha admitido que le da "mucha alegría" que aún le brinden reconocimientos.
Ha reconocido, además, que las dieciocho cogidas que sufrió durante su carrera y el paso del tiempo no le han hecho perder el gusto por torear.
Prueba de ello es el reto que supuso para él volver a bajar al ruedo y salir por la puerta grande a sus ochenta años y el hecho de que hoy en día "en cualquier momento cuando voy al campo, si veo una vaca que me gusta, le pego unos pases", ha confesado.
Su intención es la de, si llega a los cien años, seguir dando pases incluso si apenas puede moverse a esa edad porque "si los toros tienen la grandeza de embestir, yo tengo la de quedarme quieto, porque a los toros no se les torea corriendo como hacen ahora, se les torea con los toreros quietos".
Admirador de los victorinos, el torero que salió diez veces por la puerta grande de Las Ventas ha criticado que se afeiten los cuernos a los astados de lidia y ha asegurado que "nunca he visto un toro delante de mi con los pitones cortados porque no me ha dado la gana", aunque eso le costara dieciocho cornadas.